Logré ser líder sin padrinos ni hermanas buenas: Arturo Zamora

Entrevista

Aficionado de los rojinegros del Atlas y de partidas de dominó con los cuates, el secretario general del PRI confiesa que se hartó de la música de su amigo Vicente Fernández y que prefiere la de Carlos Santana, con quien tuvo el honor de trabajar.

“Quería ser piloto aviador, pero no pasé la prueba de la vista. (Jesús Quintanar)
Ciudad de México /

Bohemio de afición, jugador de dominó, Arturo Zamora llegó a la política venciendo al PRI, partido que ahora encabeza; su ascenso a las grandes ligas del priismo, dice, se debe a su personalidad, pues carece “de padrinos con apellidos históricos y hermanas buenas”.

El secretario general del tricolor posee una biblioteca con 77 mil volúmenes, ha apadrinado a 11 generaciones de abogados y tiene más de 200 ahijados en su natal Jalisco.

Es fanático del Atlas y sufre “aunque mi equipo pierda, aunque mi partido pierda, pero soy leal”; también recuerda que ha sido mil usos, y uno de los oficios que más satisfacción le dio es haber sido parte del equipo de producción de su paisano, el músico Carlos Santana.

¿Quién es Arturo Zamora?

Nací en un barrio muy pobre cerca de San Juan de Dios, Guadalajara. Soy hijo de padres que tenían una tienda de abarrotes, vendíamos petróleo porque en ese tiempo los vecinos no tenían gas. También vendíamos manteca para cocinar, así me formé y me crié; trabajé de herrero, carpintero, tornero y de aprendiz de zapatero. A los 13 años llegué a la secundaria, me hice autosuficiente, además tenía 13 hermanos, yo era el penúltimo, trabajé y estudié.

He sido maestro universitario durante 26 años. La academia es una cancha muy agradable para mí. Ingresé a la política en 2003 como un ciudadano más, cuando el PRI abrió su proceso a la sociedad para la alcaldía de Zapopan. Entré y gané la candidatura, y luego la elección al PAN.

La política es de castas, de familias, ¿fue difícil llegar como ciudadano?

Muy difícil, ¿por qué? Porque no tengo familiares en la política ni hermanas buenas (risas). Le entré, le batallé, le sufrí, de hecho todo el establishment del PRI estaba en contra de Arturo Zamora, entonces hice redes ciudadanas, una precampaña muy alegre, muy participativa.

Para entonces ya había apadrinado a 11 generaciones de abogados. Invité a todos mis ahijados a participar, amigos de todos lados. Así nació el Zamorismo en Jalisco que, primero, le ganó al PRI y luego con las siglas de ese partido. Luego entró a un proceso interno, que creo que fue un error ser candidato a gobernador, le vuelvo a ganar a todo el PRI del estado, quedo de candidato, pero lo que no sabía era que los líderes en esa época se confabularon para traicionarme y entregar la gubernatura a otro partido.

Cuando se quita el chip del político, ¿qué hace?

Primero, buscar a mis cuates del club de dominó, nos juntamos para comer, me olvido de todo, procuro no mirar el teléfono porque me distrae de las jugadas y eso tiene consecuencias, a nadie le gusta perder. Tomamos la copa, platicamos de todo, menos de política. Cuando estoy en Jalisco, me siento muy contento, todos me saludan.

Los fines de semana en la CdMx voy a los tianguis en la Doctores, en la Lagunilla, al mercado de San Juan y en esos lados me conoce la gente porque no tengo pretensiones ni poses, porque si vas a un restaurante sintiéndote don fufurufo o, don chingón y no saludas a la gente, porque te sientes hecho a mano o un déspota, esa gente no tiene comunicación con los demás, y yo siempre procuro tener comunicación con todos.

¿Qué canta?

Me gusta mucho el bolero, la canción de “Solo Dios”.

Como buen jalisciense, ¿le gusta Vicente Fernández?

Me gusta, pero me llené de él porque de jovencito íbamos de palenque en palenque, soy amigo de él y de sus hijos, pero me llené de él.

Prefiero a Javier Solís, un hombre privilegiado con su voz; a Pedro Infante, no solo por su voz, también por lo festivo y buen actor que era; Lola Beltrán, Jorge Negrete…

Me gusta la cumbia, el danzón y si hay chanza allá (en Jalisco) cada dos o tres años también me la echo. Carlos Santana siempre me gustó, diario tenía el privilegio de escucharlo.

¿Cocina?

¡Sí! Conejo al horno, preparo una muy buena sopa de verduras, un pescado a la crema… torta ahogada con la mano en la cintura, un buen cocido con su garbanzo, arroz, tamales y pozole. Me encanta comer de todo. Tengo un principio: no tengo comida aborrecida, ni platillo preferido.

Si no hubiera sido político o abogado, ¿qué le gustaría ser?

Yo quería ser piloto aviador; cuando termino la secundaria comienzo a hacer todos los trámites, pase todas las pruebas que te hacen, son una serie de pruebas para ver si tienes arrojo, valor, determinación, pase todos menos el de la vista, y por eso no fui piloto aviador.

¿Qué está leyendo?

El tesoro escondido, de don Prisciliano Sánchez, precursor del federalismo y fundador de Jalisco.

  • Israel Navarro
  • israel.navarro@milenio.com
  • Licenciado en Comunicación y Periodismo por la UNAM. Reportero de Grupo MILENIO desde hace más de 10 años asignado a temas de política y crimen organizado.

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