El presidente regresó al campo de batalla apenas terminó la veda electoral. Con el inició de la semana, se puso la camiseta de jefe de partido para enfrentar la polémica postelectoral.
Quedaron atrás los días de cuidarse en las mañaneras, de no hablar de política partidista o no referirse directamente al PRI, al PAN, al Movimiento Ciudadano o a cualquiera que ya tiene catalogado en la oposición. O fingir que no se habla de ello.
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Ya no hay veda, ya no hay delito electoral, argumenta el presidente como si tuviera dudas de hablar sobre los resultados de la elección, pero prosigue en su monólogo planeado con anticipación y dirigido a sus simpatizantes que no se pierden la mañanera.
Van dos conferencias en esta semana y el presidente aparece como un director técnico en el medio tiempo de su sexenio en donde reacomoda piezas, defiende su estrategia y a la hinchada que sigue indiscutiblemente al equipo les dice los pasos que van a seguir rumbo al triunfo.
Y no tiene tapujos porque es su escenario. así como informa, critica; así como responde ataques, pide una canción. Así como asegura que los tiempos del pasado ya cambiaron, exhibe en la pantalla de la mañanera los resultados electorales que favorecen a su partido, pero esconde en donde fallaron.
El presidente lo dijo al iniciar la semana, está "feliz, feliz, feliz" porque su partido mantiene la mayoría simple en el Congreso y si necesita la calificada lo va a negociar y en la mira para hacerlo tiene al PRI.
Y como está feliz y la elección quedó atrás, puede burlarse de sus adversarios "lástima fifí", "lástima Margarito, pero al revés". Y los reta a que lo venzan en la consulta de revocación de mandato que será el próximo año.
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Este lunes fue la conferencia mañanera número 625. Como cada inicio de semana lo acompañó la Profeco para informar precios de combustibles y por primera vez después del proceso electoral, retomar los videos en donde se da cuenta de los avances de sus obras emblemáticas como el Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía y la refinería de Dos Bocas.
Pero también fue como un arranque simbólico de la segunda parte de su sexenio con la ventaja de controlar 17 estados que ahora gobernará su partido y mantener la mayoría en el Congreso y así no tener que abrir otro frente para que le aprueben el presupuesto anual.
Y sí puede que el presidente esté feliz y lo demuestra con sus carcajadas cuando hace chistes sobre sus adversarios, pero también está listo para el conflicto, el debate, la polémica, que es el terreno que le gusta y prefiera estar parado para dominar la agenda pública diaria.
Regresaron las mañaneras sin vedas, con los fifís, el PRIAN, los conservadores, los intelectuales orgánicos, todos con todas sus letras, pero también apareció un Presidente como no se había visto, liderando desde Palacio Nacional a su partido, presumiendo como el mapa de México se pintó de guinda así como los curules en San Lázaro.
Desde la tribuna más importante del país, López Obrador mueve los hilos de su partido aunque sea un cargo que prometió nunca iba a ejercer como Presidente porque los tiempos ya cambiaron.