“Jamás pensé vivir algo así en mi propio partido”, sentenció Marcelo Ebrard horas antes de perder la candidatura presidencial de Morena. Un nuevo strike a quien se decía el “único sucesor” de AMLO y que se niega a hacer del 2024 su segundo intento fallido por convertirse en Presidente de la República.
La tarde-noche del 6 de septiembre fue tensa. Morena cerró su proceso interno entre tensiones, incertidumbre y acusaciones; mismas que en 2011 permearon en la disputa de Marcelo y López Obrador por ser el abanderado del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para los presidenciables del siguiente año.
El resto de aquel proceso fue historia. El tabasqueño se consagró como el candidato perredista tras vencer a Ebrard en un método muy similar al que recién dio la victoria a Claudia Sheinbaum — y que el ex canciller cuestionó por las “irregularidades” detectadas —: las encuestas.
En esa época el Sol Azteca sometió a sus aspirantes a la opinión de más de 6 mil ciudadanos en toda la República. López Obrador tuvo mejores resultados en tres de las cinco preguntas, en su mayoría relacionadas al voto directo, mientras que Marcelo relució en aquellas de simpatía y buena opinión.
Ebrard terminó por acatar el veredicto: “La izquierda dividida sólo irá al precipicio”. Acto seguido, Andrés Manuel propuso jalar a Marcelo a la Secretaría de Gobernación (Segob) en caso de resultar ganador; un “premio de consolación” que, según voces expertas, obedecía a un pacto entre ambos perredistas.
Y es que, según las versiones, la dependencia fue la antesala donde Ebrard aguardó por su eventual candidatura para el 2018. A Marcelo se le había “prometido” protagonizar una sucesión presidencial, pero el triunfo de Enrique Peña Nieto por el Revolucionario Institucional (PRI) frustró el acuerdo.
Andrés Manuel y Ebrard tomaron caminos diferentes. Después de algunos años y otros altibajos terminaron por reencontrarse en 2017 antes del triunfo de AMLO como Presidente de la República, y cuyo sexenio catapultó la popularidad de Marcelo desde un escaño inusual para el estrellato: la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
El “único sucesor”, la primera declinación
La victoria de Sheinbaum como candidata presidencial de la 4T despertó dudas por el siguiente movimiento de Marcelo Ebrard: ¿Reconocerá a la capitalina?, ¿Rompería con Morena?, ¿Se iría a otro partido?, ¿Apostaría por la vía independiente?.
En su primera declaración tras la derrota afirmó que evaluaría su camino político luego de darse cuenta que en el guinda “ya no hay espacio” para él. Desde entonces ha guardado secrecía ante los rumores de una posible anexión a Movimiento Ciudadano (MC) o una candidatura independiente (esta última planteada por el propio AMLO).
Pero el ex titular de la SRE se ha mantenido firme. Quiere ver su nombre en la boleta de “Presidente de la República” del 2024 y, hasta donde ha expresado, se considera dar su respaldo a Sheinbaum Pardo.
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Y es que, si bien Ebrard ha perdido dos procesos internos rumbo a presidenciales, también “dejó ir” la Jefatura de la Ciudad de México en el año 2000 cuando contendió por primera vez al cargo pero en representación del Partido de Centro Democrático (PCD). Ello, mientras su “padrino” Manuel Camacho Solís buscaba la presidencia.
La jornada electoral terminó con la victoria histórica de Vicente Fox que puso fin a más de 7 décadas de gobernanzas priístas. Por su parte, Marcelo optó por declinar a favor del candidato que subió a la administración del entonces Distrito Federal (DF) bajo los colores del Sol Azteca: López Obrador.
El acto estrechó la relación con AMLO. Marcelo ejerció como su asesor antes de subir a la Secretaría de Seguridad, cargo del cual fue revocado por el linchamiento de policías en Tláhuac en 2004.
En 2005 volvió al gabinete obradorista como Secretario de Desarrollo Social y militante del PRD, partido que lo lanzó como su carta para la Jefatura del DF. En 2006, Ebrard se consagró como el sucesor de López Obrador en la capital tras superar con más de un millón de votos a su competidor directo.
Desde entonces su imagen se disparó como un fuerte contendiente a la Presidencia del 2012. Pero AMLO también levantó la mano y, de nueva cuenta, los resultados de una encuesta obligaron a Ebrard a cederle el paso.
ALS