Lo que hacemos es un servicio público: Díaz Leal Barrueta

Entrevista

El secretario más joven del gabinete habla sobre su inicio en la administración pública.

Actividades. (Iván Carmona)
Claudia Hidalgo
Toluca /

Un alma vieja, así lo describen sus amigos. Él reconoce que es demasiado exigente y perfeccionista pero también hasta cierto punto “alivianado”, como cualquier joven a los 31 años que llega al sector público, con una enorme responsabilidad sobre los hombros pero con el valor suficiente de echar hacia adelante.

Fiel como su apellido, para el secretario de Obra Pública, Rafael Díaz Leal Barrueta, lo primero que llega a su mente es su esposa, su compañera de viajes, retos y hasta de deportes extremos donde él siempre va en la retaguardia porque no aguanta el paso de su pareja, con quien lleva cinco años de matrimonio.

Su ambiente perfecto es un fin de semana con carnes asadas a término medio, acompañadas de una cerveza y un mezcal, luego se olvida de la cerveza y sólo puro mezcal, narra acuclillado en las escaleras, a pleno rayo de sol, en medio de un ambiente verde de una zona vieja que siempre luce joven.

En su desempeño el politólogo ha estado vinculado con las áreas de transporte y obras hasta convertirse en ingeniero por adopción. Esta es la primera vez que ocupa el cargo de secretario en un área central para cualquier gobierno.



¿Qué hace en tiempos libres?

Tengo muy poco tiempo libre entre semana pero me gusta la sensación que produce meditar, una copa de vino con mi esposa y ver algún programa de deportes.

En fines de semana me encanta hacer carnes asadas con mi familia, echarme un mezcalito y una buena botana. Voy para cinco años casado, todavía no tengo niños. Si se dieran ya por mí son bienvenidos y entre más mejor.

Mi esposa quiere dos pares de gemelos. Yo los que Dios me mande, estoy feliz. Creo que si esperas los tiempos perfectos para tener hijos probablemente nunca los tengas porque el momento perfecto nunca llega, mi punto de vista es: como se vayan dando las cosas, agradecerlas y bienvenidas.

¿Cómo se describiría?

Soy una persona con muy buen sentido del humor, intolerante al desorden y apasionado por lo que hago dentro y fuera de mi casa. 

Virtudes: sumamente disciplinado y creo profundamente en la lealtad, a la gente y a uno mismo. Para mí la familia es el motor de hacer las cosas.

Defectos: soy sumamente impaciente, de pronto intolerante a la impuntualidad pero creo que he tenido la oportunidad de hacer grandes amigos a lo largo de la vida y un buen equipo que compensa mis deficiencias.

¿Qué se siente ser el secretario más joven del gabinete; no le da miedo equivocarse?

Es un equipo muy variado; el primer círculo está conformado por gente de buen corazón y ellos me han arropado en este proceso. Es una sensación rara, padre.

Creo que siempre hay que estar echados para adelante, si estamos aquí es por algo, vengo a aportar lo que sé. Por su puesto que es complicado tomar decisiones, hay que respirar profundo y hacerlo con mucha pasión.

¿Se siente feliz? 

Ha sido un paso muy importante. Soy de mucha convivencia familiar, con mis esposa, papás y hermanos.

Nadie en la familia ha sido servidor público y cuando me nombran titular ya te imaginarás la emoción que hubo en casa, mi mamá y abuelos lloraron.

Uno es el resultado de una combinación de muchas cosas, entre ellos la familia, por eso agradezco mucho a mis papás porque nunca me faltó nada de niño, tuve un techo, comida, una educación excepcional y mucho amor, todas las herramientas para ser un hombre de bien.

¿Qué soñaba cuando era niño?

Vengo de una familia tradicional mexicana, de clase media. Mi papá era comerciante, mueblero, en La Lagunilla, sin estudios profesionales, tampoco mi mamá.

De niño quería ser policía o bombero y terminé siendo funcionario. Siempre fui muy soñador, quería ser futbolista también.

En la prepa tuve que decidirme si le iba a pegar más a la escuela o al deporte; dejé el futbol. De chico, cuando el Necaxa tenía sus campos en Izcalli estaba en las fuerzas básicas.

No creo que haya sido tan bueno como para hacerlo profesionalmente, pero me encantaba. Desde hace un año tomo clases de tenis. Soy malísimo pero me divierte porque mi esposa se ríe, ella resultó muy buena y yo bastante maletón.

Es una actividad que hacemos en pareja y nos gusta mucho porque yo me enojo tratando de darle a la pelota y ella se divierte viéndome. 


¿Viajar?

Me gusta porque mi esposa lo disfruta mucho. Ella es asesora de finanzas personales, vende seguros y fondos de ahorro -es de las mejores en su empresa- y se gana muchos viajes; antes me llevaba, ahora se van sus amigas o su mamá. Me encanta México, sus pueblos mágicos y los viajes menos planeados. Prefiero la relajación y playa.

Ella es guerrera y me lleva a deportes extremos pero llego muy de malas y al final me relajo.

¿Qué le preocupa? 

Mantener el paso. Se pueden atajar miles de balones, pero si se comete un error se pierde el partido. Hay que estar concentrado. Busco mantener los pies en la tierra y saber que lo que hacemos es un servicio al público.

LC




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