La cena que nunca fue: Colosio y el vino que apartó para reunirse con Salinas de Gortari y Camacho Solís

Un día antes del magnicidio, Luis Donaldo Colosio y Carlos Salinas de Gortari habían acordado reunirse con el Comisionado de la Paz en forma de agradecimiento por desistir de su aspiración presidencial.

La reunión de Colosio con Salinas y Camacho que nunca ocurrió
Alejandra Sigala
Ciudad de México /

La rivalidad que ante el ojo público estalló en 1993 dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) estaba a días de reconciliarse, hasta que un atentado en Lomas Taurinas lo frustró.

Luis Donaldo Colosio recibió dos disparos de arma de fuego al término de un mitin en Tijuana. En la tarde del 23 de marzo de 1994, una pistola apuntó a la cien de quien se perfilaba como el próximo Presidente de México y de inmediato se accionó, alterando a los miles de asistentes que querían acercarse al priísta.

La muerte del candidato enlutó a México y lo sumió en una crisis política que clamaba por castigar a los responsables intelectuales, incluso más que al único material identificado, Mario Aburto. Así los nombres de Carlos Salinas de Gortari y Manuel Camacho Solís entraron en el ojo del huracán como presuntos orquestadores del magnicidio.

El entonces Presidente de la República negó y condenó aquellas suposiciones “absolutamente falsas e irresponsables” sustentadas en la supuesta ruptura con Colosio tras su discurso del 6 de marzo de 1994; aquel en el que dijo ver a "un México con sed y hambre de justicia”.

“Aquel discurso (...) me lo hizo llegar antes de pronunciarlo y yo de ninguna forma me opuse a que procediera como él lo tenía dispuesto”, externó en su primera declaración hecha a la Fiscalía General de la República (FGR).
La ciudadanía exigió castigo por los autores intelectuales del asesinato de Luis Donaldo Colosio.

El silencio de Camacho

Manuel Camacho Solís y Luis Donaldo Colosio se perfilaron como dos perfiles fuertes para la candidatura presidencial del Revolucionario Institucional rumbo a las elecciones de 1994.

El 28 de noviembre de 1993 la bancada nombró a Colosio Murrieta como su abanderado, pero los reflectores de aquel evento fueron acaparados por el silencio de su rival Camacho Solís, quien no emitió alguna felicitación pública.

No estoy en contra de la candidatura de Luis Donaldo, pero sí en contra del grupo de interés que está detrás de él; (...) Llamé al licenciado Colosio para desearle éxito”, aseguró Manuel en su declaración, aclarando que su decisión de no asistir fue para evitar más división partidista. Y pese a que bajo ese sentido aceptó la titularidad de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE); las críticas y sospechas en su contra no se apaciguaron.

“El sólo hecho de no haber yo asistido, aún habiendo apoyado públicamente; aún habiendo aceptado un cargo y habiendo hecho un movimiento político contrario a esa decisión, fue tomado como una afrenta mayor”, reclamó.

Incluso el propio Salinas de Gortari quería romper la incertidumbre y tras el ‘destape' del sonorense se contactó con Camacho Solís, pero éste seguía renuente a manifestarse públicamente sin una reunión de por medio con el Jefe del Ejecutivo.

Me preocupó su reacción y lo convoqué. (...) Me interesaba mantener el clima de unidad en el equipo de gobierno y fundamentalmente entre quienes la opinión había señalado como precandidatos a la Presidencia de la República”.
De izquierda a derecha, Colosio, Zedillo,Salinas de Gortari y Camacho Solís. ESPECIAL

Al día siguiente el Presidente y Camacho se reunieron en la residencia de "Los Pinos", donde en un fraternal desayuno Carlos Salinas le ofreció continuar en el gabinete al frente de la SRE; toda vez que conoció la realidad detrás del enojo del priísta.

“Él me dijo que le hubiera gustado saber antes que no iba a ser (candidato). En mi experiencia, eso nunca había sucedido en el pasado”, resaltó a pregunta expresa en su declaración ampliada.

Acuerdos y amenazas

El 29 de noviembre Camacho Solís asumió la titularidad de la SRE. Las opiniones se habían calmado hasta el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas el 1 de enero de 1994, cuando fue designado como Comisionado para la Paz.

Así, el secretario asumió su nuevo cargo el 10 de enero, mismo día que Luis Donaldo arrancó su campaña presidencial— de por sí retrasada por el estallido de la guerrilla. Y si bien Salinas de Gortari prohibió a Camacho hacer uso de la situación para aspirar a una candidatura, reconoció que su labor y “el uso de los medios para promover lo que parecía una postulación independiente” opacó al abanderado priísta.

Fue más protagónica y desató una mayor tensión en el entorno de lo que yo había esperado. (...) Me daba cuenta que se estaba creando confusión por las actitudes del Comisionado”, admitió.

Camacho Solís coincidió con aquella perspectiva, especialmente por los diálogos que entabló con el subcomandante Marcos y las negociaciones en San Cristóbal de las Casas: “Era el tema de discusión central”. Salinas de Gortari tomó cartas en el asunto, tan pronto su Comisionado volvió a la capital.

Manuel Camacho Solís fungió como mediador del gobierno.Especial

“Su exigencia hacia mi persona, de manera muy clara, fue que yo dijera enfáticamente que no tenía esa aspiración (a la Presidencia)”, recordó Camacho a la instrucción que acató parcialmente en una declaración pública del 11 de marzo. Pero aquel discurso no cumplió en su totalidad los términos que el Presidente había avalado con anterioridad, desatando así “una profunda confrontación”.

“El presidente me exigió que hiciera esa declaración. Me amenazó si no lo hacía. (...) Le dije que yo por esa fuerza no me iba a doblar y que yo estaba dispuesto a hacerlo, pero no en las condiciones que me querían imponer. (...) Entonces vino la amenaza mayor: ‘O tú aceptas, o dejas de ser Comisionado para la Paz’”.

Así, frente al Hotel Presidente, el priísta dejó en claro que continuaría con la misión para buscar la paz en Chiapas, no sin antes revelar lo que habría detrás de su decisión: “Hoy se ejercen presiones para que este Comisionado se retire de la vida política del país”. Salinas de Gortari no negó la declaración de Camacho.

La cena y las flores

Los días pasaron, al igual que las conversaciones entre ambos personajes. Y finalmente, el 22 de marzo Camacho Solís negó públicamente interés por contender a alguna candidatura.

Salinas de Gortari y Colosio coincidieron que aquel acto merecía una celebración: una cena íntima entre los tres, con un vino especial y en la casa del candidato priísta. Todo ello planeado después la primera etapa de ka campaña presidencial — y por la cual Luis Donaldo había viajado a la frontera de Tijuana.

Pero el festejo nunca llegó. El ánimo que debía respirarse se convirtió en luto y tragedia con el magnicidio de quien se perfilaba para suceder la Presidencia de 1994, y eventualmente la última del PRI.

La tragedia impidió esa celebración. Varios días después, en una de las visitas que hice a su viuda (Diana Laura Riojas) me mostró en su casa el vino que Luis Donaldo había dispuesto para esa cena. Nuestra tristeza era mayúscula”, recordó Salinas en su declaración.

Luis Donaldo fue despedido entre flores, lágrimas y homenajes en presencia de políticos, activistas, seguidores y su familia: su esposa Diana Laura Riojas y sus hijos Luis Donaldo Colosio Riojas y María Colosio Riojas (de ocho y un año de edad, respectivamente).

En tanto la opinión pública mantenía en la mira de la discordia al apellido Camacho Solís, a quien Salinas advirtió que también sería blanco de hostilidades dentro del Revolucionario Institucional: “Me preocupó enormemente que ese ánimo público de coraje contra él pudiera en cualquier momento desbordarse en otro acto de violencia”.

El líder panista Diego Fernández de Cevallos acudió al funeral de Luis Donaldo Colosio. (Fototeca Milenio)

Los dos sostuvieron una reunión poco después. El ex Secretario solicitó al Presidente convencer a Diana para secundar la carta que había redactado para “aliviar el clima de animosidad”. En un primer momento, la viuda rechazó la petición por la manera en que Camacho Solís había tratado a Colosio desde su postulación, hasta la campaña.

Y si bien reflexionó su postura y se mostró abierta a la posibilidad toda vez que realizara algunas correcciones al texto, al final Laura Riojas decidió no firmarlo. Salinas no insistió más. 

Diana Laura Riojas murió meses después, en noviembre de 1994, por cáncer de páncreas; los pequeños Luis Donaldo y María quedaron a cargo de Hilda Elisa, hermana de su madre y quien falleció el 14 de marzo de 2024.

Otro tirador y la sentencia de Aburto

El 29 de enero del 2024, la FGR reavivó la teoría de un segundo tirador involucrado en el magnicidio de Luis Donaldo Colosio e identificado, según el comunicado, como Jorge Antonio “S”, agente del CISEN asignado a cubrir al candidato presidencial y quien habría atestiguado el asesinato.

Pruebas de rodizonato realizadas por la institución arrojaron que el imputado habría accionado el arma pocos segundos después del supuesto tiro de Aburto. Esto aunándose a los indicios de sangre del candidato hallados en sus prendas: “El CISEN mandó al acusado (...) para después encubrirlo y sacarlo de Tijuana”, resaltó el documento.

Recuperan teoría enterrada

En tanto después de tres décadas en prisión, se vislumbraba la liberación de Mario Aburto para el aniversario del magnicidio gracias a un recurso legal que propone declarar fundado el recurso de reclamación interpuesto por el homicida.

El proyecto de la ministra Margarita Ríos Farjat estaba planeado a discutirse el 11 de marzo del 2024— lo que pronosticaba el éxodo de Aburto para los 30 años del magnicidio, el 23 del mismo mes. Pero la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió aplazar el debate a fin de tener más tiempo de estudiar el caso, según fuentes judiciales.

Cabe recordar la FGR busca echa abajo la resolución de un Tribunal Colegiado que amparó a Aburto y ordena revocar la sentencia de 45 años de cárcel, para así dictar una nueva tomando como base la pena que prevalecía en el Código Penal de Baja California en 1994; la cual contemplaba una máxima de 30 años.

ASG


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