El 28 de enero de 1979 es una fecha que los poblanos recuerdan como especial e histórica, ya que el papa Juan Pablo II llegó a la angelópolis para presidir la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Celam) en el Seminario Palafoxiano.
El sumo pontífice llegó a la Ciudad de México y un día después se trasladó a Puebla a bordo del papamóvil. Viajó por la autopista México-Puebla a paso lento, pues una multitud rodeaba su vehículo con la intención de verlo a la distancia, así lo narró Andrés Torres, sacerdote diocesano responsable de la parroquia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, para MILENIO Puebla.
“Los fieles buscan, sabiendo su itinerario, ubicarse de tal manera que lo pudieran ver en su recorrido de la Ciudad de México a Puebla, de manera que en algunos tramos se veían muchos feligreses, aclamándolo, saludándolo, como conocemos el espíritu festivo y alegre de los mexicanos”, comentó.
El Papa fue recibido por Rosendo Huesca y Pacheco, séptimo arzobispo de Puebla, acompañado con alegría por cientos de fieles y la comunidad eclesiástica. Lo anterior atrasó el itinerario, por lo que ya no hubo tiempo de entrar a la Catedral de Puebla y el sumo pontífice siguió su camino al Seminario Palafoxiano.
“Por el retraso sufrido a consecuencia de las multitudes que lo iban esperando en las poblaciones, llegó con retraso y eso impidió su visita a la Catedral de Puebla, sólo pasó por enfrente”, mencionó.
Actualmente, en el lugar donde paró el papamóvil existe una estatua conmemorativa a aquel acontecimiento. Ésta tiene el escudo de Juan Pablo II, una cruz y, bajo el madero horizontal derecho, una "M" que representa a María. La imagen fue esculpida por el arquitecto, escultor y pintor poblano Jesús Corro Ferrer.
En su visita a Puebla, Juan Pablo II caminó por los pasillos del centro de estudios eclesiásticos, pero por el largo viaje que había llevado a cabo, descansó unos minutos y se cambió de ropa. En la actualidad, la habitación que ocupó es utilizada para los padres espirituales.
Después, el Papa encabezó una misa ante aproximadamente 350 mil personas que se encontraban en la explanada del seminario y en reconocimiento a esta fecha se colocó una cruz.
“Manifestó su amor a la Iglesia, su alegría de encontrarse con este pueblo y exhortándonos a mantener viva la fe y aprovechar este espacio de diálogo y discernimiento que se abría para todas las iglesias de América Latina”, compartió.
Andrés Torres comentó que en la Capilla Mayor se realizó el discurso inaugural de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, encuentro que reunió a todos los arzobispos de América Latina y, para ello, se trasladó el Cristo que actualmente está en la Capilla de Santa Teresa.
“En su mensaje estableció los elementos básicos que le darían cuerpo al documento conclusivo de esta tercera conferencia, destacando que se cuidara mucho afirmar la verdad sobre el hombre, la verdad sobre la Iglesia y la verdad sobre dios”, detalló.
Luego del evento protocolario, el Papa tomó sus alimentos en el comedor del seminario y se retiró con destino a la Ciudad de México. Con motivo de su visita en el comedor, el pintor Corro Ferrer plasmó en una pared un mural en el que se habla de la historia de la salvación.
Aunado a lo anterior, Andrés Torres comentó que el papa Juan Pablo II se convirtió en el primer líder de la Iglesia católica en visitar tierras mexicanas, lo cual le valió ganar el amor de millones de fieles en el país. Después de visitar Puebla, acudió a los estados de Oaxaca, Guadalajara y Monterrey.
El padre Andrés Torres recordó al sumo pontífice como un ser empático, amable y carismático; señaló que las nuevas generaciones tienen mucho que aprender de él, por lo que los invitó a leer sus escritos. Tras la visita de Juan Pablo II, el seminario conserva la casulla sacerdotal con la que presidió la misa, la Biblia con la que se leyó el evangelio y algunos objetos sagrados.
ROA