Derivado de la conectividad y la rapidez con que se producen las cosas en la actualidad, las personas llegan a sufrir frustración, pues las cosas no son como lo esperan, así lo afirma la catedrática de la escuela de Psicología de la Universidad de Monterrey, Paola Josefina González Castro, quien aseguró que constantemente hay un hostigamiento por la presión de lo inmediato.
Derivado de ello, explicó, aparece una desesperación, y aunque cada caso es específico, en lo general si no se consigue esa inmediatez surge la frustración. Por lo que invitó, por una parte, vivir en el aquí y el ahora, y por otra dejar a un lado la presión para que todo sea rápido.
“Caso por caso es distinto, pero seguramente vamos a estar mucho más frustrados cuando las cosas no son inmediatas, estar en el aquí y en el ahora es una clave, pues estamos hostigados por la presión de lo inmediato.
“Y a esto debemos de sumarle que estamos constantemente conectados, en un mundo donde las cosas son inmediatas, casi todo lo tenemos de manera inmediata, y eso provoca una percepción muy distinta a la que se tenía antes”, señaló.
La profesora de la UDEM mencionó que es importante dar tiempo al ejercicio de la reflexión, y de bajar el ritmo, y aunque reconoció que es complicado, una alternativa que puede ayudar a ese objetivo es conectarse más con las personas que con las redes sociales.
“La recomendación sería hacer el ejercicio de pensar, de estar conscientes de lo que estoy haciendo en este momento, de lo que estoy escuchando, y tratar de bajar el ritmo.
“Es muy difícil, pero es una idea para tener un ritmo de vida más sustentable que la prisa y el deseo de lo inmediato, hay que hacer ejercicios de desconexión con las redes sociales y de conexión con las personas”, enfatizó.
González Castro también habló de la percepción de que el tiempo pasa muy rápido y el año “se va de volada”, cambia con respecto a la edad del involucrado, pues mientras para los niños el tiempo pasa muy lento, para los adultos se va muy deprisa.
“El tiempo tiene una percepción distinta dependiendo de la edad que tengamos, los niños, por ejemplo, están ellos ‘falta mucho, y cuánto falta’, y cuentan los días; la percepción en la infancia es mucho más lenta que en la adultez.
“Esta percepción cambia porque en la infancia no tenemos tantos puntos de referencia, tantos recuerdos, tantos veranos o navidades que han pasado, y porque tampoco se tienen una serie de actividades”, comentó.
Uno de los factores para que en el adulto se presente esta idea de que aún no se acaba el grito de viva México, cuando ya estamos inmersos en el Día de Muertos, dijo, es culpa de la mercadotecnia.
“A nosotros como adultos se nos pasa el tiempo más rápido y efectivamente la mercadotecnia tiene algo que ver, empiezan a sacar todas estas ventas muy cíclicas de lo que sigue. Esto hace que los adultos nos volvamos más desesperados, en un mundo inmediato”, refirió la profesora Paola Josefina González Castro.