Después de que e jefe mercenario Yevgeny Prigozhin sacara a sus tropas de Ucrania y las llevara a una ciudad clave del sur, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, prometió un duro castigo para los organizadores de la rebelión.
Putin denunció el levantamiento como "una puñalada por la espalda" en un discurso televisado a nivel nacional. Fue la mayor amenaza para su liderazgo en más de dos décadas en el poder.
El ejército privado de Prigozhin parecía controlar el cuartel general militar en Rostov-on-Don, una ciudad a 660 millas (más de mil kilómetros) al sur de Moscú que dirige las operaciones rusas en Ucrania, dijo el Ministerio de Defensa de Gran Bretaña.
A medida que se desarrollaban los rápidos acontecimientos en Rusia, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, dijo que Moscú está sufriendo "debilidad a gran escala" y que Kiev estaba protegiendo a Europa de "la propagación del mal y el caos rusos".
En su discurso, Putin calificó las acciones de Prigozhin, a quien no mencionó por su nombre, de "traición" y "traición".
"Todos los que prepararon la rebelión sufrirán un castigo inevitable", dijo Putin. "Las fuerzas armadas y otras agencias gubernamentales han recibido las órdenes necesarias".
Prigozhin dijo que sus combatientes no se rendirían, ya que "no queremos que el país viva en la corrupción, el engaño y la burocracia".
"Con respecto a la traición a la patria, el presidente estaba profundamente equivocado. Somos patriotas de nuestra patria", dijo en un mensaje de audio en su canal de Telegram.
El ejército privado de Prigozhin, conocido como Wagner, ha estado luchando junto a las tropas regulares rusas en Ucrania. Sus objetivos no estaban claros de inmediato, pero la rebelión marca una escalada en su lucha con los líderes militares rusos, a quienes acusó de arruinar la guerra en Ucrania y obstaculizar a sus fuerzas en el campo.
"Esto no es un golpe militar, sino una marcha de la justicia", dijo Prigozhin.
Prigozhin publicó un video de sí mismo en el cuartel general militar en Rostov-on-Don y afirmó que sus fuerzas habían tomado el control del aeródromo y otras instalaciones militares en la ciudad. Otros videos en las redes sociales mostraron vehículos militares, incluidos tanques, en las calles.
"No matamos a una sola persona en nuestro camino", dijo Prigozhin en uno de sus varios mensajes publicados a medida que avanzaba el día, y agregó que sus fuerzas tomaron el cuartel general militar "sin un solo disparo". Sus afirmaciones no pudieron ser verificadas independientemente. Las autoridades rusas tampoco han reportado víctimas hasta ahora.
La rebelión se produce en un momento en que Rusia está "librando la batalla más dura por su futuro", dijo Putin, mientras los gobiernos occidentales imponen sanciones a Moscú y arman a Ucrania.
"Toda la maquinaria militar, económica y de información de Occidente se libra contra nosotros", dijo Putin.
Los servicios de seguridad de Rusia, incluido el Servicio Federal de Seguridad, o FSB, pidieron el arresto de Prigozhin después de que declarara la rebelión armada el viernes por la noche.
En una señal de cuán seriamente el Kremlin tomó la amenaza, las autoridades declararon un "régimen antiterrorista" en Moscú y sus alrededores, permitiendo libertades restringidas y mejorando la seguridad en la capital.
No estaba claro de inmediato cómo Prigozhin pudo ingresar a la ciudad del sur de Rusia o cuántas tropas tenía con él.
Prigozhin dijo que quería castigar al ministro de Defensa, Sergei Shoigu, después de que acusó a las fuerzas del gobierno ruso de atacar los campamentos de campo de Wagner en Ucrania con cohetes, helicópteros artillados y artillería. Afirmó que "un gran número de nuestros camaradas fueron asesinados".
Prigozhin dijo que las fuerzas de Wagner derribaron un helicóptero militar ruso que disparó contra un convoy civil, pero no hubo confirmación independiente de eso.
Alegó que el general Valery Gerasimov, jefe del Estado Mayor, ordenó los ataques después de una reunión con Shoigu, donde decidieron destruir a Wagner.
El Ministerio de Defensa negó haber atacado los campamentos de Wagner.
Prigozhin dijo que tenía 25 mil soldados bajo su mando e instó al ejército a no ofrecer resistencia.
Prigozhin, de 62 años, un ex convicto, tiene largos vínculos con el líder ruso y ganó lucrativos contratos con el Kremlin que le valieron el apodo de "chef de Putin".
Ganó atención en los Estados Unidos cuando él y una docena de otros ciudadanos rusos y tres compañías rusas fueron acusados de operar una campaña encubierta en las redes sociales destinada a fomentar la discordia antes de la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2016. Formó el grupo mercenario Wagner, que envió contratistas militares a Libia, Siria, varios países africanos y, finalmente, Ucrania.
Después del discurso de Putin, en el que no mencionó ningún paso concreto para reprimir la rebelión, sino que pidió unidad, funcionarios y personalidades de los medios estatales buscaron reiterar su lealtad al Kremlin e instaron a Prigozhin a retroceder.
Vyacheslav Volodin, presidente de la cámara baja del parlamento, dijo que los legisladores "defienden la consolidación de fuerzas" y apoyan a Putin, y agregó que "los combatientes de Wagner deben tomar la única decisión correcta: estar con su pueblo, del lado de la ley, proteger la seguridad y el futuro de la Madre Patria, seguir las órdenes del comandante en jefe".
La vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, Maria Zakharova, se hizo eco del sentimiento de Volodin, diciendo en una publicación de Telegram que "tenemos un comandante en jefe. No dos, no tres. Uno."
Ramzan Kadyrov, el líder de la región de Chechenia que solía ponerse del lado de Prigozhin en sus críticas a los militares, también expresó su pleno apoyo a "cada palabra" de Putin.
"Tenemos al comandante en jefe, elegido por el pueblo, que conoce la situación hasta el más mínimo detalle mejor que cualquier estratega y empresario", dijo Kadyrov. "El motín necesita ser reprimido".
Si bien el resultado de la confrontación aún no estaba claro, parecía probable que obstaculizara aún más el esfuerzo de guerra de Moscú, ya que las fuerzas de Kiev sondearon las defensas rusas en las etapas iniciales de una contraofensiva. La disputa, especialmente si Prigozhin prevaleciera, también podría tener repercusiones para Putin y su capacidad para mantener la unidad.
Las fuerzas de Wagner han jugado un papel crucial en Ucrania, capturando la ciudad oriental de Bakhmut, un área donde han tenido lugar las batallas más sangrientas y largas. Pero Prigozhin ha criticado cada vez más a los altos mandos militares, acusándolos de incompetencia y de privar a sus tropas de municiones.
Zelensky señaló la rebelión en su canal de Telegram y dijo que "cualquiera que elija el camino del mal se destruye a sí mismo".
"Durante mucho tiempo, Rusia utilizó la propaganda para enmascarar su debilidad y la estupidez de su gobierno. Y ahora hay tanto caos que ninguna mentira puede ocultarlo", dijo. "La debilidad de Rusia es obvia. Debilidad a gran escala. Y cuanto más tiempo mantenga Rusia sus tropas y mercenarios en nuestra tierra, más caos, dolor y problemas tendrá para sí misma más adelante".
Las acciones de Prigozhin podrían tener implicaciones significativas para la guerra. Orysia Lutsevych, jefa del Foro de Ucrania en el grupo de expertos Chatham House en Londres, dijo que las luchas internas entre el Ministerio de Defensa y Wagner crearán confusión y una posible división entre las fuerzas rusas.
"Las tropas rusas en Ucrania bien pueden estar operando ahora en un vacío, sin instrucciones militares claras, y dudas sobre a quién obedecer y seguir", dijo Lutsevych. Esto crea una oportunidad militar única y sin precedentes para el ejército ucraniano".
Camiones militares y vehículos blindados fueron vistos en el centro de Moscú la madrugada del sábado, y soldados con rifles de asalto fueron desplegados fuera del edificio principal del Ministerio de Defensa. El área alrededor de la administración presidencial cerca de la Plaza Roja estaba bloqueada, entorpeciendo el tráfico.
Pero incluso con la mayor presencia militar, los bares y restaurantes del centro se llenaron. En un club cerca de la sede del FSB, la gente bailaba en la calle cerca de la entrada.
Prigozhin, cuya disputa con el Ministerio de Defensa se remonta a años atrás, se había negado a cumplir con el requisito de que sus fuerzas firmaran contratos con el ministerio antes del 1 de julio. Dijo el viernes que estaba listo para un compromiso, pero "nos han engañado a traición".
El coronel general Sergei Surovikin, subcomandante de las fuerzas rusas en Ucrania, instó a las tropas de Wagner a detener cualquier movimiento contra el ejército, diciendo que jugaría en manos de los enemigos de Rusia que están "esperando ver la exacerbación de nuestra situación política interna".
En Washington, el Instituto para el Estudio de la Guerra dijo que "el derrocamiento violento de leales a Putin como Shoigu y Gerasimov causaría un daño irreparable a la estabilidad del control percibido de Putin en el poder".
Los países occidentales siguieron de cerca los acontecimientos. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, habló con sus homólogos en los otros países del G7 y el representante de asuntos exteriores de la Unión Europea, dijo su vocero, y agregó que Blinken "reiteró que el apoyo de Estados Unidos a Ucrania no cambiará".
Letonia y Estonia, dos países de la OTAN que limitan con Rusia, dijeron que estaban aumentando la seguridad en sus fronteras.
El Kremlin dijo que Putin habló por teléfono con los líderes de Turquía, Bielorrusia, Kazajstán y Uzbekistán sobre los eventos.
LG