Se le dio libertad al hombre y éste se ha esmerado por quitársela a otros, la esclavitud, la monarquía, las dictaduras, entre muchos otros esfuerzos.
El cuerpo puede ser sometido, pero el alma que habita en su interior debiera tener la libertad de decidir entre la luz y la oscuridad, entre el bien y el mal ya que para su crecimiento es indispensable el ejercicio de la conciencia y la lucha interior y exterior.
¿Pero qué pasa cuando la voluntad es sometida? La aspiración de grandeza y crecimiento en todos aspectos es aplastada por una corriente que todos los días quiere convencernos de que estamos destinados a la mediocridad.
A los que menos tienen, promueve que no luchen por salir de la realidad en la que se encuentran y a los que más han logrado, amenaza con castigar y quitar para que dejen de aspirar a la realización y se sometan a una igualdad artificial.
Libertad de salvarnos, libertad de expresión, de competencia, de educación, de pensamiento, aquella libertad que nos permite soñar con que podemos lograr nuestras metas si nos lo proponemos y trabajamos por ello.
La iniciativa privada, propuso al gobierno ayudar a conseguir y pagar las vacunas, si el gobierno no tenía los recursos o la capacidad, las empresas, líderes o quienes pudieran hacerlo coadyuvarían para ello. La respuesta fue negativa, “o te salvo a mi manera y en mis tiempos o no hay salvación”.
Nos ofrecen un programa de vacunación a sus tiempos, a su modo, a su ritmo y bajo sus pretensiones y rentabilidad política, aún cuando la iniciativa privada ofreció ayudar, la respuesta fue “Bienvenida la ayuda, pero bajo mis condiciones”
Quienes han podido han ido a vacunarse a otros países, aún cuando el costo ha sido mucho mas grande que si una empresa, hospitales privados o quien fuera la hubieran cobrado con una utilidad en nuestro país.
De igual manera en todos los aspectos donde los mexicanos buscamos salvarnos, ya sea de la pandemia, de los altos costos en telecomunicaciones, energía eléctrica, combustibles y otros.
Nuestro gobierno se esmera por convencernos de que la única salvación es la rendición, pronto buscarán prohibir la competencia en gasolinas, se prohibirán los paneles solares y estaremos obligados a consumir la cara energía de un monopolio del gobierno.
Si el gobierno no puede o no quiere ayudarnos, que al menos no nos estorbe, el destino de cada uno de nosotros debe ser una elección, no una sentencia al fracaso.
Nos quieren convencer de que el futuro de México y nuestras libertades están en manos de programas sociales, dádivas, regalos y dinero, una elección donde casi nos garantizan que nada cambiará, sino que se radicalizará mas.
¿Qué acaso ya nos rendimos? ¿No hay una aspiración mayor?, ¿habremos renunciado a aquel libre albedrío que nos fue obsequiado a cambio de un sometimiento de la voluntad? ,¿de una despensa, de una beca o de unos cuantos pesos?
Quienes votemos por una u otra alternativa hagámoslo en conciencia del regalo con el que nacimos y que fue aquella libertad de decidir si someternos a un fatal destino o trascender en el espacio y en el tiempo.
Nadie tiene el derecho a condenar nuestro presente y nuestro futuro a la mediocridad y al conformismo, nadie puede impedir que nos salvemos, sin embargo, está en nosotros rendirnos ante la tentación y el miedo.
Salvémonos, salvemos nuestras vidas, nuestras familias, nuestras creencias, nuestra libertad de expresión, de elección, porque al salvarnos, estamos honrando el regalo del libre albedrío.
Nada está escrito y el futuro está en nuestras manos, dejemos las quejas a un lado y hagamos consciencia de que a veces vale la pena gritar “No me ayudes compadre” que vamos mejor solos que mal acompañados.