Producción de maíz sube pese a reducción de solicitudes de importación de glifosato: Semarnat

Se rechazaron las afirmaciones de la industria de agroquímicos y el CNA en torno a que la eliminación del glifosato propiciara una catástrofe en la producción agroalimentaria.

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Ciudad de México /

La secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, María Luisa Albores González, dio a conocer que las solicitudes de autorizaciones que recibe Semarnat para la importación de glifosato técnico y formulado están por debajo de 50 por ciento de la cuota establecida por Conacyt y disminuyeron de 2021 a 2022.

“Esto quiere decir que se cumplirá lo que marca el decreto de no importar más glifosato para 2024, sin que ello implique una baja en la producción de maíz, ya que hasta el momento no ha bajado con base en los números presentados”, reportó la dependencia.

Por su parte, el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura, Víctor Suárez Carrera, rechazó las afirmaciones de la industria de agroquímicos y el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) en torno a que la eliminación del glifosato propiciaría una catástrofe en la producción agroalimentaria, reducirá la superficie de siembra y se afectaría la actividad económica de las y los productores.

Destacó que, de forma paralela a la reducción de importaciones de glifosato, la producción de maíz –cultivo número uno de aplicación de ese herbicida en México y el mundo– aumentó de 27.3 millones de toneladas en 2020 a 28.9 millones de toneladas estimadas para este 2022.

Agregó que, bajo el amparo de la política pública, con los programas Producción para el Bienestar a cargo de Sader, y Sembrando Vida, de la Secretaría de Bienestar, se observa gran número de experiencias exitosas de producción agroecológica libre de glifosato y con uso de bioinsumos, con resultados positivos en aumentos de rendimiento por hectárea y reducción de costos por tonelada.

El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, explicó que existe evidencia científica de que el glifosato causa cáncer, sobrepeso, daño hepático y renal; alteración del sistema endocrino y de la regulación metabólica.

Dijo que en la industria de alimentos chatarra aplica la misma infodemia que las tabacaleras, sustentada en declaraciones de pseudo académicos e institutos, para señalar falsamente que el herbicida no causa daños a la salud.

Los grandes intereses económicos, explicó, evocan a la Organización Mundial de Salud (OMS) para sostener que el glifosato no es cancerígeno; sin embargo, este organismo internacional acumula un rezago de 12 años en cuanto a información científica sobre pesticidas; “es decir, que cuenta con una lista obsoleta sobre herbicidas”.

López-Gatell recordó que este herbicida se inventó a principios de los años 60 para destruir el medio ambiente y la naturaleza de Vietnam; después se comprobó que podía utilizarse para limpiar las cañerías. Años más tarde, empresas como Monsanto lo patentaron para la producción de alimentos a gran escala, a pesar de que causan graves daños a la salud y el medio ambiente; además, permanece activo hasta 40 días y se encuentra en mantos acuíferos, lluvias, tejido animal y vegetal.

La directora general del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla Roces, afirmó que sí es posible prescindir en México del glifosato y los transgénicos para recuperar nuestra soberanía alimentaria y sanar el campo mexicano, mediante el desarrollo de bioinsumos basados en rescate, redignificación y validación de alternativas existentes.

Precisó que, con tecnologías novedosas y de manufactura mexicana, se desarrollan cinco nuevos herbicidas agroecológicos, en una alianza virtuosa entre universidades públicas y empresas, que tienen la capacidad de producir 500 mil litros al año sin los efectos perniciosos que causa el glifosato.

Asimismo, a través de un proceso de vigilancia tecnológica se identificaron siete herbicidas disponibles a nivel mundial, de los cuales cuatro pueden adquirirse en México, que suman en total 12 alternativas, cinco que serán desarrollos de manufactura mexicana y siete ya en el mercado.

Álvarez-Buylla Roces subrayó que, a casi dos años de la publicación del decreto presidencial, se ha acumulado evidencia sólida y suficiente que demuestra que es una falacia que el maíz transgénico y su paquete tecnológico aumenten la producción de alimentos y beneficien a las y los productores o consumidores.

“Es una manera de cooptar a favor de grandes negocios monopólicos la producción de alimentos y con ellos cooptar lo que permite controlar a la agricultura, que son las semillas”, puntualizó.

Por su parte, el secretario ejecutivo de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem), Alejandro Espinosa Calderón, recalcó la importancia de los maíces nativos como alimento básico y fundamental del pueblo mexicano, señalando las diferencias nutricionales de las tortillas elaboradas a partir de la nixtamalización con maíces nativos versus las tortillas elaboradas con harinas que emplean maíces híbridos y de origen transgénico, contaminadas con el herbicida glifosato.

Asimismo, destacó que existen evidencias científicas sobre la presencia de transgenes y glifosato en diversos alimentos hechos a base de ingredientes industrializados que se obtienen del maíz. En particular, el 90.4 por ciento de las tortillas analizadas, provenientes de tortillerías de la Ciudad de México, presentaron secuencias transgénicas y el 30 por ciento de estas muestras tuvieron residuos de glifosato.

Por ello, sostuvo que las tortillas elaboradas con maíz nativo tienen beneficios como: un mayor contenido de proteínas, fibras y ácidos grasos de cadena intermedia, además de antioxidantes como las antocianinas, en especial las variedades de color azul, rojo y morado; lo cual muestra que los maíces nativos contienen ventajas para la dieta del pueblo mexicano, a diferencia de los maíces transgénicos.

LG 

  • Fanny Miranda
  • Reportera de MILENIO, fan de la naturaleza y cazadora de atardeceres. Por sus trabajos sobre medio ambiente, ha ganado el Premio Aleman de Periodismo Walter Reuter 2022 (2do lugar) y Premio Nacional de Periodismo de Ciencia, Tecnología e Innovación en 2016, entre otros.

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