Zelenski, la figura del momento; Putin, el líder soviético aislado

Los países que lideran ambos presidentes enfrentan una guerra que ha puesto la mirada del mundo entero sobre ellos.

Vladimir Putin y Volodomir Zelenski | Especial
Ciudad de México /

Cinco días de la invasión de Rusia a Ucrania y hemos asistido, entre otras muchas sorpresas, a un enfrentamiento simbólico entre dos tipos de liderazgo, el de Volodomir Zelenski, a la europea, y el de Vladimir Putin, a la usanza soviética. Y aunque el destino en el corto plazo de Ucrania aún está en la balanza, el futuro de los dos líderes parece ya decidido. El primero se ha convertido en un improbable héroe internacional. El segundo, en un paria del mundo.

Al mismo tiempo que Rusia ha reforzado sus ataques a Ucrania, Putin parece más aislado; en cambio, el carisma de Zelenski, su inteligente uso de la comunicación digital y sus mensajes en favor de la solidaridad europea, tal vez le hayan dado a Ucrania una oportunidad en esta guerra contra el nacionalismo, la desinformación y la autocracia.

Orígenes

El origen de cada uno de los líderes no pude ser más opuesto. Zelenski es un cómico judío ucraniano, hijo de padres educados, que usó su enorme popularidad en la televisión para saltar a la candidatura a la presidencia de Ucrania contra a un oligarca. Mientras la élite política de su país lo miraba de soslayo, hizo una campaña muy efectiva en redes sociales, agregando, por ejemplo, las preguntas que la gente le quería hacer a su oponente. Ganó con un margen del 73 por ciento.

Como presidente, sus críticos señalaron que su gestión era, en el mejor de los casos, mediocre. Su relación con la prensa era mala, además de que no avanzó mucho en el combate de la corrupción y tampoco pudo normalizar las relaciones con Putin, que había invadido Crimea unos años antes.

Conforme el las tensiones con Rusia crecían, muchos en su país dudaban que Zelenski pudiera enfrentar el apetito de su vecino. En la víspera del conflicto, Zelenski se encargó de minimizar la amenaza rusa, provocando una confusión entre sus aliados occidentales y desconfianza en su pueblo.

Antes de la invasión a Ucrania, Vladimir Putin, en cambio, era un líder mundial, maestro en la intriga, los grandes gestos de poder y los métodos brutales para mantener su posición. Proveniente de una familia humilde, comenzó como agente de inteligencia que reclutaba espías en Alemania Oriental durante la Guerra Fría. A pesar de su relativa oscuridad, fue elegido en 1999 por el entonces presidente Boris Yeltsin para convertirse en primer ministro. Y desde entonces se ha reelegido cuatro veces, consolidando su poder interno y su visión internacional.

La acumulación de fuerzas armadas alrededor de la frontera con Ucrania en los últimos meses, coincidió con un aumento en la popularidad de Putin. Según una encuesta de la agencia rusa Levada Center, en la víspera de la invasión, el 69 por ciento de los rusos aprobaba a Putin, en comparación con el 61 por ciento que lo aprobó en agosto de 2021.

Después de la invasión

A pesar de sus problemas internos, luego de la invasión del 24 de febrero, Zelenski ha logrado arrebatar el momento y colocarse como un líder, no sólo de su país, sino de una Europa que dudaba de su propia capacidad para enfrentar a Rusia.

Su decisión de permanecer en Ucrania, a pesar de que su vida corre peligro, conmovió al mundo. Él y su equipo han hecho un uso excelente de las redes sociales. Los videos de Zelenski son cortos, emotivos y muestran su presencia en Kiev. Las redes han servido también para convocar a la resistencia civil, además de distribuir información sobre como socavar las fuerzas invasoras.

Zelenski también ha inspirado a los líderes europeos a comprometerse más en el conflicto. Durante una reunión de emergencia con los líderes de la Unión Europea, dio un inspirado discurso que sirvió para que los países europeos impusieran mayores sanciones a Rusia y se comprometieran con el envío de armamento. Un político europeo, citado por Los Angeles Times señaló: “Su intervención será parte de la historia. Fue muy emotivo, los líderes se vieron profundamente afectados”

Para Putin, en cambio, las cosas no han resultado bien. Se esperaba que la respuesta internacional lo aislara, pero las cosas han salido peor. Las fuerzas rusas no lograron una rápida invasión y no han logrado decapitar el poder en Ucrania. Hasta el momento, los rusos no han establecido la superioridad aérea, o tomado el control de ninguna ciudad importante.

La invasión ha provocado una respuesta más coordinada y activa de Europa, la OTAN y las democracias occidentales. El rublo se ha devaluado de manera tan dramática que este lunes el banco central duplicó su tasa de interés y la bolsa de valores no abrió.

Pero de manera inesperada, los países europeos han comenzado a ofrecer ayuda militar y a entender que su seguridad no pude quedar en otras manos. Alemania, por ejemplo, que había mantenido un perfil bajo luego de su derrota en la Segunda Guerra Mundial, no sólo anunció el envío de armamento, sino un giro total en su política militar, declarando que inyectará 100 mil millones de euros para fortalecer su ejército. China, por lo demás, se ha mantenido al margen del conflicto a pesar de los signos de acercamiento entre las dos potencias previo a la invasión.

Sin sabor de victoria

Rusia tiene una enorme ventaja militar sobre Ucrania. A pesar de los problemas, los expertos piensan que todavía tiene la capacidad para capturar Kiev y deponer el gobierno de Zelenski.

Aún así, la gestión del líder ucraniano será duradera. Ha logrado identificar a Ucrania con una Europa tolerante y comprometida con la defensa de la democracia. En el mejor de los casos, la victoria de Rusia sobre Ucrania se ve complicada. Se verá como la imposición de un poder extranjero sobre una insurgencia popular y con una enorme base de apoyo internacional. Rusia estará al margen del sistema financiero internacional, aislada diplomáticamente, con las cuentas del estado y sus oligarcas congeladas; será, pues, una victoria amarga.

FS

  • Guillermo Osorno
  • Guillermo Osorno es escritor y periodista. Es autor del libro Tengo que morir todas las noches. Hoy conduce el programa Por si las moscas que se transmite en Canal 22.

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