El fuego feminista se volvió a encender el 2 de septiembre, cuando Marcela Alemán se amarró a una silla al interior de las oficinas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ubicada en República de Cuba, en la Ciudad de México, para exigir justicia por la violación de su hija en San Luis Potosí hace tres años.
La llamarada de este caso, uno más, hizo arder de nuevo la causa feminista, de género, de exigencia de justicia y respeto a las mujeres. El fuego se propagó y diversos colectivos y víctimas se sumaron a la señora Alemán con la toma de oficinas.
Desde el primer momento Rosario Piedra, titular de la CNDH, así como la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quisieron apagar el incendio: manifestaron su apoyo y disposición para dar atención a quienes lo necesitasen, pero a un mes de distancia apenas dos peticiones han sido atendidas...y cada día de estos 30, un caso de violencia contra la mujer se ha reportado.
Dentro del ahora refugio para mujeres en los primeros días se realizaron pintas en las instalaciones, así como la quema de algunos documentos. También se llevó a cabo la intervención de pinturas de personajes como Miguel Hidalgo y Francisco I. Madero, las cuales algunos días fueron colocadas en el exterior con la intención de subastarlos en apoyo a este espacio.
Esta acción motivó la toma de distintas sedes de la CNDH a nivel nacional, entre las que destacan la de Ecatepec, Veracruz, Michoacán y Aguascalientes, sumándose así a los colectivos feministas de la capital, quienes además realizaron entre cantos y consignas, la denominada Anti-grita el 14 de septiembre.
A un mes de la toma, pocas de las peticiones hechas por los colectivos feministas han sido cumplidas, y entre aquellas que sí han encontrado apoyo fue justamente la de Marcela Alemán, a quien canalizaron con un abogado que lleva el caso, por lo cual el 17 de septiembre anunció que se retiraba de las instalaciones de la CNDH.
Además, tras la detención de Tania Elis, alumna de Sociología de la Facultad de Estudios Superior Acatlán, los colectivos solicitaron su liberación sin cargos, en un segundo pliego publicado por Okupa Bloque Negro, y pese a que el pasado 25 de septiembre recuperó su libertad, tendrá que realizar trabajo por dos años para el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).
Aunque las autoridades han mostrado interés en atender los casos de víctimas de abuso sexual, violencia y feminicidio, para quienes tienen tomada la CNDH eso no ha sido suficiente por lo cual las colectivas feministas han buscado mantener este espacio, que para ellas representa una casa de encuentro de todas las causas feministas, así como un lugar para reparar el daño por toda la violencia que han vivido las mujeres.
“Nos pronunciamos por nuestro derecho como humanas a vivir libres de violencia por ser mujeres, nos pronunciamos por la falta de políticas públicas para atender las desigualdades que vivimos las mujeres durante la pandemia… nos pronunciamos por la autonomía y el derecho de decidir de las mujeres, sobre sus propios cuerpos en todo el país”, expresó el Bloque Negro en un comunicado publicado el pasado 17 de septiembre.
En la última semana de septiembre se hicieron conocidos más de 7 casos de feminicidio, entre los que se encuentra el de Jessica González quien fue hallada muerta el 25 de septiembre, el de Noemí, cuyo cuerpo fue encontrado el mismo día en Tequisquiapan, Querétaro; así como ellas, más de 10 mujeres son asesinadas al día de acuerdo con distintos colectivos feministas e información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Ante esta situación, el colectivo feminista de Oaxaca, Mujeres de la Sal, ha buscado a raíz de la muerte de Jessica darle visibilizar casos de mujeres victimas de feminicidio o desaparecidas, sumando hasta el momento más de 29 publicaciones donde se han dado a conocer estos hechos que han ocurrido en los distintos estados de la República.
Por lo cual, pese a la salida de Yesenia Zamudio de la CNDH el 18 de septiembre, luego de que supuestamente fuera amenazada; ahora la Casa de Refugio quedó a cargo del Bloque Negro, junto con Erika Martínez, cuya hija fue abusada sexualmente cuando tenía tan solo 7 años, y actualmente se dedican a realizar talleres de danza, así como a vender algunos artículos, pero también a repartir despensas a quienes lo soliciten.
Asimismo, seguirán insistiendo en que su cumplan sus peticiones entre las que se encuentran que se realice una capacitación tanto a policías como a medios de comunicación con perspectiva de género, así como como la creación de universidades, escuelas y granjas feministas autosustentables, pero de manera inicial la creación de fiscalías feministas y casas de refugio y actualizar el protocolo de atención a delitos de violencia contra menores de edad.