8M: El día que marchamos por "las que ya no están" y exigimos "ni una más"

#Marcha8M: Crónica en primera persona

Miles de mujeres mexicanas, abuelas, madres, hijas, hermanas; amigas, compañeras de lucha o desconocidas marchamos hombro con hombro y alzamos una sola voz contra la insoportable violencia de género.

Unas 80 mil mujeres marcharon del Monumento a la Revolución al Zócalo para protestar contra la violencia de género. |Araceli López
Natyelly Meneses
Ciudad de México /

Vestidas de negro con pañoletas verdes al cuello y el rostro cubierto o con blusas moradas y las pancartas en alto… abuelas, madres e hijas; amigas, compañeras de lucha o desconocidas…más de 80 mil mujeres lanzamos un solo grito en nombre de "las que ya no están", y marchamos por ellas este 8 de marzo en la Ciudad de México.

Llegué en Metro y desde Ecatepec, en los vagones de la Línea B las mujeres ya nos saludábamos con sonrisas, intercambiábamos miradas; con los colores rosa, morado y verde anudados en las manos, sabíamos que todas teníamos el mismo destino: la manifestación para repudiar la violencia de género y exigir justicia.

Mujeres en la Línea B del Metro de CdMx se dirigen a la marcha al Zócalo.

Las mujeres caminamos con entusiasmo hacia la explanada del Monumento a la Revolución, que para las 13:00 horas ya estaba repleta. Para re-encontrarse, las amigas mandaban su ubicación vía Whatsapp, se llamaban por teléfono.

"Florecemos desde la muerte", leo en la espalda de una joven que cubrió su piel desnuda con brillantina morada y flores amarillas, y marcó su cara con pintura roja simulando una mano.

Apretaditas antes de marchar, nos repetimos que "juntas somos más fuertes" . Se siente un ambiente de júbilo y la esperanza de que podemos acabar con la violencia contra las mujeres en México.

Mientras caminamos hacia la avenida Juárez aplaudimos, cantamos y gritamos: “¡El violador eres tú!”, el himno creado por el colectivo chileno Las Tesis que a todas nos mueve, nos conmueve y nos enchina la piel.

Agua rosa brota de la Fuente Bicentenario

En la emblemática avenida Reforma, de la Fuente Bicentenario sale agua rosa. Las manifestantes lo festejamos, aplaudimos a la valiente que se subió a esparcir el polvo rosado. 

“¡Mujer, escucha, ésta es tu lucha!”, gritan las mujeres que avanzan al Zócalo. 



Madres marchan con sus hijos

De la mano de su hija, camina por la avenida Juárez María de los Ángeles. “Estamos apoyando a las mujeres”, dice sonriente la mujer de 71 años, que viste orgullosa una blusa morada.

Ariadna empuja la carriola en la que lleva a su hija:

"Marcho porque quiero un mundo mejor para ella", dice y no puede contener el llanto.

Muchas mamás llevan a sus bebés en brazos o a sus niños pequeños en los hombros. Marchamos por nuestras hijas e hijos, porque queremos enseñarles, con el ejemplo, que mujeres y hombres no somos iguales, pero tenemos el mismo derecho a ser respetados, amados, a estudiar, trabajar, tener puestos directivos, a ser libres de elegir. 

En un templete frente a Bellas Artes, decenas de mujeres comparten, micrófono en mano, sus historias de violencia, mientras que en la marcha les repetimos fuerte: “¡No están solas, no están solas!”

Con los brazos entrelazados o tomadas de las manos, las mujeres exigimos con fuerza: “¡Ni una más ni una más, ni una asesinada más!”.

Y es que, que quede claro, no soportamos más el machismo, porque daña a toda la sociedad: “¡El que no brinque es macho, el que no brinque es macho, el que no brinque es macho!”.

Las pintas y el llamado a la no violencia

Estamos enojadas, es verdad. Un monumento no sustituye la vida de una mujer, dice una de las manifestantes mientras vemos cómo un grupo realiza pintas y rompe vidrios en algunos edificios de la calle 5 de Mayo.

“¿Pero por qué hacen eso?”, me pregunta angustiada Josefina, de unos cincuenta años. “Supongo que es el enojo, el odio ante la injusticia. No lo sé”, le confieso.
“¡No violencia, no violencia!”, piden en la marcha, mientras un grupo de policías se va acercando a las “encapuchadas”.

“¡Mujer policía, únete a la lucha!”, les piden a las uniformadas, que se resguardan tras escudos transparentes.

“¡No corran, no corran!”

Casi para llegar al Zócalo, se viven momentos de tensión y susto. Se escuchan petardos y se ve humo cerca. Algunas personas corren y se repliegan, aunque no saben bien qué pasó.

“¡Todas juntas, todas juntas!”, gritamos y nos volvemos a unir para seguir avanzando.

Mujeres se reúnen en el Zócalo previo al final de la marcha del 8M. (Adriana Anguiano)


“¡Fuimos todas!”

Un grupo de mujeres, en su mayoría vestidas de negro y con el rostro cubierto, se sube a un templete frente a la Catedral Metropolitana, desde donde alzan una bandera tricolor con la leyenda "México feminicida".

Aplausos y gritos que se interrumpen por el sonido de más petardos. Algunas manifestantes se asustan, corren y muchas se van de la plancha del Zócalo.

Exigen vivir sin miedo, ser libres y estar en ambientes son violencia contra ellas. (Adriana Anguiano)

Desde un templete frente a Palacio Nacional, se llama a la no violencia: “Necesitamos calma, compañeras. Estamos seguras en la plancha del Zócalo”, repiten.

“¡No corran!”, insisten, pero en la Puerta Mariana, esa por donde se entra a Palacio Nacional, se escuchan estallidos y se ve un gran flamazo.

“Son hombres infiltrados que están aventando las bombas”, acusan desde el templete.

Lanzan petardos frente a Palacio Nacional tras final de la marcha del 8M. (Adriana Anguiano)

No sabemos quién fue, pero una chica sale herida porque las llamas la alcanzaron. Paramédicas de Marabunta atienden a la herida y se la llevan del lugar.

Las policías se forman y protegen el lugar donde cada mañana el Presidente de México da conferencias.

Los ánimos se calman poco a poco. Sólo fue un conato, no pasa a mayores. Desde el micrófono llaman a madres de desaparecidas e integrantes de varios colectivos, para que suban al templete.

“Exigimos seguridad y vida digna para nuestros hijos"

Más hermanas, más compañeras; más amorosas y más conscientes, las mujeres seguimos caminando, ahora hacia a casa, a abrazar a nuestro hijo, a nuestro padre, a nuestro hermano, a nuestro novio o a nuestro amigo, para contarles de la marcha y decirles que si se unen contra el machismo también, verdaderamente y nunca más estaremos solas.

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