“Nos debería dar más miedo el futuro que le estamos dando a los hijos”: Filiberta Nevado

MUJERES QUE LUCHAN

La lucha contra la tala clandestina en Acaxochitlán ha puesto en riesgo a la defensora del monte

Filiberta Nevado, defensora del monte de Zacacuautla, en su lugar favorito para reflexionar. (Cortesía: Carlos Mercado)
Filiberta Nevado, defensora del monte de Zacacuautla, con su máscara favorita. (Cortesía: Carlos Mercado)
Melisa Agüero
Acaxochitlán /

“Las generaciones futuras nos lo reclamarán porque no les estamos dejando nada”

Resistencia, emblema de las mujeres de Zacacuautla. A pesar de la persistente tala de árboles ancestrales en esta zona peleada del municipio de Acaxochitlán, donde las autoridades hacen oídos sordos y miopía selectiva, la población resiste con danza y enseñanzas.

Perseguida constantemente por los taladores de la zona, Filiberta Nevado Templos es memoria viva de la comunidad, ejemplo de lucha y compromiso con las generaciones venideras. Su resistencia –junto a la de sus compañeros– ha logrado reivindicar el carnaval de Zacacuautla, con el que no solo se recupera una tradición cultural que había permanecido por décadas perdida, sino que se ha vuelto el grito enérgico contra la tala clandestina que busca hacerse escuchar en cada rincón de México.


¿Cómo comenzó la tala?

Alrededor del año 2000, la familia apellidada Canales Templos se adueñó de un predio de cerca de 55 hectáreas, y consiguió con ello un permiso de aprovechamiento forestal que resultó en la tala indiscriminada del bosque de Zacacuautla; esto a pesar de que las generaciones más antiguas de la comunidad saben que esas hectáreas pertenecían a la familia Gómez García. Con el tiempo esta actividad forestal atrajo al grupo delincuencial denominado Los Negros, que se sumaría a una dinámica compleja e imparable por las autoridades locales, a quienes a últimas fechas Filiberta acusa de no haber hecho absolutamente nada desde el inicio de la nueva administración, a cargo de Rocío Jaqueline Sosa Jiménez.

“En 2004 mataron a uno de los más aguerridos de los defensores de ese monte, que se llamó Samuel Cruz Hernández, compañero que murió y nunca hubo justicia para su viuda y sus hijos, ni investigación hubo, no hubo nada (…) hubo denuncia, hubo todo lo que decía haber (de parte de la población) y no pasó nada. De ahí, el pendiente de que mataran a otros, porque en ese entonces también mataron a la albacea de la familia Gómez García, entonces ya ni la familia ni el pueblo quería hacer más nada”.


Anular el permiso de aprovechamiento forestal que se tenía apócrifamente para explotar el monte de Zacacuautla, comunidad de Acaxochitlán, fue uno de los logros de Filiberta, aunque esto le haya costado pisar la cárcel.

Pero no importó, porque apenas tocó ese lugar, cuando cerca de 200 pobladores ya se encontraban afuera de la presidencia municipal de Acaxochitlán, de donde sacaron a la fuerza al entonces alcalde Julián Perea, y lo llevaron a pagar la fianza que liberaría a Nevado para seguir un proceso judicial en el que se le acusaba tanto de daño a propiedad ajena como de tala ilegal, acción con el que intentaron intimidar y detener su lucha.

“Mucha gente ha recibido amenazas, por supuesto, incluso gente que es inocente, por ejemplo, hay gente que corre porque hacen ejercicio y han recibido amenazas (…) desde 2007 a mí me han roto el ventanal de mi casa, que es un ventanal grande, se han metido, se han robado toda mi ropa, pero como un acto intimidatorio, no como un robo (…) tenemos claro que están los ojos puestos sobre nosotros a pesar de que no logramos nada porque ellos saben que hacemos esto y hacemos aquello, y ellos siguen talando libremente, pero sí les molesta que estemos (…) estamos desesperados porque la gente tiene miedo porque son matones, especialmente Los Negros, y la gente tiene miedo porque ya hemos tenido muertos”, cuenta, en lo que recuerda las veces que se amarraron a los grandes árboles para evitar su tala, mientras los talamontes les pasaban las sierras entre las piernas y la cabeza.

“Del barrio Tecorral casi todos se dedican a la tala clandestina. En este momento varios se pusieron al servicio de los Canales (…) también hay un grupo delincuencial que se llama Los Negros, que han asolado a nuestra región ya de muchos años y de hecho es muy conocida, han echado balazos aquí en la carretera con la policía estatal y federal. Ahorita hay presos tres “negros” por secuestro, les encontraron una casa de seguridad (…) aparte todos los jóvenes se han incorporado a la banda y no solo están involucrados en la tala clandestina sino en muchas actividades delincuenciales como el robo de animales, el robo de casas, el robo de camionetas y secuestros”.

A pesar de los esfuerzos colectivos por defender el monte, gran parte de la población de Zacacuautla se mantiene indiferente, mientras otro tanto decide unirse a esta actividad delictiva para sustentar su vida diaria en un municipio con un índice de desarrollo humano bajo, y donde según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el corte y siembra de árboles no está reconocido como una de las actividades económicas fuertes de la región; mientras que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) reconoce en su boletín de prensa 146-19 que:

“La zona de Acaxochitlán es considerada como una de las áreas críticas en materia de ilícitos forestales, ya que se tiene documentada la tala ilegal, el robo de madera y la transformación forestal de manera clandestina en la zona de Zacacuautla y comunidades aledañas”, aunque desde hace un año solo hayan documentado públicamente el aseguramiento de una camioneta con 1.116 metros cúbicos (m3) de madera en rollo de pino y encino.


Entonces, ¿qué hacen ante esta situación?

El Carnaval de Zacacuautla se recupera por la asociación civil Kuautlalli, que integra Filiberta junto a otros defensores del monte, como una más de las acciones para frenar la depredación forestal. Su idea principal era que a través de la fiesta la gente escuchara los argumentos de los activistas, y aunque ha sido difícil permear esta postura a nivel local, ha servido para visibilizar la lucha a otros niveles.

“Hemos tenido apoyos por fuera, de manera que son los que nos dan ánimos, que nos levantan cuando ya nos sentimos cansados, más bien decepcionados, decepcionados en este momento de la propia gente de Zacacuautla porque ha podido más la cobardía, es muy triste reconocer eso de mi pueblo y es por eso que hoy estamos sin árboles prácticamente”, enfatizó Filiberta Nevado durante la entrevista previa a que se vistiera con su traje y máscara para danzar por los huehues en el barrio San Javier como parte del carnaval que ella misma organiza.

“No sé cuándo, pero vamos a ganar, si no es de un modo, es de otro, y si definitivamente nos ganan con el monte, nos quedará reforestar, nos quedará seguir manteniendo viva la esperanza mientras tengamos un mínimo de unidad (…) somos parte de la tierra y mientras estemos aquí vamos a luchar por la madre tierra hasta que ya no se pueda”.

Esta situación podría sumarse a otras crisis ambientales de Hidalgo provocadas por la omisión de acciones de mitigación, como la contaminación industrial en la región de Tula, así como la desecación de la laguna de Metztitlán o la problemática cementera en el Valle del Mezquital, entre tantas otras que han tenido poca atención de las autoridades ambientales estatales y federales.

“Nos debería dar más miedo el futuro que le estamos dando a los hijos, a las generaciones futuras, eso sí es de miedo”.

​Reflexiona la defensora ambiental, mientras mira a sus compañeras de vida, su hermana Norberta y su perrita Camelia.

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