En cuanto López Obrador estuvo en el presídium, decenas de personas rompieron el primer cerco de seguridad de la plaza principal de Guelatao, Oaxaca, para atestiguar la ceremonia por el 217 aniversario del natalicio de Benito Juárez.
Como cada año, este es un día de fiesta en la cuna del Benemérito de las Américas que, desde que inició la 4T, se vuelca a la calle para recibir al presidente. Pero hoy había curiosidad e intriga por el acompañante del mandatario.
Con camisa blanca y pantalón de vestir, el enviado de la Casa Blanca para el clima, John Kerry, sufrió el laxo protocolo del tabasqueño que, como acostumbra, descendió de su camioneta para saludar a la gente que lo esperaba detrás de las vallas. Esto significa caminar una pendiente de unos 200 metros bajo el picante rayo del sol de la sierra oaxaqueña.
Y Kerry a la distancia. Siempre acompañado por el embajador de su país en México, Ken Salazar.
Por fin una sombra. En el ayuntamiento de Guelatao firmó el libro de visitantes distinguidos y otra vez al sol. El presidente se dedicó a firmar libros, tomarse fotos y hasta consolar a un hombre que lloraba y lloraba mientras algo le pedía al mandatario. Hasta firmó una pelota de béisbol.
Y el invitado especial seguía los pasos del tabasqueño siempre dueño de la plaza pública y Ken animaba a su paisano.
Una banda de música juvenil tocaba animosamente para López Obrador detrás del cerco y Ken Salazar jaló del brazo a Kerry para tomarle una fotografía y lo acercó a los músicos para que disfrutara el espectáculo.
Por fin, la ceremonia. Como es costumbre, cada persona en el templete fue nombrada y al momento que se escuchó el del enviado de Biden, a lo lejos, un oaxaqueño le gritó: "¡Yankee go home!".
Parece que el discurso presidencial en medio de la tensión entre México y EU permeó en al menos uno de los asistentes. Por fortuna quedó ahí, en el tumulto de desconocidos que prefirieron la sombra a estar cerca del evento.
Kerry parecía disfrutar la ceremonia. Sacó su iPhone para grabar a la orquesta que tocó el himno de Guelatao y sonrió con la interpretación del niño poeta con quién no dejó pasar la oportunidad para estrechar su mano.
Pero escuchó con seriedad las palabras del anfitrión que aprovechando el foro, recriminó el uso de maíz transgénico.
"Hace 20 años en la región se descubrió que los maíces con que se alimentó Juárez habían sido contaminados por transgénicos, acto que ha sido considerado por nuestras comunidades como un asunto grave. No deben utilizarse para elaborar tortillas ni alimentos chatarra, la crisis de Taco Bell en el año 2000 así lo demuestra", dijo el presidente municipal.
Como del presidente mexicano solo recibió elogios y no se regresó en ningún momento a temas espinosos, la ceremonia transcurrió con calma, las autoridades montaron una guardia de honor en el monumento a Juárez y se terminó el protocolo.
Kerryse puso lentes oscuros y presenció, otra vez, el avanzar lento de López Obrador saludando y recibiendo peticiones.
Afuera, a distancia de las figuras públicas, jóvenes de preparatoria se reúnen en unas escalinatas, parecen felices en la algarabía de un evento multitudinario pocas veces visto.
-¡Hasta que llegaste!
-Llegué temprano, me vine a ver al gringo que vino a Guelatao.
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