Es martes y se inventa un nuevo verbo: corcholatear. Dícese de estar en funciones oficiales pero también en las no tanto. Es decir, en las políticas. O sea, ser secretario pero precandidato. O aspirante, según la ley.
Eso es lo que ocurre hoy, apenas dos días después del desayuno familiar de Morena en Toluca para buscar la unidad del partido de cara a las elecciones del 2024: dos de los principales activos del morenismo miden fuerzas afuera de Palacio Nacional.
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Se trata del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, que pusieron de excusa para dejarse querer la cuarta visita a México del enviado especial de la Casa Blanca para el Cambio Climático, John Kerry.
Los tres tenían una cita al mediodía con el presidente Andrés Manuel López Obrador para continuar con los diálogos sobre la transición de México a energías renovables y el papel que juegan en ello las grandes empresas estadunidenses del sector, pero los secretarios también agendaron cita con los simpatizantes que aguardaban expectantes detrás de la valla dispuesta en la calle de Corregidora, donde se encuentra la puerta para visitas.
El primero en acercarse a la muchedumbre fue Ebrard. Portando cubrebocas saludó con el puño a la gente detrás de la valla que le pedía fotos.
“¡Es la emoción, es la emoción!”, decía una señora que se tomó selfies con Ebrard porque su acompañante se puso nerviosa y tardó en activar el obturador de su teléfono. Desbordada por la emoción se permitió darle unas cuantas palmadas en la espalda al canciller.
En cambio, Adán Agusto se mostró más experimentado en la toma de selfies y para evitar trajines como los de Ebrard tomaba el teléfono de quienes le pedían fotografías y él mismo capturaba el recuerdo.
A diferencia del canciller, el secretario de Gobernación no portaba cubrebocas.
Así pasaban los minutos mientras Kerry, que entró a palacio arriba de una camioneta por la entrada de la calle del Carmen, era recibido por el Presidente.
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Afuera, arremolinados junto a los medios de comunicación, la mayoría de ciudadanos que saludaron a Ebrard y a Adán Augusto aprovechó la ocasión del saludo para pedir a los secretarios que les ayuden a resolver problemas de índole personal o laboral.
“-¿Le puedo dar? es que, estoy desempleada soy enfermera", le dice una mujer a Adán Augusto al momento que le extiende una hoja de papel.
El breve intercambio continúa mientras algunos reporteros cuestionan al encargado de la política del país sobre el evento de Toluca del domingo donde fue uno de los estelares.
-Déjamelo.
-Gracias.
-¿Tienes teléfono aquí?-pregunta el funcionario federal.
-Sí, están todos mis datos, estuve trabajando con el señor Rafael Tovar y de Teresa".
-Aquí déjemelo.
Pasaron tres horas para que terminara el encuentro. La afluencia de simpatizantes detrás de la valla nunca menguó, al contrario, fue creciendo llamados por la curiosidad que despiertan las cámaras de televisión que esperaban pacientes frente a Palacio.
El primero en salir fue el director de Pemex, Octavio Romero. No hizo ningún comentario y subió a su camioneta sonriente.
Tras de él, la secretaria de Energía, Rocío Nahle y el director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett. Luego Adán Augusto, quien se acercó de nuevo a la multitud, pero ahora le entró al chacaleo.
En el intercambio sostuvo que "de ninguna manera" se violó la ley en el mega evento de Morena en Toluca y se deslindó de los espectaculares que aparecieron con su imagen.
Luego de unos minutos salió Ebrard, acompañado de Kerry y del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar.
El enviado de la Casa Blanca explicó que México está dispuesto a hacer una transición a energías limpias sin dejar a un lado las necesidades de su población y construyendo fuertes relaciones con el resto de países del hemisferio occidental.
Los estadunidenses se subieron a las camionetas que la cancillería dispuso para su visita y se marcharon.
Pero Ebrard aprovechó para saludar del otro lado de las vallas donde no se había aparecido en su llegada.
La tónica de salida fue la misma que de llegada. Fotos, saludos de puño, arengas como: "para presidente, para presidente" o "lo queremos en la presidencia".
Entre foto y foto, un joven decide grabar un vídeo a modo de selfie y con una voz chillona fingida para dar énfasis le suelta: "Marcelo, Marcelo, ¿crees que le puedas ganar a Claudia Sheinbaum".
-"Preguntales a ellos" -le responde Ebrard. Y desde la muchedumbre se oye un: "¡claro!".
FLC