Un AMLO de buen humor detiene su último informe de gobierno y pregunta quién debe elegir a los ministros. Mientras miles de personas que asistieron al zócalo votan a mano alzada porque sean seleccionados por el pueblo, a unos 5 kilómetros de distancia, un contingente de trabajadores del Poder Judicial, acompañados de estudiantes de Derecho, marchan hacia el Senado en contra del voto popular.
Defienden el actual modelo de designación de jueces: la meritocracia y los pactos políticos.
“Es un honor estar con Obrador”, “con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, “hasta siempre, Presidente” y “viva México” se repiten durante las más de dos horas donde AMLO reivindica al pueblo, presume sus logros sociales (entre ellos la política laboral), reconoce a la presidenta (electa) Claudia Sheinbaum y se entretiene.
Mientras una niña carga una cartulina donde dice “amor con amor se paga”, en la marcha contra la reforma judicial se escucha: “Norma Piña no está sola”, “Juventud informada, reforma rechazada”, “México, aguanta, los estudiantes se levantan”, y hasta la clasista “Somos abogados, no somos acarreados”. Una niña muestra su cartulina: “Marcho por mi futuro”.
Invitados morenistas, panistas y priístas
Desde la zona VIP del acto del pueblo, la presidenta electa Sheinbaum escucha. Ya le tocará informar. Ya avalará o corregirá si la salud en México es mejor que en Dinamarca, si la inseguridad detuvo su espiral, si las finanzas están sanas.
Mientras Clara Brugada, Marti Batres y otros izquierdistas comparten silla con gobernadoras y gobernadores morenistas que vienen de lo que AMLO bautizó como el PRIAN, en la marcha anti reforma judicial se juntan los resabios del PRIAN y de sus aliados: Margarita Zavala, Enrique Krauze, Lorenzo Córdova, Beatriz Pagés, Guadalupe Acosta Naranjo, Fernando Belauzarán, Javier Lozano, Alonso Raya.
En las 25 mil sillas que colocaron para el informe también sobran los agradecidos con AMLO. “Nos regresó la dignidad”, dice una señora que llega al Zócalo en silla de ruedas. Mientras un vecino de la Portales confiesa sentirse “muy triste” porque se acaba el sexenio del Presidente; en la marcha anti reforma no bajan a AMLO de dictador.
“Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo y con sus hechos los traicionan”, dice una pancarta firmada por el Consejo de la Judicatura.
Entre los asistentes al informe de AMLO hay quienes, como Celeste, crecieron en las marchas que convocaba el tabasqueño. Mientras Pablo viaja desde Tijuana para ver si puede entregarle una carta al presidente, en la marcha anti reforma se hace presente el ministro José Luis González Alcántara, pero también estudiantes de la Facultad de Derecho, de la Ibero, del ITESO, de La Salle, del CIDE y de la Escuela Libre de Derecho que rechazan que estén siendo manipulados.
El capitalismo ocasional
En los alrededores del Zócalo se vende todo tipo de parafernalia de López Obrador (veladoras, muñecos parlantes, almohadas, estampillas, muñecos, playeras, matracas) y no falta quien venga disfrazado del Presidente.
Mientras, una familia hace fila para tomarse una selfie con una fotografía de AMLO en tamaño real; en la marcha anti reforma judicial no hay souvenirs, pero van vestidos de blanco y hay otros performances (una mujer ataviada de justicia, a punto de morir) y hay muchas pancartas.
“Tengo una lista de los que dañaron al Poder Judicial y el tuyo está subrayado en rojo: Arturo Zaldívar”, dice una acompañada de una foto Taylor Swift, la cantante favorita del ex ministro en retiro.
Mientras en el Zócalo hay un aire festivo, muy parecido al que empezó en 2018; en la marcha anti reforma no hay fiesta posible. Mientras en el zócalo acusan de violatorios los amparos que se han otorgado para no discutir la reforma en el Congreso, en la marcha anti reforma elevan a los jueces a héroes nacionales.
MO