El PRD cumple 30 años, pero a diferencia de aquella asamblea fundacional en 1989, que reunió a los más destacados líderes de la izquierda mexicana, esta vez la celebración se limitará a unos cuantos cuadros que se quedaron tras la ruptura definitiva con su dos veces candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, hoy Presidente de México.
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El estrepitoso desplome electoral del partido del sol azteca lo dejó en la posibilidad de perder el registro y desaparecer; por 30 años fue la principal fuerza de izquierda en México.
Diez meses después de su peor derrota, el PRD se alista para renovar su padrón de militantes, que servirá para que el Instituto Nacional Electoral (INE) le ayude en la organización de su elección interna en noviembre próximo y así comenzar a buscar una oferta política más atractiva para recuperar simpatías y abrir en 2020 todas sus candidaturas a la ciudadanía.
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Este año, además, le puso enfrente un proceso electoral con pocas posibilidades de ganar, pero con una primera victoria frente a Morena. Le arrebató al primer militante inconforme en la era de la 4T: Jaime Martínez Veloz se perfilaba como la mejor opción para Morena en Baja California, pero el partido optó por el superdelegado y senador con licencia Jaime Bonilla como su candidato y regaló al PRD un perfil competitivo en una contienda que el partido veía perdida con su 3 por ciento de preferencia.
Actualmente el PRD no gobierna ningún estado, aunque sí llegó a dirigir un tercio del territorio nacional: estados como Tabasco, Guerrero, Morelos, Baja California Sur, Chiapas, Zacatecas, Tlaxcala y en alianza con el PAN, Veracruz, Oaxaca, Nayarit, Durango, Quintana Roo.
Su mejor momento electoral lo vivió entre 2006 y 2012, justo cuando López Obrador fue su candidato presidencial. En esa época vinieron los mejores resultados en el país. Gobernó desde 1997 Ciudad de México y fue su principal bastión hasta 2018, cuando entregó a Morena su mayor fuente de votos.
Tras las elecciones de 2012 obtuvo el mayor número de municipios gobernados, con 65, incluidos algunos importantes en densidad de población como Ecatepec y Nezahuacóyotl; sin embargo, a partir del 2015, el partido comenzó a perder fuerza con el ascenso de Morena como fuerza política nacional.
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Paradójicamente los mejores resultados del PRD fueron en las etapas en las que López Obrador fue presidente nacional de ese partido, cuando se ganaron las primeras gubernaturas (Zacatecas, Tlaxcala y Baja California Sur), así como en las elecciones presidenciales en las que compitió bajo esas siglas (2006 y 2012), al lograr representación histórica en el Congreso.
De 127 diputados y 26 senadores que llegó a tener en 2006, ahora tiene 12 legisladores en San Lázaro y tres escaños en el Senado.
Tras estas elecciones, el PRD quedó marginado hasta la quinta fuerza política con apenas 2 por ciento de la votación nacional y en riesgo de desaparecer.
Además, prácticamente todos los gobernadores emanados de sus filas están hoy fuera, muchos de ellos en Morena, lo mismo sus ex dirigentes nacionales; solo quedan en el barco perredista los que formaron parte de la última generación, la de los aliados de las alianzas con el PAN, la misma que dejó al principal partido de izquierda en un 2.8 por ciento de la votación presidencial.
Dieciséis presidentes han pasado por su Comité Ejecutivo Nacional de los cuales ocho ya no están en sus filas y qué decir de los 22 gobernadores emanados del PRD; ocho de ellos son militantes de Morena o colaboran con López Obrador y solo cinco aún son perredistas que aún están en funciones; por el momento este instituto político solo gobierna Michoacán con Silvano Aureoles.
Uno de los líderes históricos del PRD, Jesús Zambrano, reconoce las fallas del partido y asegura que los 3 millones de votos que obtuvieron en julio de 2018, deben convertirse en el piso para comenzar de nuevo.
“Esos tres millones de votantes son nuestro piso, nuestro capital político más valioso, junto con miles de cuadros, mujeres y hombres que decidieron mantenerse leales a los ideales del PRD en todo el país y ese debe ser nuestro punto de partida.Hay quienes dicen: 'Hay que partir de cero o quién sabe si tengamos remedio', por supuesto que tenemos remedio, porque se requiere de una izquierda democrática. No vamos a partir de cero, vamos a partir de ese 5.4 por ciento de los votos”.
Para ello, el PRD solicitó al INE que organice su elección interna y comenzó un proceso de depuración de su padrón de militantes que hasta 2015 era de 5 millones. La muestra más clara de que es un mecanismo que ya no sirve, es que de ellos, solo 3 millones refrendaron su lealtad al perredismo en 2018.
Cambiar el nombre es una alternativa o reiniciar de cero con las mismas siglas que cumplen 30 años como PRD, pero que arrastran 100 años de historia, desde el Partido Mexicano Socialista (PMS).
“La discusión es ¿debemos cambiar el nombre o no? Está el ejemplo internacional del PSOE, un partido de más de 100 años, la gente creía que con la inclusión de Podemos iba a dar sus últimas, sus pompas fúnebres y hoy vemos que con el mismo nombre, con un discurso distinto, nuevos personajes y el relevo generacional que encabeza Pedro Sánchez, hace unos días el PSOE ganó las elecciones”, explica Ángel Ávila, integrante de la Dirección Nacional Extraordinaria del partido del sol azteca.
La apuesta perredista en su 30 aniversario es la recuperación de la confianza ciudadana e incorporar nuevos militantes, aquellos que simpatizan con la izquierda, pero también aquellos desencantados con Morena y que desde 2012 comenzaron a abandonar el barco.
Desencanto
Ángel Ávila afirma que simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador están desencantados al ver en el gobierno a personajes como Gómez Urrutia y Germán Martínez.
Reto
Jesús Zambrano dice que se debe buscar cómo hacer una nueva oferta que mantenga al partido vigoroso y dentro de la escena política.
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EHR