Tiburcio pasará Año Nuevo orando por la salud de su esposa afuera de un hospital

Desde hace tres años, el matrimonio de Tiburcio Jiménez Miranda no conoce cena de Navidad y Año Nuevo, debido a que se les ha ido el tiempo en ir y venir de un estado a otro para seguir al pie de la letra el tratamiento de su esposa.

Tiburcio y Rosa, una pareja de la tercera edad, esperan que al menos puedan conseguir espacio en un albergue. (Especial)
Liliana Collado Calcáneo
Villahermosa, Tabasco /

Angustia, incertidumbre, temor y hasta desamparo, son los sentimientos a los que se enfrentan personas como Tiburcio Jiménez Méndez, de 69 años de edad, quien recibirá el Año Nuevo orando por la salud de su esposa afuera de un hospital de Villahermosa.

Originario de Chilón, Chiapas, Tiburcio ha viajado durante tres años consecutivos al hospital Dr. Juan Graham Casasus para acompañar a su esposa Rosa Miranda Sánchez, quien cada 21 días es sometida a prolongadas sesiones de quimioterapias para tratar su padecimiento de cáncer de ovarios que ya se encuentra en tercera etapa.

El único apoyo que han encontrado, a veces, si no hay mucha demanda, es un espacio, por la noche, en el albergue Oasis de Paz del Espíritu Santo Amparito, ubicado muy cerca del hospital Juan Graham y donde se presta ayuda a personas de escasos recursos que no tienen donde quedarse a dormir cuando tienen familiares hospitalizados.

La mayoría de las personas que acuden a ese refugio es foránea, principalmente de Chiapas, ya que muchos, por la cercanía, prefieren viajar hasta Villahermosa para atenderse en uno de sus hospitales públicos, en lugar de acudir a su propio estado, pues están muy retirados o no encuentran la atención médica que buscan para seguir sus tratamientos.


El panorama que se vive afuera de los hospitales de la capital tabasqueña es deprimente, ya que por la pandemia no se permiten acompañantes en los cuartos de de las instituciones hospitalarias, por lo que tienen los familiares deben pernoctar afuera, en espera de ser llamados para conocer el avance en la salud de sus enfermos.

La angustia a flor de piel y muchas veces la impotencia de contar con limitados recursos económicos para poder tener una estancia digna en el proceso de la enfermedad, es lo que se refleja en el rostro de personas como el matrimonio Jiménez Miranda, pues la pareja de la tercera edad gasta cerca de 2 mil pesos en cada viaje que realizan a la ciudad de Villahermosa y sin contar la alimentación durante el tiempo que permanezcan recibiendo el tratamiento y el costo de los medicamentos.

Con voz temblorosa por las lágrimas que trataba de reprimir y que al final no pudo controlar, Tiburcio Jiménez mencionó a MILENIO que en la comunidad de Chilón se dedica al campo y al cultivo de café, sin embargo, recientemente a su plantación le cayó una plaga que acabó con todo lo que para él representaba una esperanza de obtener algo de ingresos económicos.

Sus maletas son un par de bolsas de tela, en la que llevan y traen un poco de ropa, debido a que pasan más tiempo en Villahermosa que en su propio hogar, a donde solo llegan para constatar si todo va bien, y a conseguir dinero prestado para regresar a esa ciudad a acompañar a su esposa Rosa para que siga recibiendo sus quimioterapias.

Antes de llegar a Villahermosa, comentó que su compañera de vida fue operada meses atrás en un hospital público de Tuxtla Gutiérrez, donde pagó 35 mil pesos, más medicamento y hospedaje, posteriormente lo mandaron a Tapachula pero le queda muy lejos y por ello, decidieron seguir atendiendo la salud de su esposa en la capital de Tabasco.

Además del cáncer en tercera etapa, dijo que los doctores le dieron la mala noticia de que a su pareja se le bajaron las plaquetas, lo que representa un gasto más pues, cada ampolleta de las cinco que contempla el tratamiento le cuesta 420 pesos, mismas que no podrá comprar hasta que llegue a su tierra natal para conseguir otro préstamo.

“Ahora, vamos a regresar a Chiapas a conseguir dinero, porque ya no tenemos, son más de cinco mil pesos, para que pueda mejorar mi esposa, porque tiene anemia y no tenemos dinero… vamos a regresar a pedir otro préstamo, para poder comprar el medicamento”, dijo tomando fuertemente la mano de su esposa en señal de que se mantenga fuerte y aferrada a la vida.

Desde hace tres años, el matrimonio Jiménez Miranda no conoce cena de Navidad y Año Nuevo, debido a que se les ha ido el tiempo en ir y venir de un estado a otro para seguir al pie de la letra el tratamiento que le han sugerido para reestablecer la salud de su esposa y así pueda tener una mejor calidad de vida, a pesar de su precaria situación económica.

La pareja de la tercera edad lleva más de cinco décadas juntos, y a decir de Tiburcio, luchará sin descanso para que su esposa logre vencer el cáncer que padece en sus ovarios y así puedan acabar con este peregrinar.

AMP

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