Los maestros con síntomas de enfermedad respiratoria tienen que recurrir a sus propios recursos para hacerse un test de detección de covid-19, ya que el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) no cuenta con las pruebas suficientes, además de que los procesos para obtener una licencia médica son un viacrucis.
Pese a que las autoridades educativas insisten en que las clases presenciales no deben parar en esta cuarta ola de contagios, los docentes acusan que no existen los protocolos para la atención oportuna del magisterio y, por tanto, de un efectivo resguardo de la comunidad educativa.
José Antonio Martínez, profesor de la primaria multigrado José Mercedes Gamas, en Huimanguillo, Tabasco, inició con dolor de cuerpo y escurrimiento nasal el 6 de enero; un día después se realizó la prueba y a la semana le entregaron los resultados.
El maestro acudió a su clínica del Issste para practicarse el test, pero no contaban con los insumos, por lo que le recomendaron ir a un hospital de la Secretaría de Salud estatal, donde finalmente le hicieron una prueba PCR que salió positiva.
Mientras los resultados llegaban, José Antonio se resguardó y aunque no logró obtener la licencia médica debido a que debía acudir personalmente a solicitarla pese a sus molestias, el asunto se solucionó porque Tabasco suspendió las clases presenciales el 11 de enero durante dos semanas ante el alza de contagios.
“Al final fue mi comunidad, mi coordinadora y directora quienes me apoyaron con las faltas y estuvieron pendientes de mi situación”, contó.
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Ricardo Zamudio, profesor de la escuela secundaria General 6, en Coatzacoalcos, sufrió el mismo calvario para obtener una prueba covid. Su historia inició el jueves de la semana pasada cuando se enteró de que un hermano, con quien convivió había dado positivo al virus.
El viernes acudió a laborar de manera presencial ya que no tenía síntomas, pero el domingo en la madrugada lo despertaron el dolor de garganta y el malestar general llevándolo al siguiente día a la unidad médica del Issste, donde no practicaban pruebas.
Ante el agravamiento de los síntomas, decidió ir a un laboratorio privado donde por 960 pesos le realizaron una prueba PCR y pudo confirmar que se había contagiado de covid.
“En la clínica ni siquiera tienen un módulo de atención covid y la gente que llega con síntomas de enfermedades respiratorias se junta en la misma rampa con todos. Y después de esperar te dicen que no tienen pruebas, que le busques... Es un maltrato al derechohabiente, a nosotros como docentes, no hay una atención oportuna”, lamentó.
Por la manera en que fue atendido en el instituto, el profesor presentó una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
El suplicio no terminó allí. Esta semana solicitó la licencia ante el Issste, misma que le fue expedida hasta el 17 de enero, donde demoró casi todo el día, aún con un resultado positivo.
“Es falso que haya apoyo al magisterio, insisten que no se detenga la educación, pero en realidad es un sálvese quien pueda con esta atención. En la práctica uno se las tiene que arreglar para conseguir pruebas y atenderse, es falso que están pendientes de los maestros”, reclamó.
Debido al alza en estudiantes y docentes, escuelas como la secundaria Técnica 122 en Xalapa, Veracruz, retornaron a clases a distancia hasta nuevo aviso, mientras que en la secundaria a la que acuden los hijos de Verónica Díaz, en Cuautitlán, Estado de México, también pararon actividades presenciales durante dos semanas por esta situación.
“Lo peor es que las autoridades insisten que los niños vayan a la escuela, pero no hay apoyos por parte de las autoridades para que los menores y los maestros cuenten con los insumos necesarios para evitar contagios. Ni el gobierno federal ni el estatal han apoyado a los maestros con recursos, así ha sido toda la pandemia”, aseguró la mujer.