Bañados por el potente rayo del sol y la humedad de los cafetales, entre sudor y tierra, los campesinos de Camocuautla, Puebla, cargan costales de entre 40 y 50 kilos cuesta arriba en esta montaña de la Sierra Norte de Puebla. Lo que se baja caminando en media hora, con el peso, se convierte en más de una hora de subida. Así es todos los días en la temporada de cosecha.
Bajan temprano a cortar y cerca de las 15:00 horas, llegan a casa cargados con su costal de cerezas de café y lo entregan a las mujeres para el proceso que sigue.
Por eso, en el patio de su casa, Irma González acaba de vaciar el costal que trajo su esposo en una tina grande y enciende la despulpadora. Allí, cubeta tras cubeta, ella verterá las cerezas de café para desechar la pulpa y extraer la semilla, que pondrá a secar para poder vender. De los casi 50 kilos de fruta, quedarán sólo unos 20 kilos de semilla.
En Camocuautla, esta es la actividad principal de las casi 300 familias que lo habitan. Hombres y mujeres de todas las edades cultivan el café desde hace muchas generaciones.
El trabajo es pesado, pero más duro es que el precio del producto no lo fijen los campesinos, sino sus compradores, ajenos a la comunidad.
Pocos son los apoyos del gobierno federal que reciben para ayudar a los cafetaleros. A veces, los campesinos ni siquiera saben el nombre del programa y es difícil que accedan a ellos porque los recursos suelen estar controlados por el gobierno municipal.
“Aquí en la comunidad, se maneja que, si no apoyaste al presidente municipal que está, no te dan apoyos de nada y si apoyaste, sí te dan”, confiesa Irma.
A cuatro horas en carretera desde la capital poblana, enclavado en las montañas, y con poco acceso a medios de información, en este pueblo, es el gobierno municipal el que administra los datos, como fechas y requisitos, para que los campesinos se inscriban a los apoyos federales que, en el sexenio pasado, era de apenas mil 300 pesos… al año.
“Sí es un apoyo, pero un apoyo para que digas ‘me sirve para cuidar o para comprar insumos o para comprar una planta de mejor calidad’, pues no”, dice Mariano Vázquez, quien coincide en que la información se maneja políticamente.
“Yo, en lo personal no tengo tele, no veo tele, sí tengo celular y me informo por Face, pero a veces la información llega tarde… Por eso, cuando quedas bien con el que queda, quedas bien con todo, y si hay esto, te avisan, pero si tú quedas o no estás o no lo apoyas al que quede, cuando llega algo, tú no eres bienvenido”, platica.
Los campesinos de Camocuautla no saben reconocer los diferentes programas sociales que se otorgan, pues además de que no tienen la información completa, los cambios de nombre los confunden.
“Antes se llamaba Amecafé, ProCafé y ahorita se llama Producción para el Bienestar”, dice Irma.
“Aquí prácticamente no tomamos en cuenta el nombre, nos dicen ‘esto se llama así’ y nosotros, con que nos den el apoyo, con eso nos conformamos, pero cuando nos preguntan ‘¿qué sabes de este programa?’, pues nos confundimos, no sabemos cómo se llama o para qué es o qué es lo que da”, añade Mariano.
Por eso, aunque a algunos de los campesinos de Camocuautla les dijeron que el apoyo del sexenio pasado se llamaba ProCafé, en realidad ese programa era ambicioso e integral y ellos no lo recibieron.
ProCafé consistía en otorgar infraestructura, equipamiento, insumos, capacitación, asistencia técnica y gestión de proyectos. Pero en Camocuautla, apenas reciben unos cuantos pesos.
Café y campo, agujero negro en sexenio de Peña
El gobierno de Enrique Peña Nieto dejó un agujero en la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) de 3 mil 788 millones 174 mil 901 pesos por irregularidades encontradas en 17 auditorías de los años 2017 y 2018, que, a la fecha, cinco años después, no ha sido denunciado ni penal ni administrativamente por la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
Esos más de 3 mil millones de pesos forman parte de los 710 expedientes de irregularidades en 45 dependencias que, durante el sexenio de Peña Nieto, sumaron más de 30 mil millones de pesos y que, como dio a conocer MILENIO el 23 de enero, la ASF mantiene “congelados” sin que proceda a denunciarlos para castigar a quienes hicieron mal uso del dinero.
En el caso de Sagarpa, son 90 expedientes abiertos por la ASF que se mantienen “congelados”.
Una tercera parte de ese presunto desfalco en Sagarpa que está sin denunciar lo acumuló un solo programa, el ProCafé, de apoyo a pequeños productores de café, por el que se fugaron, al menos, mil 263 millones 387 mil 487 pesos.
El fraude de ProCafé
En el caso del ProCafé, del que hay abiertos 11 expedientes por dos auditorías, la pérdida más cuantiosa se identificó en la cuenta del año 2017, que concentró 766 millones 19 mil 664.64 pesos y pese a tratarse de una revisión forense, la ASF no lo ha denunciado.
La mayor parte de ese extravío de recursos se dio porque la Dirección General de Fomento a la Agricultura de Sagarpa, a través de sus delegaciones en Chiapas, Guerrero, Oaxaca, San Luis Potosí, Puebla, Veracruz, Hidalgo y Nayarit, autorizó─indebidamente─ el pago del programa a más de 11 mil beneficiarios, tanto personas físicas como integrantes de asociaciones y organizaciones, que al mismo tiempo recibieron apoyo de otro programa, el Proagro Productivo, o que fuero apoyados por más de una organización.
Además, hubo casos en que los recursos fueron asignados indebidamente a supuestos técnicos sin que se pudiera comprobar que realmenteayudarona productores de café.
Destaca también el caso de la Universidad Loyola del Pacífico, la cual recibió más de 23 millones de pesos, a través de la Asociación Mexicana de la Cadena Productiva del Café (Amecafé), para actualizar el padrón cafetalero en Chiapas y Oaxaca, sin que al final entregara documentación que comprobara la realización de esos trabajos y ni siquiera que tuviera la capacidad técnica, operativa y humana para ejecutarlos.
El resto del eventual desfalco, más de 2 mil millones de pesos, proviene de anomalías en el uso de apoyos a campesinos en general a través de programas de apoyos a pequeños productores, de fomento a la agricultura y de productividad y competitividad agroalimentaria, tales como El Campo en Nuestras Manos; Mejoramiento Productivo de Suelo y Agua; Activos Productivos y Agrologística; Investigación, Innovación y Desarrollo Tecnológico Agrícola; Capitalización Productiva Agrícola; Proyecto de Seguridad Alimentaria para Zonas Rurales, entre otros.
JLMR