Lograr el avistamiento de entre 6 y 8 vaquitas marinas (Phocoena sinus) fue un esfuerzo contra viento y marea, obtenido a través de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), la organización Sea Shepherd y la Secretaría de Marina (Semar), que pusieron a disposición de una veintena de científicos de México, Estados Unidos y Canadá, la tecnología más avanzada para buscar a la marsopa más pequeña y amenazada del planeta.
Durante 22 días, en los que predominaron vientos fuertes que impedían continuar las labores en el mar, 14 observadores experimentados fueron en busca de la vaquita marina en la Zona de Tolerancia Cero de la Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado, a través del Crucero de Observación de la Vaquita 2024, realizado del 5 al 26 de mayo, a bordo del buque Seahorse de Sea Shepherd y del barco privado Sirena de la Noche.
Desde la segunda embarcación, MILENIO confirmó observación de dos elusivos ejemplares la tarde del martes 21 de mayo, mismos detectados luego de tres días de esfuerzo.
–“¿Las vieron una vez, nada más?”, pregunta Ernesto Vázquez, uno de los observadores a cargo de documentar en fotografía y video los hallazgos.
Son las 17:54 horas: “Hicieron dos surfacing, es lo que vi. Salieron, una, dos veces”, dijo la observadora Pamela Martínez, Programa de Investigación de Mamíferos Marinos de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, sin despojarse de binoculares y continuando la búsqueda.
A partir de ese momento, investigadores redoblaron los esfuerzos de búsqueda, culminando a las 19:25 horas; es decir, se prolongó una hora y media. La investigadora Pamela Martínez, esbozando una gran sonrisa, satisfecha por haber cumplido la misión, resaltó:
“En el primer momento que las vi, grito la posición para que mis compañeros puedan observar, pero al mismo momento los del Seahorse también, fue un avistamiento en común. Gracias a eso las podemos seguir, lamentablemente se estaban moviendo muy rápido. Entonces, pues nos dieron vueltas, dimos vueltas y tratamos de tomar fotos, se pudieron lograr algunas”.
Adán Peña, comisionado Nacional de Áreas Naturales Protegidas, dijo en entrevista con MILENIO:
“Imagínate la dificultad de en 500 mil hectáreas encontrar una vaquita marina. Tuvimos una estimación el año pasado entre 10 y 13, es muy difícil. El crucero requiere que el mar esté lo más tranquilo, que no haya oleaje para llevar a cabo la detección. Esta especie es muy escurridiza, por eso lo más recomendable es que no haya viento”.
Encontrar al menos ese par de vaquitas marinas tomó tres días. El domingo 19 de mayo fue un día perdido, el equipo de científicos zarpó del Puerto de San Felipe a bordo de pangas para subir al Seahorse, pero por mal tiempo ni siquiera abordaron el buque y abortaron la misión.
El lunes 20, ya con el mar en calma, se llegó al Seahorse, equipado con binoculares de alto alcance, denominado Big Eyes; durante las primeras horas de la mañana, entusiasmados, científicos realizaban guardias de observación cada 30 minutos.
Lorenzo Rojas, investigador de la Operación Esperanza, señaló:
“Lo que es el enemigo para trabajar con vaquitas marinas son los vientos. Si las olas estén un poquito más de un metro o menos de un metro ya no vemos nada; entonces, es importante que esté como espejo, o con un poquito de olas no hay manera de predecir exactamente los vientos locales”.
Por su parte, el capitán del Seahorse, Alejandro Guerrero, destacó:
“Para tener un buen avistamiento con los Big Eyes se ocupan condiciones meteorológicas muy buenas. como en este caso las tenemos, que básicamente es entre 0 a 7 nudos de viento y la marejada, debe ser casi nula”.
Repentinamente, después de tres horas de trabajo, el clima cambió y de nuevo se abortó la misión. Por protocolo, debido a los fuertes vientos, todo el personal se resguardó al interior del buque y, pasadas dos horas, las pangas recogieron al personal, decepcionado.
Juan Carlos Salinas, observador mexicano, lamentó:
“Fue un día raro, teníamos buenas condiciones cuando salimos; pero bueno, tuvimos más viento de lo esperado en muy poco tiempo, entonces eso acabó el día de trabajo. Desafortunadamente no encontramos vaquitas marinas”.
El martes 21, las operaciones iniciaron con normalidad, pero de nuevo pararon a las cuatro horas, debido a vientos que superaron los 8 kilómetros por hora. Son días extenuantes para los científicos.
El observador Ernesto Vázquez dijo:
“Nosotros, en el Sirena de la Noche, salimos del muelle a las 4 y media de la mañana rumbo al área de la vaquita marina, que está a una hora del puerto de San Felipe. Debemos llegar aquí poco antes del amanecer para aprovechar y maximizar nuestras horas de búsqueda. Tenemos ya algunas rutas marcadas previamente, vamos emparejándonos al Seahorse, seguimos la misma ruta dos millas de separación, hasta que el viento nos deja o hasta que la luz se nos agota”.
Finalmente, a las 17:54 horas, dos vaquitas marinas aparecieron frente a la observadora Pamela Martínez, quien dijo extasiada:
“Justo estoy en el F-Pot, aquí me aparecieron aquí. Estaba haciendo la guardia del lado izquierdo del barco, y entonces alcancé a ver desde los dispositivos de detección acústica, en el horizonte, y enfoque para indicar al capitán dónde ir a recogerlo, y en ese momento aparecieron las dos vaquitas marinas en mi punto de vista (…) Eran dos, un poco separadas. Nadaban una primero y la otra después, las vi dos veces”.
Los observadores a bordo del Sirena de la Noche avistaron dos vaquitas marinas adultas; ello, después de 12 horas de esfuerzo en el mar, en el Alto Golfo de California.
EDD