La estricta hora de ir a dormir dejó de ser una exigencia en muchos hogares. La falta de hábitos ha generado una ‘epidemia’ de niños y adolescentes que se desvelan por estar pegados hasta altas horas de la noche a las pantallas de la televisión y los dispositivos móviles. El problema no es poca cosa: más allá de un asunto de disciplina, la insuficiencia de sueño está afectando la salud de los menores de edad y una de las repercusiones es el retraso en su crecimiento.
La talla baja puede tener diversos orígenes, desde antecedentes genéticos hasta enfermedades, síndromes, desnutrición o problemas endocrinos; también influyen factores como la alimentación y la actividad física “pero se debe considerar al sueño como el elemento más importante”, expuso el doctor Nidal Ezzy, endocrinólogo pediatra del Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional de Occidente (CMNO) del IMSS.
“El tema del dormir es muy importante. Un niño de hasta diez años debiera ya irse a descansar a las nueve de la noche porque la descarga de la hormona del crecimiento sucede a partir de esa hora y alcanza su máximo nivel de segregación poco después de que se queda dormido. Si le encuentra despierto no funciona como debe ser”, indicó.
El uso de aparatos electrónicos, como celulares, tabletas, videojuegos y televisión se ha vuelto parte del estilo de vida de los niños y adolescentes; sin embargo la luz que producen estos objetos altera notablemente el ciclo del sueño; lo cual impacta la calidad del descanso y repercute en el crecimiento de los niños.
Y es que la luz que emiten estos dispositivos se vuelve mayormente nociva por la noche, aún más que la de los focos y las lámparas, pues altera el ritmo biológico o circadiano, que es responsable de la secreción de las sustancias hormonales durante el sueño, como cortisol, melatonina, prolactina y la hormona de crecimiento.
“El pico máximo de segregación de hormona de crecimiento coincide con la presencia de sueño delta profundo; es decir, durante las primeras dos horas de sueño se alcanzarán niveles de hasta 60 ng/ml. La secreción de hormona de crecimiento depende de la edad, de ahí la importancia de mantener fuera del alcance de los niños, celulares, tabletas, computadoras, videojuegos y otros aparatos que puedan afectar el proceso para conciliar el sueño”, mencionó el doctor Ezzy.
¿Cuál es la cantidad de sueño ideal? Varía según la edad: Un recién nacido debería dormir, en promedio, 16 horas por día; los niños requieren de diez a trece horas. Mientras los recién nacidos duermen varias siestas durante el día y un periodo de sueño prolongado durante la noche; conforme crecen se van eliminando las siestas y obtienen todo el descanso con el sueño nocturno. A partir de la adolescencia va disminuyendo la cantidad total de horas de sueño requerido hasta los veinte años de edad.
Los niños con ciclos de sueño alterados no producirán los niveles de hormona de crecimiento necesarios para su desarrollo, lo que puede desencadenar problemas de estatura y talla baja, por lo que es fundamental vigilar los hábitos al dormir para identificar cualquier alteración y, de ser necesario, acudir con el especialista, quien determinará si es necesario comenzar un tratamiento con hormona de crecimiento.
El especialista explicó que además de beneficiar el crecimiento de los niños, un adecuado ciclo del sueño les ayuda a mantener un estado de ánimo positivo, por ello pueden tomar siestas durante el día, siempre y cuando se establezca un horario y no se interfiera con el número de horas que deben dormir durante la noche. Esto permite que crezcan a un ritmo normal.
Los buenos hábitos de sueño incluyen fijar un horario para ir a dormir y evitar que los niños utilicen videojuegos o dispositivos móviles cerca de la hora de acostarse, para evitar que no puedan conciliar el sueño.
Los niños y adolescentes lleven una alimentación saludable, que incluya proteína animal y realizar actividad física, hábitos que van de la mano con el buen dormir e inciden en el crecimiento.
De la talla baja
El pediatra es el primer especialista que puede indicar si un niño tiene talla baja, partiendo de una historia clínica que tome en cuenta desde el embarazo, si fue un parto a término ideal (38 semanas), si ha tenido hospitalizaciones, si el menor de edad padece alergias, asma u otras enfermedades, si tiene algún síndrome. “Hay que profundizar no es un tema sencillo deducir que el niño no está creciendo como otros entonces tiene talla baja. El pediatra observa si la curva de crecimiento es adecuada y con base en ello lo refiere a consulta con el endocrinólogo.
A este especialista le toca indagar si existen problemas tiroideos o del metabolismo y finalmente busca la deficiencia de la hormona del crecimiento, en cuyo caso debe recibir un tratamiento.
De acuerdo con datos de la Academia Mexicana de Pediatría, tres de cada diez niños presentan algún problema de talla baja, sin embargo la gran mayoría tienen solución corrigiendo la alimentación, el sueño y actividad física. Los menos requieren de atención especializada: apenas un 6 por ciento.
Claves
La secreción de la hormona de crecimiento ocurre durante el sueño.
En el periodo de sueño profundo la glándula hipófisis anterior sintetiza la hormona de crecimiento.
El pico de liberación máximo de esta hormona se produce en promedio entre una y dos horas después del inicio del sueño.
El periodo de mayor actividad de la hormona ocurre entre la medianoche y las 4 de la madrugada, en la fase más profunda del sueño del niño.
Los problemas de talla baja que tienen origen en los malos hábitos de sueño pueden revertirse corrigiendo patrones.
Lo recomendable es establecer una rutina de sueño regular que incluya una hora fija para ir a dormir.
Debe también llevar una alimentación balanceada y realizar actividad física (siempre con un patrón: por ejemplo de 5 a 7 de la tarde juego, luego baño y cena y luego hora de dormir)
Deben ajustarse las siestas para que no interfieran con el sueño por las noches
En niños menores de cinco años que no pueden dormir antes de las once de la noche es recomendable una valoración neurológica
Fuente: Dr. Nidal Ezzy, endocrinólogo pediatra