A más de un año del arranque de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez, su infraestructura no se consolida del todo y opera en sedes alternas, aulas portátiles y en espera de que construyan los planteles donde se prometió.
Con un presupuesto anual de mil millones de pesos, no existe una claridad en los criterios para el ingreso de los estudiantes, programas de estudio, ni información sobre cuál es el perfil de los docentes y mucho menos la certeza de que los comodatos que firmaron para garantizar el lugar donde se construyen las universidades tenga validez.
Raquel Sosa Elízaga, encargada del Sistema de Universidades Públicas Benito Juárez, defendió su proyecto y afirmó que sus planteles no son patito, “más bien se trata de escuelas no convencionales y de planteles donde se pretende impartir una sola carrera acorde con las necesidades de la comunidad”.
El pasado 19 de febrero en el municipio de Francisco I. Madero, en el estado de Hidalgo, se les informó a los 921 alumnos de la Universidad del Bienestar instalados en la Normal Rural Luiz Villareal, El Mexe, que en agosto próximo serán reubicados a otra sede en Jacala, una comunidad a 3 horas y media de Pachuca.
Esta unidad se mueve a Jacala, porque la sección 15 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) no cumplió el comodato de 30 años que había firmado con el presidente Andrés Manuel López Obrador, en el que se acordaba que El Mexe reabriría sus puertas para recibir a los alumnos de Bienestar en la región.
Todo comenzó el 18 de diciembre de 2018 cuando el mandatario federal decidió dar el banderazo de salida a su proyecto emblema frente al edificio principal de El Mexe. Aquella tarde estuvo acompañado por el gobernador del estado, Omar Fayad y por la directora del programa, Sosa Elízaga.
“Propuse a Raquel que comenzáramos, que se inaugurará este programa de las universidades públicas, de 100 nuevas universidades públicas, Benito Juárez, aquí en El Mexe, y estamos cumpliendo”, fueron las palabras del Presidente aquella tarde.
Sin embargo, un año y dos meses después de esta entrega, Sosa Elízaga informó a los estudiantes que los integrantes de la CNTE no están de acuerdo con el método pedagógico de las universidades Benito Juárez García, por lo que estas instalaciones serán reabiertas como escuela normal.
“Hay un acuerdo presidencial con la CNTE para que su personal y la dirección de escuelas normales ocupen ese espacio; no hay más que hacer. No me dijeron a mí nada específicamente solo que en el acuerdo consideran que no es el programa de Universidades para el Bienestar, la entidad adecuada y lo quieren hacer ellos mismos”, puntualizó Sosa Elízaga.
Este anuncio dejó en la zozobra a los 921 alumnos que desde hace un año se inscribieron al plantel, principalmente a todos aquellos que vienen de otro estado y a las jóvenes que son madres y para las cuales dejar su comunidad en busca de educación no es una opción.
Benjamin Santoyo, de 21 años y originario del estado de Guerrero, es uno de los jóvenes que hasta hace poco tomaba clase en este lugar, y ahora considera regresar a su tierra ante el cambio de sede de la universidad el próximo meses de agosto.
Él llegó a Tepatepec, municipio de Francisco I. Madero, hace un año. Vino en busca de una alternativa académica que lo alejara de las balas del crimen, algo que no se ha concretado.
Él joven nos citó en el cuarto al que llama casa y en el que habita desde hace un año, por este espacio paga mil 800 pesos, dinero que obtienen trabajando en los sembradíos de la comunidad Francisco I. Madero, pues su padres en la sierra viven al día.
“Llegué con la idea de que seriamos parte de una Normal Rural, y ya estando aquí nos dijeron que no, que éramos parte de la Universidad para Bienestar. En la convocatoria presumían que tendríamos comida y techo gratis, y eso tampoco fue verdad, pues al presentarnos nos dicen que no y que debemos buscar donde rentar y, ahora, nos dicen que nos tienen que mover”, comparte el joven guerrerense.
Al igual que él los poco más de 900 estudiantes que recibieron la noticia se dicen indignados. Entre ellos Marisela Hernández, de 25 años: “Para nosotros es una burla, si no somos ratones de laboratorio para que experimente con notros, no podría moverme de aquí, pues tengo dos hijos y no me los voy a llevar a la sierra en Jacala. Es imposible”.
Además de eso, los jóvenes cuentan que desde que llegaron al Mexe, no solo han tomado clase en los tres salones improvisados que les habilitaron, sino que también en dos sedes alternas: en la Primaria Lázaro Cárdenas y en la Telesecundarias 471, donde comparten espacios con los alumnos de educación básica.
“Es un peligro estar así, no contamos con aulas propias, no tenemos credenciales, no nos entregan el plan de estudios con el argumento de que quieren evitar plagios y ahora tampoco tenemos sede, ni la certeza de que lo que estudiemos existe”, recrimina Hernández.
Tras el anuncio, una de las quejas que más se manifestaron tiene que ver con el esfuerzo que han hecho los alumnos desde que llegaron a esta universidad, y es que, aseguran, se requirió de un esfuerzo colectivo para equipar los salones improvisados.
“Empezamos en la Telesecundaria, ahí no había sillas, llegábamos peleándonos por una, y los que no en el suelo, sin embargo, nuestra necesidad de salir adelante fue mucha para que a la mera hora no se hiciera esto”, expresa Elizabeth Chávez, estudiante de la segunda generación de las Universidad para el Bienestar.
En el portal oficial de las universidades se plantea que la carrera que oferta este plantel tiene por nombre “Formación docente en educación básica: patrimonio histórico y cultural de México”, sin embargo, ni esta, ni ninguna de las otras licenciaturas e ingenierías que ofrecen entregan su plan de estudios.
Este es solo un ejemplo, el programa contempla al menos 100 planteles más distribuidos en todo el país y cada uno enfrenta un problema sui generis.
Por ejemplo, en la Ciudad de México, los alumnos del plantel Derecho Ponciano Arriaga, de la colonia Centro de la alcaldía Cuauhtémoc, iniciaron una huelga indefinida desde el pasado 17 de febrero.
Alumnos explicaron que el paro fue la culminación de una serie de inconformidades por las decisiones de la directora del plantel, Verónica Castro, y de la coordinadora nacional del programa, Sosa Elízaga, pero sobre todo porque tienen miedo de que todo sea un fraude.
“Nos genera mucha incertidumbre porque invertimos tiempo, nos desgastamos, hacemos mil sacrificios para terminar en tiempo y resulta que cuando llega el momento de finalizar, no hay nada seguro para titularnos”, dice América López, alumna de la escuela.
Sosa Elízaga admite que enfrentan insuficiencia, pero advierte que van poco a poco y que es preferible ofrecer instalaciones incompletas a no ofrecer nada.
“Riesgo de verdad es no escucharlos, riesgo de verdad es que las universidades públicas estén totalmente cerradas a incorporar nuevos estudiantes, riesgo de verdad es que las universidades privadas hagan el negocio con estudiantes que no tienen condiciones económicas para pagar una educación privada y riesgo de verdad es que haya muchos jóvenes en la calle que no tienen la posibilidad de estudiar”, expresa.
La legisladora priista Cynthia López Castro comenta que esta semana presentarán un punto de acuerdo a la Comisión de Educación en la Cámara para exigir a la SEP que entregue el número específico de estas universidades.
“Que nos especifiquen las localidades, los planteles y que se haga una revisión en el presupuesto destinado para saber en qué se han gastado los recursos”, detalla.
En Puebla, Rodrigo Abdala Dartigues, delegado del gobierno federal, aceptó que los cuatro campus de las Universidades para el Bienestar en el estado no se han construido, a pesar de que ya inició operaciones y tienen entre 350 y 400 alumnos cada uno.
Explicó que apenas se han constituido comités de obra con representaciones ciudadanas e institucionales para iniciar el proceso de construcción, el cual continúa en la mecánica de suelos.