Narco, Aburto y ruptura con el PRI, teorías tras caso Colosio

Colosio, 25 años de su asesinato

El asesinato de Luis Donaldo Colosio generó diversas teorías basadas en suposiciones y declaraciones de testigos, políticos y familiares, las cuales fueron investigadas por la PGR.

Luis Donaldo Colosio. (Cuartoscuro)
Fernanda Morales
Ciudad de México /

El asesinato de Luis Donaldo Colosio generó diversas teorías basadas en suposiciones y declaraciones de testigos, políticos y familiares, las cuales fueron recabadas por el gobierno federal para dar una explicación a los hechos ocurridos el 23 de marzo de 1994.

El magnicidio no sólo conmocionó a los mexicanos, también puso presión en la entonces Procuraduría General de la República (PGR), que urgía encontrar al autor del homicidio.

"Ciertamente hubo errores, más por presión social y precipitación que por intención deliberada, pero que desafortunadamente contribuyeron, posteriormente, a aumentar el mar de inquietudes y dudas", se lee en el reporte que la PGR realizó de la investigación especial del homicidio de Colosio Murrieta.

Aunque se siguieron 27 líneas de investigación, de las que se desplegaron 300 subtemas, tres son las teorías más recurrentes en torno al asesinato del candidato presidencial del PRI en Lomas Taurinas, Tijuana.

Mario Aburto: tres hipótesis en torno al homicida

Con 17 dictámenes periciales, 10 análisis de foto y video, dos diligencias de identidad, 58 declaraciones ministeriales, una entrevista, una averiguación previa, cuatro fiscales especiales y un procurador, el gobierno federal dio su conclusión final del magnicidio: Mario Aburto Martínez es el único responsable por el asesinato de Colosio.

La resolución se dio después de que cada uno de los fiscales especiales de la PGR fueron descartando las teorías en torno al detenido esa noche, que se centraban en tres hipótesis: Mario Aburto no actuó solo, fue suplantado, y que dos personas diferentes habían disparado a Colosio.

Según el informe, el primero en investigar el homicidio del candidato presidencial fue el entonces procurador General de la República, Diego Valadés, quien estuvo a cargo de la consignación de Mario Aburto y de las diligencias posteriores de los supuestos copartícipes en el homicidio, Vicente Mayoral Valenzuela, ex policía judicial de Baja California, y Jorge Antonio Sánchez Ortega, agente del Cisen.

Los dos fueron detenidos ese día y liberados el 24 de marzo. Sánchez Ortega, que estaba a un lado del candidato cuando fue asesinado, fue llevado declarar porque la chamarra que llevaba ese día tenía una mancha de sangre de Colosio. Mientras que Mayoral Valenzuela fue presentado debido a que Aburto lo identificó como El Ruco que realizó el atentado, pero de cuya declaración se retractó al declararse culpable.

El 28 de marzo de 1994 se creó la Subprocuraduría de investigación del caso Colosio, con Miguel Montes como primer fiscal especial. La investigación arrojó la hipótesis de que Aburto no había actuado solo en el asesinato, basada en el hecho de que la necropsia a Colosio demostró que el cuerpo presentaba dos disparos: en la cabeza y en la región abdominal.

Además de Tranquilino Sánchez Venegas, el nuevo fiscal detuvo a Vicente Mayoral Valenzuela, Rodolfo Mayoral Esquer y Rodolfo Rivapalacio Tinajero por asociación delictuosa, hipótesis que se cayó con la segunda confesión de Mario Aburto, quien dijo haber sido el único autor del crimen, así como documentos encontrados en la casa de éste y un perfil psicológico.

Tras la renuncia de Montes, Olga Islas de González Mariscal asumió la investigación el 18 de julio. Luego de cinco meses al frente de la subprocuraduría, la fiscal corroboró la hipótesis de Aburto como único autor del asesinato. Aburto fue sentenciado a 42 años de prisión.

En el mandato de Ernesto Zedillo el último fiscal fue Pablo Chapa Bezanilla, quien negó la teoría de Montes sobre que el segundo disparo a Colosio se dio porque su cuerpo había dado un giro de 90 grados al caer, y sugirió la teoría de un segundo asesino.

Chapa Bezanilla incluyó en la investigación a Othón Cortés Vázquez, chofer de Colosio, así como Fernando de la Sota Rodalléguez, Alejandro García Hinojosa y Javier Hernández Thomassiny, del grupo Orden, Vallas y Porras, quienes se encontraron alrededor de Colosio en el momento del asesinato.

Sin embargo, Chapa Bezanilla no pudo probar que ninguno de los nuevos consignados hubiera disparado un arma o se encontrara en el lugar de los hechos para colaborar con Mario Aburto, quien finalmente fue declarado único autor material del magnicidio.

Segunda teoría: Crimen organizado

La incursión del 'narco' en la muerte de Luis Donaldo Colosio aquel 23 de marzo de 1994 fue otra de las teorías que surgió como posible resolución del caso, sin embargo, no se contó con pruebas que la sustentaran.

En relación a esta hipótesis, Guillermo González Calderoni, ex informante de agencias de Estados Unidos, declaró en 1998 en televisión, que la muerte del candidato presidencial del PRI fue por parte del cártel de los Arellano Félix.

Hasta un año antes de la muerte de Colosio, es decir en 1993, González Calderoni fungía como director de Intercepción Aérea, Terrestre y Marítima de la PGR; sin embargo fue cesado de su cargo por enriquecimiento ilícito.

El informe de la investigación del homicidio de Luis Donaldo Colosio emitido por la PGR señala que se documentaron 29 versiones que involucraban al narcotráfico con la muerte del candidato presidencial priista, teniendo como base declaraciones ministeriales, fuentes periodísticas y entrevistas con testigos.

De éstas, cuatro hacen referencia a la colaboración de personas presuntamente vinculadas al narcotráfico en la campaña de Colosio.

Dos versiones mencionan el financiamiento de la campaña con dinero de organizaciones delictivas colombianas, mientras que otra versión lo atribuye a fondos provenientes de Joaquín El Chapo Guzmán.

Además otra versión apunta a presuntos contactos de narcotraficantes peruanos con colaboradores y amigos del candidato priista.

Otra de ellas hace referencia a una presunta fotografía de Luis Donaldo Colosio con Raúl Salinas de Gortari y un lugarteniente de Juan García Ábrego, ex jefe del Cártel del Golfo.

Así como éstas las otras versiones apuntan a que por distintas razones y desacuerdos del candidato con líderes del narcotráfico, éstos mandaron matarlo.

Tres versiones indican que Mario Aburto Martínez, autor material e intelectual del asesinato, tenía vínculos con el narcotráfico.

Sin embargo, todas ellas se quedaron en hipótesis, ya que luego de las declaraciones de los testigos se llevó a cabo una investigación y no se pudo demostrar que tenían un vínculo directo con el asesinato.

Tercera teoría: la ruptura con el PRI

El discurso dado por Luis Donaldo Colosio el 6 de marzo, en el que elogió la labor de su partido en la construcción de las instituciones, pero en el que también admitió la concentración de poder, corrupción e impunidad dentro del PRI, generó rumores respecto a una aparente ruptura del candidato presidencial con la cúpula del poder.

Esta teoría fue incluida dentro de la investigación que la PGR realizó sobre el magnicidio, sin embargo, se comprobó que el móvil político no tenía sustento.

En los medios de comunicación se especulaba sobre la posibilidad de cambiar al candidato priista y poner a Manuel Camacho Solís, quien fue uno de los aspirantes a la candidatura presidencial del partido.

Los rumores se originaron a partir de la designación de Colosio como candidato, pues había generado inconformidad en Camacho Solís.

De acuerdo con el informe de la PGR sobre el caso Colosio, hubo una fuerte diferencia de Manuel Camacho, entonces regente del Distrito Federal, con el presidente Carlos Salinas, quien tras el anuncio del candidato presidencial del PRI lo designó Comisionado para la Paz y la Reconciliación en Chiapas.

La teoría no fue sustentada, pues las declaraciones del entonces gobernador de Veracruz, Patricio Chirinos Calero, el mayor Germán González Castillo y el licenciado Samuel Palma César, entre otros, Colosio y el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari estaban en constante contacto, pues se reunían cada semana y mantenían una estrecha relación.


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