Como cada año, los albergues que reciben a migrantes en la Ciudad de México se preparan para ofrecer una cena especial en Año Nuevo a sus inquilinos, pero en esta ocasión se han encontrado con un "choque cultural" que ha modificado algunos hábitos, incluso el menú.
Es el caso del albergue Casa Tochán, en donde, después de 10 años de compartir la mesa con centroamericanos, quienes tiene gustos muy similares en el ámbito gastronómico, han decidido dejar en manos de los nacionales de Haití los preparativos culinarios.
Este albergue cuenta con 45 migrantes, en su mayoría haitianos y algunos centroamericanos, después de que llegó a una ocupación de 107 personas con el paso de la caravana.
"Cada año preparamos algo especial, pero ahora con los haitianos, que tanto trabajo nos dan para identificarlos en sus formas de cocinar, hemos dejado a ellos que preparen, son mayoría en el albergue entonces los hemos dejado que hagan ellos la cena. El 24 fuimos muy bendecidos, nos trajeron muchas donaciones mucho pollo y ellos lo prepararon a su modo", contó a MILENIO Gabriela Hernández, directora de Casa Tochán.
"Ellos preparan mucho... como que condimentan más sus alimentos, hicieron un preparado con ajo, cebolla y Magui, que les gusta mucho. Le da otro sabor al alimento, y bueno el clásico arroz, que yo he probado mucho el arroz que preparan en Centroamérica, el casamiento famoso, que son frijoles con arroz, pero ellos lo hacen un poquito estilo chino (...) sus formas de cocinar, incluso los niños, hasta me acordé mucho de mi mamá en tiempos de dificultades económicas, porque me pidieron solamente agua y pan para hacerles una pasta, un caldito a los niños. La comida no está complicada, es muy sencilla, pero sí tienen otro toque".
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Esta diferencia no pasa a mayores, pero se junta con otros hábitos, pues las reglas son claras para poder mantenerse los tres meses permitidos en el albergue, ya sea en camino a Estados Unidos o a la espera de una visa de refugiado, que es el caso de todos los que se encuentran al cierre de año.
"Hay una mujer y un hombre haitianos apoyándome. La mujer es súper activa; mueve acá, limpiando y viene con su compañero y el compañero no hace nada, lo tenemos que estar jalando, y Andy que es quien nos ayuda a traducir me decía: es que así es en Haití, como que la mujer está más acostumbrada a todo el trabajo de la casa y el hombre es el que sale a proveer, pero yo le dije: aquí no está proveyendo entonces tiene que adaptarse", relató.
¿Es un choque de culturas?
"Fuerte, muy fuerte, con los haitianos, pero bueno nada insalvable se trabaja poco a poco, les cuesta sí pero al fin se adapta y por desgracia están en un albergue donde hay reglas y las tienen que cumplir sí o sí".
Gabriela Hernández comentó que la mayoría de los migrantes que esperan una condición de refugiado en la Ciudad de México encuentran trabajo en la industria de la construcción o maquila.