Pagas un taco de marlín, pero sin saberlo comes tiburón mako, una especie en peligro de extinción. En otra ocasión apeteces huachinango zarandeado, cuyo precio por kilo rebasa los 400 pesos, pero en 88 por ciento de los restaurantes y pescaderías de Guadalajara, Ensenada y Mérida lo sustituyen por tilapia, cuyo precio es de 68 pesos el kilo, o por basa, un pescado importado de China y Vietnam que ronda los 80 pesos, es decir te dieron gato por liebre.
Lo anterior, según el nuevo estudio de Oceana #GatoXLiebre 2.0: dime qué pescado comes y te diré cómo te engañaron, el cual identificó que 44 por ciento de los pescados que se venden en pescaderías y restaurantes de dichas ciudades se sustituye por otras especies que en muchas ocasiones son de menor precio.
“La mitad de las veces que compramos pescado fresco fuimos engañados y en restaurantes 38% de las veces recibimos una especie distinta a los menús”, dijo Mariana Aziz, directora de Campañas de Transparencia de Oceana.
Renata Terrazas, directora ejecutiva de Oceana, afirmó que los consumidores son los más perjudicados, “ya que pagan un sobreprecio por pescados que no son los que ordenaron o pidieron”, un problema público de grandes dimensiones.
Guadalajara, Mérida y Ensenada son las zonas más afectadas
El estudio detectó que en las ciudades de Guadalajara, Mérida y Ensenada, junto con Tijuana, el merlín es sustituido en el 100 por ciento de los casos, comúnmente por tiburón mako, una especie catalogada en peligro por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, o en el mejor de los casos por atún, que aunque tiene un costo similar, no es lo que el cliente pidió.
Por ello, catalogan como los “maestros del disfraz” al marlín con un 100 por ciento de sustitución; el huachinango con 88 por ciento; y la curvina con 53 por ciento de sustitución.
Pescaderías suplantan por tilapia
Indicaron que este fraude ocurrió en pescaderías la mitad de las veces que compraron pescado, y dos de cada cinco veces en restaurantes; la mayoría de las veces esas especies fueron suplantadas por tilapia, una especie que producen acuacultores mexicanos de menor costo, y por la basa, un pescado de mucho menor precio e importado de China y Vietnam, también de acuacultura.
“Esta práctica perjudica nuestros bolsillos, ya que en ocasiones la diferencia de precio entre la especie solicitada y la obtenida llega a ser de 700 por ciento. Como consumidores tenemos derecho a recibir el producto por el que pagamos y tomar nuestras decisiones con la mejor información disponible”, comentó Mariana Aziz.
Pero por ciudades identificaron que en Guadalajara, donde se encuentra el segundo mayor mercado de pescado después de la Nueva Viga de Ciudad de México, la suplantación de especies al 100 por ciento no sólo se da con el marlín, sino también con el huachinango, sierra y lobina.
De acuerdo con el reporte, un kilo de robalo o huachinango puede llegar a los 490 o 412 pesos, respectivamente, cuando en realidad te dan tilapia, cuyo precio es de 68 pesos por kilo. Lo mismo pasa con la cabrilla cuyo costo por kilo es de 495 pesos, y se sustituye por basa, que tiene un precio de 80 pesos por kilo.
Engaño afecta a pescadores mexicanos
Las expertas señalaron que el engaño también afecta a los pescadores mexicanos, pues genera afectaciones económicas graves, debido a que se vende pescado importado, como la basa, como si fuera producto nacional, por lo que les resulta difícil competir en el mercado con productos importados baratos, ya que sus costos de producción son considerablemente menores.
Oceana, la mayor organización internacional dedicada exclusivamente a la protección de los océanos, destacó que este engaño también afecta la salud de los mares y se contrapone con los esfuerzos de protección de especies amenazadas. Por ello, propuso una política de trazabilidad de los productos pesqueros que permita rastrear el camino que recorre un pescado para llegar a las mesas de los consumidores, también conocido como cadena de valor, y así brindar información veraz sobre la especie y origen del pescado que comemos.
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“Esta política nos permitirá tener información clara en cada etapa de la cadena de valor del pescado, e identificar en cual ocurre la sustitución y poner manos a la obra. Una buena política de trazabilidad nos ayudará a tener la certeza de que estamos consumiendo el pescado que nos vendieron, y que el producto es resultado de la pesca legal”, afirmó Mariana Aziz.
Actualmente Oceana trabaja con la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) para construir una norma de trazabilidad que permita rastrear el pescado del barco al plato. Este proceso se encuentra en una etapa temprana, pero se encuentra dentro de las prioridades contenidos en el Programa Nacional de Pesca y Acuacultura 2020-2024.
Destacaron que hace falta la incorporación de la Procuraduría Federal de Protección al Consumidor (Profeco), ya que una vez publicada la norma, será el organismo encargado de vigilar que se cumpla.
Para llevar a cabo el estudio se analizaron 10 especies comerciales: marlín, mero, dorado, robalo, sierra, huachinango, atún, mojarra, lenguado y curvina, para lo cual se recolectaron e identificaron genéticamente 174 muestras de pescaderías y restaurantes en cuatro ciudades de México, de las cuales 57 muestras provenían de Tijuana y Ensenada, 62 de Guadalajara y 55 de Mérida.
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