Lindsey Graham es conocido en Washington como un camaleón de la política: de feroz enemigo de Donald Trump en 2016 a uno de sus más fieles acólitos en 2017; un campeón para legalizar a cientos de miles de indocumentados y, al mismo tiempo, patrocinador de un plan para usar al ejército de EU en territorio mexicano.
Con un historial distinguido en la Fuerza Aérea de EU y casi tres décadas como legislador, al representar al estado conservador de Carolina del Sur, Graham es, a sus 67 años, una de las voces más reconocidas y firmes entre los republicanos sobre el tema de construir una robusta defensa nacional.
Durante la guerra del Golfo (1990-91) sirvió en la Base de la Guardia Nacional Aérea McEntire en calidad de juez abogado del Estado Mayor. Fue elegido miembro de la Cámara baja en 1994 y electo al Senado en 2002 y reelegido en 2008, 2014 y 2020.
En 2015 anheló la nominación republicana a la presidencia pero se retiró antes del inicio del proceso de las elecciones primarias al ser evidente que sus aspiraciones no encontraron eco.
Amigo del republicano rebelde John McCain, Graham se volvió partir de ese momento en uno de los más fieros críticos del entonces candidato Donald Trump cuando el magnate atacó la honorabilidad del viejo héroe de la guerra de Vietnam.
- Te recomendamos Acusaciones falsas podrían ser catastróficas, dice Trump si se le imputa un delito Internacional
No dudo entonces en calificar a Trump como “imbécil”, “chiflado” y como “el candidato con más defectos en la historia”.
Pero en 2017, ya con Trump en la Casa Blanca, y después de un encuentro privado, Graham experimentó una súbita metamorfosis y se convirtió en uno de los más confiables confidentes del mandatario y en uno de los más aguerridos defensores de su presidencia.
Su afiliación conservadora no ha impedido que se sume a la causa de la reforma migratoria. Formó parte de la “Pandilla de los 8” que impulsó la causa desde la década pasada y hace poco reintrodujo junto con el demócrata Dick Durbin la Ley Dream para legalizar a cientos de miles de jóvenes, la mayoría mexicanos.
Aunque Graham había mantenido un bajo perfil, regresó al candelero político cuando se sumó a la propuesta de los republicanos Dan Crenshaw y Mike Waltz para autorizar el uso de la fuerza militar estadunidense para desmantelar a los cárteles mexicanos y así, frenar el “envenenamiento” por fentanilo de miles de sus conciudadanos.
Durante la audiencia contenciosa de esta semana donde compareció el secretario de Estado, Antony Blinken, Graham dejo en claro sus intenciones: el blanco principal de sus críticas no es tanto México, sino utilizar la designación de los cárteles para enfocar las baterías contra China y así poder catalogar a las empresas de esa nación como cómplices de terrorismo por la venta ilegal de precursores químicos al narco.