“Quisiera alertar a toda la comunidad nuevoleonesa, especialmente a aquellos cuya misión es administrar los recursos acuíferos del estado, que la naturaleza de esta región geográfica parece guardar para 1998 y 1999 algunas sorpresas hidrológicas difíciles, que seguramente nos llevarán a planes de emergencia, ojalá no de contingencia”.
Así empezaba un escrito que el doctor Jaime Leal Díaz había enviado en fecha de julio de 1998 al gobernador Fernando Canales Clariond y que me entregaba en una copia previo al inicio de un programa Cambios. En esos días, Nuevo León sufría una sequía, sus presas estaban abatidas y hasta se hablaba de un proyecto del Tecnológico de Monterrey que consistía en desalinizar agua del Golfo de México para abastecer a Monterrey y su área metropolitana.
Doctor Jaime Leal, ¿cómo observa este año en el que ha llovido muy poco y las presas estén con poca agua?
Este año 1998 tendremos posiblemente la mejor recarga de nuestros acuíferos en este siglo. Por cierto, según los antecedentes hidrométricos, probablemente no sobrepase los 50 millones de metros cúbicos totales, pues a estas fechas apenas hemos acumulado unos 15 mil millones de metros cúbicos. Ojalá me equivoque y se presente un año de excepción, pero como no me gusta jugar a la lotería con los intereses comunitarios, prefiero repasar la historia hidrológica y aprovechar sus enseñanzas.
¿Y el año siguiente, 1999?
De acuerdo con lo descrito como patrón normal de comportamiento, si los rendimientos para fin de año reflejan lo que ocurrirá durante los primeros cuatro meses del año siguiente, estimo que las recargas acuíferas más importantes de nuestro estado se iniciarían hasta mayo y junio de 1999, y serán complementadas con las de septiembre y octubre de ese mismo año.
¿Esto al parecer lo desconocían las autoridades y los medios?
Los medios informativos presienten intuitivamente y quieren evitar otras crisis por incompetencia administrativa y que le echemos la culpa al clima, a los gobiernos anteriores, a la falta de educación o a la baja participación federal de recursos secundarios. Los medios hacen su parte, las autoridades las eluden o las niegan. Se resisten hasta ahora a darle importancia y enfrentar con seriedad las crisis de abasto y sequía que hemos tenido, y que es lo más seguro, seguiremos teniendo si no cambiamos la actitud.
Lo siento muy pesimista, don Jaime…
Deseo con todo mi espíritu que como alternativa de emergencia decidamos mejorar la administración de los recursos acuíferos de que disponemos y que evitemos en todo lo posible quitarle más agua al campo, contribuyendo a su pauperización como cómodamente lo han decidido gobiernos anteriores y actualmente la promueven algunos “distinguidos” miembros del Congreso.
¿Entonces lo ve posible?
Por supuesto, claro que es posible. Tampoco me inclino por concentrarnos en pedirle a la Providencia que nos envíe agua del cielo a bajo costo, pues parece que el ecosistema hidrológico no tiene buenos oídos o tiene algunas otras prioridades para este año y parte del siguiente. Prefiero estudiar cuidadosamente el perfil del problema de nuestra sustentabilidad, conceptuar a la naturaleza con todos sus caprichos y secretos, e implementar inteligentemente la solución.