Gabriela Rodríguez Ramírez es aficionada al póquer y al dominó, gustos que heredó de su padre, pero la rebeldía fue herencia de su madre.
En su primer acto de desobediencia la atraparon fumando en los baños de la Prepa, una vez que las autoridades le informaron a sus padres, su madre solo comentó: “Nunca la he visto fumar, pero debe verse preciosa”.
Con el tiempo, dejó el cigarro y desde hace algunos años a lo que le agarró amor fue a sus dos nietas, al póquer y al baile.
A la funcionaria se le puede encontrar frecuentemente dando paseos por los barrios de Coyoacán, de donde es originaria… “Ahí nací y ahí me voy a morir”, afirma sin titubear y acepta que así como ha cambiado la ciudad, también ha cambiado el papel de la mujer en la sociedad.
¿Cómo ha vivido Ciudad de México el cambio de época en cuanto a los derechos de las mujeres?
Justo cuando nací, en 1953, se aprobó el voto a la mujer, entonces es un parteaguas. En la segunda mitad del siglo XX se dio el cambio femenil en México; yo soy de esa generación. Mi madre, por ejemplo, no fue a la universidad, a ella le enseñaron a bordar y tocar el piano... En mi caso tuve que defender la posibilidad de ir a la universidad frente a mi padre. Él decía: “¿cómo pa’ que estudiar?”, y eso que era médico, no era ignorante.
¿Desde pequeña luchó por sus ideales?
Fíjate que no, yo me hice rebelde; antes era fresa. Era niña de 10 en la escuela. Mi peor travesura fue cuando me cacharon fumando en los baños de la Prepa. La rebeldía me viene de mi madre.
¿Qué opina sobre el feminismo radical que surge actualmente?
Hay que entender el feminismo, porque no es la lucha contra los hombres, el enemigo no es el hombre, el enemigo es el machismo que está en muchos hombres y en algunas mujeres.
Muchos hombres creen erróneamente que empoderar a las mujeres es hacerlos menos...
Empoderar a las mujeres es reconocer que somos iguales, por eso la palabra igualdad se impone más que la equidad. No es hacer menos a nadie.
¿Y qué siente al ser la primera titular de la Secretaría de la Mujer en Ciudad de México?
Me siento muy bien de que en la ciudad se dé un estatus mayor al instituto, por tener una jefa mujer feminista y muy arropada por un gabinete donde las mujeres somos mayoría.
¿Cómo se define a sí misma?
Como una mujer comprometida con las mujeres y de izquierda, preocupada por la igualdad.
¿Cómo es su vida personal?
Soy abuela. Mis dos nietas tienen un lugar muy importante en mi vida afectiva, desde luego mis hijos. También tengo una vida social muy amplia que me ha costado defender por este puesto. Pero no importa, porque esa vida social puede ser secundaria frente a este compromiso. Tengo muchas amigas y muchos hobbies.
¿Cómo cuáles?
Bailo salsa, son cubano para ser más concreta, desde hace 20 años. Soy jugadora de póquer, aunque ahora lo hago cada vez menos.
¿Cómo aprendió a jugar cartas?
Mi padre me enseñó; los domingos él jugaba cartas y también dominó. Mis cartas favoritas son los ases. Cuando sale 7 gano. Con esa no me mata nadie.
¿En qué se parece el póquer a la política?
En todo. Hay que pagar por ver, hay que apostar fuerte cuando no tienes nada, para que se vayan, hay que doblar la apuesta sin límite cuando tienes juego, no hay que creer en la cara que te ponen. El póquer es un juego de políticos y requiere de cierta malicia.
¿Es importante saber cuándo retirarse?
¡Claro! Si al póquer quieres ganar, no te canses de pasar.
¿Es casada?
Estuve casada 17 años, me divorcié hace 25 y no volvería a hacerlo. Paso.
¿Y usted conquistó o la conquistaron?
A mis 23 años me conquistaron, pero después de divorciada yo me he conquistado a varios. También hay que tener papel proactivo.
¿Cuál es el platillo que mejor le sale?
Cocino poco, pero el que mejor me sale es el pescado a la veracruzana, no muchos me salen bien.
¿Le ha interesado alguna vez escribir literatura?
La literatura fue una carrera que siempre me llamó la atención, soy psicóloga de formación y a los 40 me hice antropóloga social, para los 60 quería hacerme escritora. Yo tenía otro plan de aligerar mi vida, pero la patria me llamó y ahora voy con todo.
¿Y su música favorita?
Tengo un dilema, los Beatles porque yo era rockera, pero a los 40 me atrapó el son cubano.
¿Esta será su última mano en la política?
Voy a terminar a los 72 años, yo creo que me voy a dedicar a escribir y a cuidar a mis nietas.
¿Cuál es el mejor momento de su vida?
Ahora.
¿Cuál es su libro favorito?
Mi escritor favorito es Emil Cioran y su libro Ese maldito yo; es un filósofo un poco siniestro.