Los incrédulos de la pandemia; teorías y conspiraciones del covid-19

Las teorías de los entrevistados van desde Kubrick hasta el exterminio humano, pasando por el nuevo orden mundial.

El uso de caretas previene que contagios de covid-19 | Javier Ríos
Editorial Milenio
Ciudad de México /

Me asomé a un grupo de Facebook, cuyo nombre sonaba irresistible: Teorías y Conspiraciones Covid-19. Fue ahí donde contacté a Felipe H., un jalisciense de 37 años convencido de que todo se trata de “una especie de control y reducción de la población”. Le pregunto en qué se basa. Felipe me responde:

 “Sólo sé que subí a YouTube un video con mi opinión, diciendo que le exageraron tanto que el virus dejó de ser creíble, y como alguien reportó mi publicación bloquearon mi cuenta durante 60 días”.

Supongo que Felipe violó alguna cláusula. Pero en vez de contravenirlo, le pregunto qué decía en el video. 

“Que la gente se cierra demasiado, que por miedo no se informa, que la élite ‘oscura’ ha exagerado, que suena ilógico que el virus se haya movido como dicen. Quizá exageré en el video, pero la poca gente que me vio me aplaudió. ¿Imagínate si subo a Face ese video? Me bloquean hasta que termine el año”.

Hasta antes de la pandemia, Felipe era ayudante general en un rancho donde cultivan arándanos. Vive en Zapopan y por ahora pinta al óleo, trabaja la cerámica y es “pensador”. Me cuenta que otros que vieron su video, “los más paranoicos”, le dijeron que es un loco asintomático que sólo va por la vida contagiando a su alrededor. “

"Me maldicen, me desean la muerte, pero yo sé que esa pequeña experiencia que tuve en YouTube me hizo dudar más del virus”.

¿Qué te hace dudar?

—Si en verdad hay un virus como lo describen, habría muertos por donde quiera. El miedo no sólo sería infundado, sería verdad. Ni la H1N1, que igual no me la creí, y que se supone es una gripe feroz, ocasionó tantos muertos. El coronavirus es tos, gripa y fiebre, y desde su aparición, ya no escucho a nadie que tosa, que tenga gripa o que le de fiebre. El cómo viaja el virus, eso es ilógico. Es imposible que cada ser humano esté enfermo o tenga el coronavirus sin “activar”, como lo cuentan los más paranoicos. Hasta parece ciencia ficción.

Oficialmente, en México hay más de 50 mil muertos y más de medio millón de contagiados —le digo.

—Hasta donde sé, los países que se negaron a seguir a la OMS, bajaron los muertos. Te digo que todo es un plan maquiavélico y organizado para controlar a la población. Ciertos doctores que manejan las estadísticas las elevan, a sabiendas de que las personas se creen todo.

Pero, ya son muchos muertos, ¿no crees?

—Son números inflados. Si fuesen muertes más directas al “virus” habría en ellas tos, gripa y fiebre.

Como me he propuesto escucharlo sin prejuicios, paso a la siguiente pregunta:

¿Tus padres siguen las medidas sanitarias?

—Sí, porque tienen televisión. Ellos, hasta ahora, creen en algo, pero a veces no quieren creer en nada. El coronavirus es un tema que en mi casa no se toca, molesta como si fuera una mosca. Y si se toca es en tono de burla. Yo apenas escucho la radio, no me importan las conferencias de Gatell: él sigue al pie de la la letra todos los protocolos que le ordena la OMS y los de arriba.

—¿Tienes conocidos que coincidan contigo?

—Sí, pero ellos no quieren que ni los mencione en Face, o en Youtube o en los chats. Creo que les da vergüenza. No quieren que grabe su opinión para mi canal. No sé si porque mi canal no tiene calidad o no es de su gusto.

¿En qué crees, Felipe?

—No creo en Dios. Creo en un destino, aunque mi mujer me dice que el destino es “Dios”, y solo me da risa su contradicción. Veo al universo y toda su infinita existencia oscura llena de estrellas como un “Dios”. Y eso lo respeto como una mota de polvo de estelar viviente y pensante.

​Sobre la escandalosa calle Puebla, un vendedor ambulante de jugos se anima a contarme su vacilación por el covid-19 sólo hasta que le miento y le digo que ya no sé en qué creer. 

“Mi mujer es enfermera y me dice que sólo gente ignorante como nosotros es la que anda dudando, mi Álex”, me dice con el cubrebocas en la papada. “Pero fíjate: hace como un mes, estaba en mi casa, cuando vi salir corriendo a mi mujer, me asomé y vi una ambulancia: el vecino se había muerto, según del coronavirus. Mi mujer regresó muy preocupada porque había tocado al difunto y porque seguro se había contagiado. ‘Primero Dios vas a estar bien’, le dije, y yo recé todos los días y, mira, nunca se enfermó. Por eso no me la creo”.

¿Si tu esposa es enfermera, por qué no le crees a ella?

—Porque yo no veo a gente cayéndose muerta a mi alrededor. Los periódicos hablan de muchos muertos y yo apenas he visto morir al vecino, aunque ahora dicen que falleció de un infarto.

A unos metros del juguero, un viejo setentero vende caretas y cubrebocas. Le pregunto si conoce a alguien que tenga sus dudas sobre el covid-19. “Pues yo”, me contesta. “Mira, si existiera, yo ya me hubiera enfermado: tengo diabetes y me quito la mascarilla en el Metro, porque me sofoca”.

Quizá ha tenido suerte —le digo.

—Todos los días como sopa de ajo para las defensas, con eso me la estoy llevando.

¿Y por qué vende caretas si tiene sus dudas?

—Porque el pendejismo es negocio.

Javier es un bolero que trabaja alrededor del Parque Río de Janeiro y que no se ha podido quedar en casa desde que empezó la pandemia. “Cuando estás piense y piense en el virus, es cuando te da”, me dice de entrada. “Hay que salir sin miedo, ¿o tú cómo ves?”. Quisiera contestarle que el SARS-CoV-2 no es psicólogico ni opcional, pero sólo me encojo en hombros.

“En veces pienso que todo lo que sale en las noticias es mentira o que agrandan la realidad”, y Javier señala con el dedo el periódico que tiene arrumbado en la cajonera. Entonces me cuenta que en su pueblo, en el municipio de Amealco, Querétaro, decían en la tele que había mucho contagio, que se estaba muriendo la gente. “¿Y cuál?, al contrario: allá se ha estado curando la gente con puras hojas de árboles”, me dice. “Te voy a conseguir los nombres la otra vez que vengas”.

Cuando vuelva a casa y busque información sobre Amealco en internet, descubriré que el municipio, en su mayoría de población indígena, ha controlado la pandemia, pese a que festejaron en grande al santo patrono a finales de julio.


A Abraham S. lo contacté por tuiter. Tiene 30 años, es chilango, trabaja en una agencia de publicidad y he aquí algunas de sus reflexiones:

Que el covid-19 es un simple virus, tipo gripa, un poco más agresiva, “pero hasta ahí”. Que todo es “una orden más para un ajuste económico mundial”. Que él ha visto “videos grabados en hospitales de Nueva York donde a las personas que entran, las asesinan enfermeras y doctores”. Que a él que le conste, en México no conoce a nadie que haya muerto de covid. Que tiene conocidos cuyos familiares han muerto por diferentes circunstancias, “pero en el acta les ponen de covid, dándoles a los parientes de 10 mil a 15 mil pesos de gratificación”. Que el protocolo para evitar un contagio “es de risa: según este virus es agresivo y hasta mortal si no lo sabes tratar; ¿a poco con una simple cubrebocas y gel anti bacterial lo evitas? ¡Obvio nooooooo! El cubrebocas es para no contagiar y ahora resulta que es protector. El gel mata pocas bacterias. Dicen que tienes que estar a 1.5 metros de distancia. ¿A poco el virus no está en el aire? Jajaja. Puras mentiras”.

Que para llamar pandemia “tiene que haber un índice de millones de contagios y muertes”. Que “sólo quieren inyectar a millones de gentes, pero esa inyección, en unos 10 o 15 años, hará una matanza mundial de los más débiles de sus sistemas inmunológicos y económicos”. Y me recomendó que yo, que soy periodista, no me fuera con lo que dicen ciertos gobiernos o medios: “investiga el orden mundial, lo que informó Obama: con el índice de mortandad lo quieren implementar”.

Al otro lado del Atlántico contacté a Arturo Menéndez, un español de 49 años que pertenece al colegio de abogados de Las Palmas de Gran Canaria. Confieso que apenas y revisé los cientos de documentos que me envió para sostener la siguiente teoría: el cineasta Stanley Kubrick diseñó el covid-19 en 1996 y entregó el plan a los Rockefeller, los Rothschild, los Borbón y los Windsor, quienes lo han echado a andar. Arturo lo ha denunciado ya en decena de querellas que ha interpuesto en la Oficina de Registro y Reparto Penal de Madrid. La última, el pasado 13 de junio, fue por asesinato y en contra de la “organización terrorrista del covid” y los gobiernos comunistas.

Arturo, en primera persona:

"Empezaron asesinando a la gente con agua radioactiva en residencias de ancianos y hospitales. Van más de 40 mil muertos. Las 4 empresas que controlan las residencias en España son Vitalia Orpea, Sarquavitae-Domusvi y San Juan de Dios están relacionadas con la compañía Darien, que Kubrick nos informó hace 25 años que financiarían todo el plan en 2020. Kubrick no era adivino. Él diseñó el plan. Él pagaba los cheques, él sabía todo y nos lo cuenta de forma encubierta en Eyes Wide Shut. Yo hice un análisis de la película. Kubrick nos dijo en la película que el hijo de Mario Cuomo, que era entonces el gobernador de Nueva York, asesinaría a la gente en 2020 en NY y así es: su hijo Andrew es hoy el gobernador y sus nursing homes están asesinado a las personas.
Las empresas que van a envenenarnos con agua radioactiva también están vinculadas a Darien. Canal de Isabel II, Agbar, Tecvasa, Emalsa y Canaragua son dueños de los acueductos, aquí en España, y en todo Latinoamérica. De esa agua extraerán la vacuna. No habrá necesidad de ningún chip para controlar a la gente. Sólo dejarán vivos a unos 300 millones de personas en el mundo, el resto seremos aniquilados. La vacuna será de Novartis y tendrá escondido ese veneno en la inmunoglobulina utilizada para las vacunas. Estará dentro del grupo histiológico H2.00.04.

Manuel me pasó su teléfono por si tenía alguna duda.

Todavía no me animo a llamarle

FS

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