Aunque animadas por las victorias electorales en América Latina, las derechas mexicanas no encuentran su centro. Y, por ahora, carecen de base social.
Las agrupaciones conservadoras que buscan registro como partido político suman poco más de 588 mil agremiados, pero no han logrado movilizar a sus simpatizantes para que participen en marchas.
La más reciente manifestación de la supuesta ‘Generación Z’ sacó a la calle a 250 personas. Ni Somos México ni México Republicano, tampoco Movimiento Viva México o México Tiene Vida –nombres de las agrupaciones que buscan permiso para jugar en las elecciones– fueron notorias en aquel 14 de diciembre. Las cuatro, por cierto, se declaran opositoras al gobierno morenista de Claudia Sheinbaum Pardo.
Para incordio de los simpatizantes de Trump, Milei y Bukele, la segunda organización más numerosa se llama Construyendo Solidaridad y Paz (CSP). Tiene las mismas siglas del nombre de la presidenta porque, en efecto, juega con Morena.
Cada una de estas asociaciones se encuentran aún lejos de recabar las 256 mil 30 afiliaciones de ciudadanos para que el Instituto Nacional Electoral (INE) les extienda el aval que les permita competir en las elecciones federales de 2027.
Las derechas quieren jugar en la política
Hasta el 16 de diciembre, último corte de la autoridad electoral, la agrupación de centro-derecha Somos México, de Guadalupe Acosta Naranjo, Fernando Belaunzarán y Emilio Álvarez Icaza –quienes sí participaron en la marcha de la ‘Generación Z’ del 15 de noviembre– contabilizaba 148 mil 384 afiliaciones. Están a 108 mil registros de obtener el permiso para competir en los comicios.
México Republicano, de Juan Iván Peña Neder, cuenta con apenas 3 mil 545 afiliaciones preliminares, y Movimiento Viva México, de Eduardo Verástegui, suma un total de 15 mil 740. Están lejos, muy lejos de llegar a la meta.
La asociación México Tiene Vida, fundada por Jaime Ochoa Hernández, se define como defensora de los valores pro vida –antiaborto, antigay–. Ha logrado registrar a 222 mil 653 mexicanos. Si convencen a otros 33 mil, ya la hicieron.
La agrupación filomorenista CSP (Construyendo Solidaridad y Paz) es la segunda más numerosa: 197 mil 705 militantes. Les faltan 58 mil firmas.
Sumando los agremiados de las cinco agrupaciones, las derechas han logrado afiliar a 588 mil personas. ¿Es mucho o es poco? El PAN, por ejemplo, tiene 319 mil militantes.
Según el artículo 12 de la Ley General de Partidos Políticos, el número total de las personas afiliadas con que deberá contar una organización para ser registrada como partido político nacional “en ningún caso podrá ser inferior a 0.26 por ciento del porcentaje del Padrón Electoral Federal”, es decir, 256 mil 30 militantes.
De no alcanzar ese requisito que establece la ley electoral, esas agrupaciones, así como otro puñado de organizaciones civiles de corte conservador que han aparecido en México en los últimos años, no tendrán de otra que buscar espacios de representación popular por la vía de las candidaturas independientes o encontrar cabida en el Partido Acción Nacional (PAN).
De hecho, Jorge Romero, presidente nacional del PAN, dejó entrever hace unos días que ese partido está dispuesto a abrirle la puerta al empresario Ricardo Salinas Pliego para que sea su candidato en las elecciones presidenciales de 2030.
Otras opciones partidistas donde eventualmente buscarán acomodo estos frentes de derecha son el Partido Revolucionario Institucional (PRI) o Movimiento Ciudadano (MC), institutos políticos que quieren capitalizar electoralmente las movilizaciones denominadas ‘Generación Z’ y ‘Movimiento del Sombrero’.
Las agrupaciones políticas que buscan su registro como partido tienen hasta el 27 de febrero de 2026 para presentar ante el INE los requisitos que marca la ley. Luego, la autoridad electoral determinará a finales de junio o principios de julio si alguna de estas organizaciones obtiene su registro y participa en el proceso electoral federal de 2027.
De acuerdo con estudios de opinión recientes, el 25 por ciento de los mexicanos se considera de derecha, el 40 por ciento se asume de izquierda y el 35 por ciento se ubica en el centro.
Amigos de los ‘duritos’ de derecha
Algunos se han plegado a las figuras de Donald Trump, Javier Milei o Nayib Bukele. Otros enarbolan las banderas del “anticomunismo”, el “antiwokismo” o el “anticuatroteísmo”. Muchos abrazan los preceptos de la fe católica o cristiana. El escenario político en México cuenta con al menos 11 opciones de corte conservador, de derecha o de ultraderecha, de cara a los comicios venideros.
Fragmentados y con posiciones e intereses políticos disímbolos, el mosaico de las derechas en el país va desde cinco organizaciones que actualmente buscan su registro como partido político, hasta una que ha permanecido en el espectro electoral conservador desde su fundación, en 1939: el PAN, un instituto que el 18 de octubre lanzó una estrategia de ‘relanzamiento’ para correrse más a la derecha bajo el lema “Patria, Familia y Libertad”.
Aún no se conoce bien a bien los distintos proyectos de nación de estos movimientos, salvo en el caso del PAN; sin embargo, desde los medios de comunicación, las redes sociales, las manifestaciones y los mítines, las arengas políticas en campañas electorales o en el debate parlamentario, todos coinciden en una misma línea discursiva: que México vive una “dictadura”.
Un día cantan que “murió la democracia” y al siguiente anuncian la “muerte de la justicia”. El fin de las libertades y la extinción de los contrapesos al poder forman parte del mismo repertorio.
El tablero en ese bloque ideológico va desde personajes como Juan Iván Peña Neder, líder de la organización México Republicano; el evangélico y actual diputado federal de Morena, Hugo Eric Flores Cervantes, hasta políticos como el ex perredista Guadalupe Acosta Naranjo o la ex alcaldesa de la demarcación Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, e incluso empresarios, como el dueño de Grupo Salinas, Ricardo Benjamín Salinas Pliego.
Mientras personajes como Eduardo Verástegui, líder de la agrupación ‘Movimiento Viva México‘, que busca su registro como partido político nacional para competir en las elecciones federales intermedias de 2027, presume su vena trumpista y reiteradamente hace gala de su guadalupanismo, funcionarias como la alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, giró órdenes a mediados de julio para retirar las estatuas de Fidel Castro y de Ernesto Che Guevara de un jardín de la demarcación que gobierna.
El congestionamiento en ese polo ideológico, nunca antes visto en la historia de la democracia mexicana, incluso vio aparecer tres nuevos bloques de derecha en un mes: el movimiento denominado ‘La Resistencia’, de Rojo de la Vega; la organización ‘Por la familia y la seguridad de México’, de Sandra Cuevas, y el llamado ‘Movimiento Anticrimen y Anticorrupción’, de Salinas Pliego.
Los últimos lanzamientos de agrupaciones de derecha se dieron en días recientes. En ambos casos la tirada es participar en los procesos electorales de 2027 y 2030. Uno es el llamado ‘Movimiento del Sombrero’, que encabeza Grecia Quiroz García, actual alcaldesa de Uruapan, quien fue esposa del edil de ese municipio michoacano, Carlos Manzo Rodríguez, asesinado en un evento público el pasado 1 de noviembre. Esta expresión reivindica las políticas derechistas de Nayib Bukele, presidente de El Salvador.
Un segundo bloque de ese polo ideológico fue anunciado por el ex presidente Vicente Fox Quesada el 25 de noviembre. El nombre de la agrupación es Vértice MX. Según el ranchero de Guanajuato este movimiento busca construir un “liderazgo excepcional” para competir en las elecciones presidenciales de 2030.
Aunque el discurso político de estos 11 bloques de derecha está desarticulado el uno del otro, todos ofrecen convertirse en la “oposición real” al gobierno de la presidenta Sheinbaum.
Vuelcos desde el 2018
Más allá de la historia particular del Partido Acción Nacional, que ha encabezado a la derecha electoral desde 1939, los frentes de ese polo ideológico han surgido al menos desde el año 2020, durante el segundo año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Primero fue la aparición de Sí por México, que comandaba el empresario Claudio X. González y que reunió a los dirigentes del PAN, PRI y PRD, así como a organismos civiles. Para las elecciones intermedias de 2021 esos mismos partidos concretaron una alianza electoral que denominaron Va por México y que derivó en la coalición Fuerza y Corazón por México, la cual impulsó la candidatura de Xóchitl Gálvez Ruiz en los comicios presidenciales de 2024.
Entre 2022 y 2024, de la mano de la alianza entre panistas, priistas y perredistas, aparecieron movimientos ciudadanos con distintas nomenclaturas como Unidos por México, Frente Cívico Nacional y la Marea Rosa, sobre todo para oponerse a las reformas impulsadas por el ex presidente López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum.
Luego de la derrota electoral de Xóchitl Gálvez y del debilitamiento de esos movimientos, además de la pérdida del registro del PRD como partido político nacional, algunos liderazgos de esos frentes, como Guadalupe Acosta, Fernando Belaunzarán y Emilio Álvarez Icaza, optaron por darle continuidad a ese frente opositor.
A estas figuras se les han sumado ex funcionarios del INE-IFE como Lorenzo Córdova Vianello, Leonardo Valdés Zurita y Edmundo Jacobo Molina, y ahora buscan el registro de un nuevo partido político con el nombre de Somos México o Somos MX.
Otra formación –esta de corte conservador y religioso– es la que encabeza Hugo Eric Flores Cervantes desde 2014. En aquel año alcanzó el registro para su partido político denominado Partido Encuentro Social (PES), que incluso fue en alianza con Morena en la elección presidencial de 2018, aunque perdió el registro en esos comicios.
Para las elecciones federales intermedias de 2021, el evangélico volvió a obtener el registro del INE para la formación de un nuevo partido, ahora llamado Partido Encuentro Solidario (PES). El nuevo intento fracasó tras esas elecciones y hoy Flores trabaja en dos pistas: como diputado federal de Morena y en la búsqueda, otra vez, del registro de un partido político, esta vez denominado Construyendo Solidaridad y Paz (CSP).
Lo paradójico del asunto es que esta agrupación es la expresión de ultraderecha que cuenta con la segunda mayor base social: 197 mil 705 afiliados. Están a 58 mil 325 firmas de conseguir el objetivo. Pero para mala fortuna de los conservadores, juegan con Morena y buscan su independencia bajo las siglas CSP. El coqueteo con Claudia Sheinbaum Pardo no se disimula ni tantito.
Trumpistas buscan feligresía
Eduardo Verástegui surgió como un personaje de la ultraderecha en años recientes. El actor y productor organizó en noviembre de 2022 la primera reunión en México de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), que aglutina a la crema y nata de la extrema derecha mundial. En ese encuentro dio señales de buscar la candidatura presidencial en las elecciones de 2024 por la vía independiente.
Primero avanzó en la creación de una organización civil, ese mismo año, denominada Movimiento Restaurador Viva México, A.C. Desde esa plataforma lanzó su proyecto de candidatura independiente. Sin embargo, el ultraderechista fracasó en el intento para obtener su permiso para convertirse en candidato sin partido.
Los guiños que han existido entre estos bloques de ultraderecha fue el que hizo a finales de 2023 Peña Neder, líder de México Republicano, a Eduardo Verástegui, para apoyarlo en caso de que se convirtiera en candidato presidencial independiente en los comicios de 2024. Tanto Verástegui como el PAN han dejado abierta la puerta para abrir una alianza con el movimiento de Salinas Pliego.
HCM