Un mes después de haber acusado al papa Francisco, el arzobispo Carlo María Vigano se quejó por no haber recibido una respuesta a las revelaciones sobre los abusos de sacerdotes, las cuales hizo "únicamente por el bien de la Iglesia".
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"Ni el Papa, ni ningún cardenal en Roma negaron los hechos que afirmé en mi testimonio", escribe Vigano en un nuevo texto publicado en dos blogs católicos ultraconservadores italianos que lo apoyan.
Vigano, que fue nuncio del Vaticano en Estados Unidos, afirma que las autoridades de la Iglesia no pueden refutar sus acusaciones con documentos.
A fines de agosto, Vigano acusó al papa Francisco de haber cubierto durante cinco años al cardenal Theodore McCarrick, acusado de abusos sexuales y presentado como un notorio predador sexual.
Según Vigano, él advirtió a Francisco en el inicio de su pontificado al 2013 sobre los presuntos abusos sexuales a menores cometidos por el cardenal estadunidense.
El cardenal McCarrick, de 88 años, fue acusado finalmente en julio de abusos sexuales a un adolescente de 16 años. Francisco anunció rápidamente su partida del Colegio de Cardenales, algo casi inédito en la historia de la Iglesia.
"Si el Papa hubiese dicho 'Vigano es un mentiroso', habría cuestionado mi credibilidad para acreditar la suya. De este modo hubiese incrementado el pedido de parte del pueblo de Dios y del mundo de los documentos necesarios para determinar quién de los dos dice la verdad", insistió Vigano en su escrito.
Vigano pide también al cardenal Marc Ouellet que se exprese, evocando un encuentro en Roma con el prelado canadiense, quien habría estado al corriente de las sanciones emitidas por el papa Benedicto XVI contra McCarrick.
Vigano, de 77 años, que fue nuncio en Washington entre 2011 y 2016, afirma que el papa Benedicto XVI impuso sanciones al cardenal sospechoso de abusos en 2009-2010, obligándolo teóricamente a renunciar a toda a aparición pública. Sanciones que Francisco habría anulado de hecho luego de consultar al estadunidense sobre varios nombramientos de cardenales.
"La decisión de revelar estos hechos fue para mí la más dolorosa y la más grave que haya tomado en toda mi vida", confió Vigano en este texto.
"Algunos de los hechos revelados estaban bajo el sello del secreto pontificio que prometí observar", señala el exnuncio.
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"Pero la finalidad del secreto, igualmente del secreto pontificio, es la de proteger a la Iglesia de sus enemigos, de no callar y convertirse en cómplice de los crímenes cometidos por algunos de sus miembros", añadió.