Pasan las semanas y las mujeres padecen cada vez más el problema de las estancias infantiles...
Las dueñas de esas escuelas, porque ya no reciben el apoyo del gobierno federal, además sus ingresos merman porque hay madres que no pueden pagar las cuotas, que ya aumentaron.
Las madres trabajadoras, porque no pueden sufragar los incrementos de las cuotas, ya que no han recibido el apoyo directo que prometió el gobierno federal.
Todas las mujeres se ven afectadas, sobre todo las de menores recursos. Por ello, ya van más de dos mil amparos en todo el país contra el recorte de recursos…
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Ajuste de personal, menús de alimentos restringidos para los niños e incremento de cuotas son algunas de las medidas que las estancias infantiles han tomado ante la falta de los recursos federales. Desde que inició el año, la operación de los planteles se da únicamente con las aportaciones de los padres de familia.
“Estamos con un menú austero, nutritivo, pero austero”, advierte la maestra Romana Sánchez, mientras los niños de la estancia que dirige en Axochiapan, un municipio con alto índice de marginación en Morelos.
“Antes a los niños se les daba el menú de primera clase, la fruta, los alimentos. Ahora le pedí a las mamitas que me traigan la leche, y les subí 200 pesos más. Cobraba 600 y ahora la aportación es de 800”, explica la docente.
“Tenía 10 maestros, ahorita me quedé con tres de actividades (inglés, educación física y danza) y tres maestras. Yo no estoy ganando nada, lo estoy haciendo porque me gusta ser maestra, porque me gusta servirle a la gente y, sobre todo, porque amo a los niños. Por eso no he cerrado”, narra la dueña de la estancia Mi mundo Feliz, que fue una de las primeras que se crearon hace 11 años, cuando el programa surgió para apoyar a cientos de miles de madres trabajadoras, especialmente a aquellas que no tienen acceso a guarderías del IMSS o del Issste.
Esos centros de desarrollo subsidiados por el gobierno federal han sido la única opción que tienen las madres trabajadoras en este municipio: las guarderías del IMSS solo operan en 300 municipios del país, mientras las estancias infantiles funcionan en mil 249.
“No nos alcanza porque tenemos que pagar maestros, tenemos que pagar agua, luz, teléfono”, sentencia la dueña.
La actual administración redujo a la mitad el presupuesto del programa de estancias infantiles y planea entregar los recursos directamente a los padres y madres bajo el argumento de que así se evitará la corrupción. El problema adicional es que las madres tampoco han recibido el apoyo directo que se les prometió.
“No tiene el dinero la mamá ni lo tiene la estancia”, señala Romana, quien le pide al Presidente de la República que apoye a los niños de las estancias.
En esta misma situación de crisis se encuentran estancias en todo el país, a decir del senador de Movimiento Ciudadano Samuel García. Las estancias “afortunadas” están pudiendo implementar medidas de austeridad, dice el legislador, pero hay muchas otras que están cerrando. Y con ello, los niños que están dejando de ir a las estancias se están quedando sin estimulación temprana.
A través de amparos, se buscará que los recursos lleguen a las estancias de manera retroactiva. “No veo yo un gobierno pudiendo controlar una embestida amparos y es una pelea que vamos a ganar”, augura el senador, quien afirma que hasta ahora hay 2 mil 140 amparos a escala nacional.
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El incremento de la cuota en la estancia infantil ha impactado en la economía de las familias. Hace más de una semana que María José Rodríguez, una niña de tres años que estaba inscrita a la estancia Mi Mundo Feliz, dejó de asistir porque sus padres no tienen para cubrir la cuota, que pasó de 600 a 800 pesos mensuales.
Su madre, Marisela Pacheco, trabaja vendiendo jugos en el mercado, su padre es albañil y con los magros ingresos de ambos viven los seis miembros de la familia.
Ahora María José pasa las mañanas deambulando entre los puestos del mercado o sentada debajo de la mesa del puesto de su abuelo, Bernardo, quien vende frutas y verduras.
Paula Cueto es carnicera y madre de Rafael. Ella había decidido sacar a su hijo de la estancia, pero los riesgos que el niño de 2 años 11 meses corre en el mercado, mientras ella destaza carnes, la hicieron cambiar de opinión y está haciendo esfuerzos extras para pagar las cuotas.
“Estamos tristes. Dos sexenios trabajamos bien, siempre pagaron puntual”, concluye Romana.