Los libros se han convertido en parte esencial de su vida

Otra de sus aficiones es la práctica del deporte, y después le atrajo la música y junto con unos amigos inició el esbozo de una banda, en la cual él tocaba la batería. Asimismo reconoce que le gusta saborear la variedad de la panadería de la entidad.

De mis autores favoritos, Mario Vargas Llosa: Doger (Andrés Lobato)
Rafael González
Puebla /

Enrique Doger Guerrero ama los libros, pero sobre todo la lectura. Para él ninguno es más valioso que otro y aunque se define como un bibliófilo, reconoce que no es un coleccionista, mucho menos cuenta los ejemplares que posee. Pero sí tiene presente que se han convertido en parte esencial de su vida. “Tengo muchos libreros repletos de ellos”.

Otra de sus aficiones es la práctica del deporte, la cual inició al lado de su hermano, quien ya falleció, y sus vecinos de la infancia en el Barrio de Los Remedios, en la 8 Oriente, donde el trompo, el balero, las canicas, los carritos y el futbol eran su pasatiempo.

¿Cuál es el recuerdo más presente de su infancia?

“Son muchos, de mi papá, de mi mamá, de mi abuelo, que llegó de Líbano y hablaba poco español. De mi abuela materna, que era una mujer de campo; de mi hermano, tuve un hermano que falleció cuando tenía él 24 años, el cual era mi compañero de juego y mi cómplice, jugábamos mucho (…) fue una infancia muy feliz”.

¿Qué tal era jugando?

“Bueno, sobre todo en canicas, pero también en el futbol, esto a pesar de que era de los chaparritos”.

¿En qué posición jugaba?

“Siempre delantero. En la prepa y en la universidad teníamos un equipo con los amigos y nos metimos a una liga (…) dejé de jugar porque en un torneo, en una carrera, tenía más de 30 años, un muchacho que tenía 18 le gané, yo corría mucho, era muy rápido, me empuja, caigo mal y me fracturó el brazo. Dije, ‘hasta aquí. Ya no estoy para jugar’. El futbol me gusta mucho, pero lo dejé de hacer. Después me metí al squash y llegué a ganar algunos torneos de mi categoría”.

¿Cómo empezó a jugar squash?

“Por mi primo José, un día me invitó a jugar, yo jugué frontenis, pero no es lo mismo, aunque se parecen, yo le daba a la pelota, pero hasta se aburrían de jugar conmigo, pero como soy necio, empecé a ir y a tomarle el gusto, empecé a jugar mejor, al principio me ganaban todos, después les ganaba a todos”.

¿Por qué se inclinó por la medicina?

“En la preparatoria me atraían las matemáticas y la física, pero me decidí por medicina (…) porque me gustaba la biología. Todos hemos tenido contacto con un médico, entonces me llamaba la atención lo que tenía que saber un médico para curar a una persona”.

¿Cómo se llamaba su grupo de rock?

“No le alcanzamos a poner nombre. La formamos entre amigos. Alguno llegó a comprar una guitarra eléctrica, yo la batería, otro el bajo. Tocábamos puros covers de la época. Nunca fuimos contratados ni nada por el estilo”.

¿Qué covers tocaban?

“De Chicago, de Santana. No éramos tan buenos, pero la echábamos ganas”.

¿Y traía el pelo largo?

“Lo llegué a traer largo, era la moda”.

¿En su casa no le decían nada?

“Mi papá, ‘córtate esas greñas’. Me sentía soñado. Por la moda se utilizaban los pantalones acampanados y a la cadera. A mis hijos les digo, la mejor época para ver cuando era joven es ver la película de John Travolta de ‘Sábado de Fiebre por la Noche’, así es como nos vestíamos”.

¿Usted bailaba?

“Empezaba la moda acá, en Cholula, por la presencia de la UDLAP, que tenía muchos extranjeros ahí empezaban las discotecas, al estilo de Fiebre de Sábado por la Noche. Iba con mis amigos, pero no era tan bailador”.

¿Colecciona algo?

“De niño me gustó coleccionar timbres postales y llegué a tener una buena cantidad de todo el mundo. Ahora a las nuevas generaciones la filatelia no les dice nada. Con el e-mail y todo el desarrollo tecnológico, el correo murió”.

¿Qué le gusta de un libro?

“Coincido con Gabriel García Márquez que un buen libro es el que atrapa al lector (…) Me gustan mucho los libros, leerlos, verlos, el material, aunque sé que ya hay electrónicos no hay nada como la textura del papel, el leer, el dejarlo, el volverlo a releer”.

¿Cuál es su libro favorito?

“Hay muchos libros y autores que me marcaron. De mis autores favoritos, Mario Vargas Llosa, ‘La Fiesta del Chivo’ es un libro que me gustó mucho, y ‘La Ciudad y los Perros’, su vida en el Perú; también ‘La Tía Julia y el Escribidor’, un poco de sus memorias cuando se casó con una tía de él, mucho mayor que él y lo combinaba con un escritor de radionovelas, es uno de los libros que más me divirtió. Casi todos los libros de Vargas Llosa lo he leído. Por supuesto, de Gabriel García Márquez, uno de los primeros libros que leí fue ‘Relato de un náufrago’, que me marcó mucho; ‘El amor en los tiempos del cólera’, ‘Cien años de soledad’ sí, pero no lo veo como, ya sé que es la gran obra, pero prefiero ‘El amor en los tiempos del cólera’. De Carlos Fuentes, ‘La muerte de Artemio Cruz’, que también lo leí muy joven”. Creo que él merecía el Nobel de Literatura. Aunque muchos literatos lo criticaban, me gustaban las obras de Luis Spota, que eran en aquella época las novelas políticas, ‘De palabras mayores’, que es cuando un candidato a la presidencia del entonces partido hegemónico del PRI le decían las palabras mayores, ‘vas a ser candidato y prácticamente ya eras el presidente’. De Carlos Monsiváis, es un ensayista que también me marcaron. Ya más recientemente, el poblano Ángel Palou (…) también Jorge Volpi, su novela ‘En busca de Klingsor’ también me marcó. Más recientes, Rafael Pérez Gay, que sus libros y sus ironías me gustan mucho. También Dan Brown, como el ‘Código Da Vinci’, que califican como literatura ligera”.



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