Labor titánica, ordenar todos los expedientes secretos del Cisen

No hay un inventario y menos un catálogo de su contenido; los documentos no están organizados por personajes, eventos políticos o lugares, simplemente es la acumulación de informes de personas de interés desde 1926 hasta 1985

Carlos Ruiz, director del AGN, recuerda que agentes de inteligencia custodiaban el acervo. (Jesús Quintanar)
Rafael Montes
Ciudad de México /

A principios de julio de 2019, el director del Archivo General de la Nación (AGN), Carlos Ruiz, visitó al presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional; le llevaba 13 reportes más, aparte de los 19 que ya le había entregado en febrero, que habían sido elaborados por la “policía política” que lo espió en Tabasco en los 70, cuando tenía 24 años y fue director del Instituto Nacional Indigenista.

“Andábamos buscando no sé qué, a otro personaje que nos pidieron, y aparecieron 13 reportes más; él me hizo la pregunta que deseaba con toda mi alma escuchar: ‘¿y cuándo me vas a dar mi expediente completo?’”, platica Ruiz.

La respuesta que le dio al Presidente fue inesperada: “Nunca. Hasta que no esté ordenado todo el fondo (archivo)”.

El 14 de febrero se cumplió un año de que el mandatario informó que se abriría completamente al público el archivo del espionaje político del régimen priista.

“Estamos ya por dar a conocer el decreto para abrir los expedientes de la antigua Policía Federal y del Cisen. Ya se ordenó que forme parte del archivo y estamos buscando la manera de que se pueda consultar”, dijo López Obrador.

Ruiz asegura que ha sido complicado cumplir con la instrucción, porque el contenido exacto de las 9 mil 500 cajas que conforman el archivo DFS-DGIPS, de la llamada Dirección Federal de Seguridad y de su antecesora, la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales es, hasta ahora, una incógnita, pues todos los documentos que hay ahí no tienen un orden para fines archivísticos. Ni siquiera están foliados.

No hay un inventario ni mucho menos un catálogo de su contenido. Los documentos no están organizados por expedientes de personajes, ni por eventos políticos ni por lugares. Es, simplemente, la acumulación de reportes sobre las actividades de diferentes personajes desde 1926 hasta 1985.

La unidad de organización de este fondo no es el expediente, sino el reporte, una hoja que describe sus actividades en diferentes días y momentos, explica.

“Para que lo entiendas: tu expediente en estas 9 mil cajas está en la caja 5, en la 620, en la mil 800, en la 4 mil 20 y en la 6 mil.
“Tenemos para trabajar es un procedimiento archivístico lógico, un orden en general: tú tienes 9 mil 500 cajas, identificas qué hay primero y haces un inventario; el problema es que no hay expedientes en las cajas, porque así lo organizaron ellos, son reportes”.

Marlene Silva, directora de Gestión de Acceso del AGN, agrega que ante la complejidad de la organización del llamado fondo DFS-DGIPS, la consulta no es tan expedita como se desea.

“Hasta en un fondo del siglo XIX puedo tener en una caja que me diga que va de 1840 a 1850; pero en éste, realmente el obstáculo es mayor porque ese inventario general, en realidad, se está construyendo apenas”, dice.

Ese paquete de archivos del fondo DFS-DGIPS llegó a la sede del AGN en dos tandas: 1982, 2002 y hasta principios de 2019 esos documentos estuvieron bajo resguardo de nueve agentes del Cisen, ahora Centro Nacional de Inteligencia (CNI), las autoridades del AGN no tenían permitido consultarlos.

Esos documentos estaban en una habitación al fondo de la galería cinco del AGN a la que se accedía por una estrecha puerta. Eran los agentes del Cisen los que se encargaban de prestar los documentos, de manera discrecional y limitada, sin reglas claras.

“No teníamos llave a esa parte de los ficheros, tampoco teníamos llave del acervo; nada más ellos tenían acceso, prestaban los documentos, decidían a quién y cómo”.

El huésped incómodo

Ruiz Abreu asegura que ese gran paquete de documentos llegó al AGN de forma extraordinaria, porque no hubo un procedimiento de transferencia, el cual habría descrito qué información era la que se estaba recibiendo y cómo estaba ordenada en las cajas.

“Llegaron de una forma arbitraria, ¿cómo podríamos decir para que no se oiga mal? Nos sembraron esa documentación, que, por cierto, nunca custodiamos, también hay que decirlo.

—¿Era el huésped incómodo?

—No lo debo decir, pero hasta hoy...

Por lo tanto, organizar esos documentos supone una tarea titánica, tan grande que las autoridades del AGN no tienen una certeza de cuánto tiempo va a llevar.

Lo primero que van a hacer es identificar por cada una de las 9 mil 500 cajas, los años en que fueron elaborados los documentos de su interior para tener un primer inventario.

La descripción precisa de lo que hay adentro, a quiénes se menciona y qué momentos se reportan tendrá que esperar más tiempo.

A partir del 14 de febrero del 2019, el AGN recibió una avalancha de solicitudes para obtener expedientes históricos de personajes públicos; los más conocidos fue fácil de ubicarlos por los años en que tuvieron más protagonismo, pero no hay certeza de que se haya dado todo lo que hay.

El 28 de enero, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) y el AGN firmaron un acuerdo para considerar al fondo documental DFS-DGIPS como información de interés público, por lo que la consulta quedó abierta sin restricciones y sin la necesidad de testar los documentos para proteger datos personales.

“Igual y encuentras así lo que buscas o igual y te pasas muchos días revisando por año; estamos haciendo un inventario, de cajas por año, para que digas ‘¡ah, quiero del 68!’, ‘ah, pues ahí está, mira 100 cajas o 200 del 68, échate un clavado’”, dice Ruiz.

ledz

LAS MÁS VISTAS