Decía el ideólogo priista Jesús Reyes Heroles que “en la política la forma es fondo”, y este jueves, en la ceremonia por el 110 aniversario de la Marcha de la Lealtad, privaron las formas.
El reflector no quedó en Francisco I. Madero, en la Decena Trágica o en los cadetes que engalanaron el Zócalo de Ciudad de México, sino en los representantes de los tres Poderes de la Unión, en el gabinete presidencial, en las corcholatas y en cómo se condujeron.
A cuatro días de su polémico encuentro en Querétaro, durante el aniversario de la Constitución, el presidente Andrés Manuel López Obrador y la titular de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), la ministra Norma Lucía Piña, se volvieron a ver de frente sobre avenida Juárez; era el encuentro más esperado de la mañana. Apenas chocaron las palmas con los brazos extendidos: un saludo distante, pero institucional.
Las representaciones históricas a cargo del personal militar fueron dieron inicio de la celebración, y fue el Presidente el encargado de emular a Madero, quien marchó como lo hizo el Apóstol de la Democracia hace un siglo, desde Eje Central hasta la Plaza de la Constitución. Pero ahora el recorrido no fue a caballo, sino en un Humvee, y ya no escoltado por cadetes, sino por los secretarios de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, y de la Marina-Armada, el almirante Rafael Ojeda.
Metros atrás, la titular de la Corte, y el presidente de la Mesa Directiva de San Lázaro, el panista Santiago Creel, avanzaron hasta el Zócalo, ambos siempre acompañados por la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller.
Este año la ceremonia del 9 de febrero ya no se realizó en el castillo de Chapultepec, sino en las inmediaciones de Palacio Nacional, y el distanciamiento con el Poder Judicial se vio en los lugares asignados, cada vez más alejados de la silla presidencial. Piña fue colocada entre Creel y la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, nuevamente a la derecha del mandatario.
“Verdad cotidiana”
Ya en el templete, ante el Estado Mayor Conjunto y el gabinete, hubo apretones de mano, besos, abrazos y algunos desaires entre los presidenciables.
En el protocolo, los cánticos para cadetes, 21 disparos de salva en honor al Presidente, según lo establecido; y en los discursos, “la lealtad institucional”, expresión que, según el general Cresencio Sandoval, es una “verdad cotidiana ante el pueblo de México”.
Antes, el general de Brigada, Jorge Antonio Maldonado Guevara, director del Heroico Colegio Militar, conminó a los jóvenes cadetes a refrendar su compromiso con las instituciones.
Si bien la Marcha de la Lealtad sirvió para que las fuerzas armadas y la Guardia Nacional refrendaran su compromiso institucional, mostró también las nuevas formas de la clase política.