Globos turquesa brillantes flotan en un patio del Museo del Carmen, ligados al piso con frágiles tubos en cuyas bases yacen zapatos de bebé y sendas tarjetas que repiten con estremecedora brevedad el testimonio de niños o niñas víctimas de abuso sexual. El aire frío matutino del domingo mece los globos y los hace caer; y al mediodía, con el sol en el cenit, van estallando con estrépito uno tras otro, para dejar solo despojos en el piso y la pregunta que interpela a los testigos: “¿Tú cuánto resistirías?”.
Mariposas de papel es solo una efímera y dramática instalación escénica de un día en el contexto de una iniciativa mayor que da voz a niños y niñas víctimas de abuso sexual o prostitución forzada, a quienes ha ayudado a sobrevivir y resistir Arte, Laboratorio y Activismo Sociocultural (ALAS).
Vivaldina Jaubert, directora general de la asociación civil, montó la pieza en el recinto cultural de San Ángel bajo el cobijo del Instituto Nacional de Antropología e Historia, sobre la que gira también una muestra fotográfica de obras de teatro que ha realizado con niñas rescatadas de las manos de proxenetas, matronas y traficantes de personas que las forzaron a la prostitución infantil.
Pero, si resulta dramática la instalación con globos que estallan uno tras otro, metáforas de las infancias rotas por los pedófilos y explotadores sexuales, la exhibición de dibujos y carteles con que niños y niñas expresan el daño que los abusadores les infligieron simplemente desgarra, hace sangrar los ojos.
Los esbozos en el papel que no pierden la inocencia exhiben el horror de sufrir a manos de padres, padrastros, maestros, primos, tíos, taxista… peor todavía, también de madres, maestras y otras mujeres.
Como una joven de 15 años, un caso psiquiátrico, que de los nueve a los 13 fue obligada a prostituirse.
En una mesa contigua, en contraste, ALAS reproduce testimonios de quienes identifica como pedófilos de varias partes del mundo, que de manera gráfica buscan reivindicar los abusos a que someten a niños.
Apenas en abril, con el apoyo siempre de Omar Lopgar como director de arte, diseño, imagen e iluminación, Jaubert llevó a escena en el Centro Cultural del Bosque La vida son sueños, una adaptación del clásico del siglo de oro español de Pedro Calderón de la Barca, La vida es sueño, con un grupo de niñas rescatadas de trata de personas con fines de explotación sexual, como hoy eufemísticamente se llama en leyes el delito del proxeneta que prostituye a alguien contra su voluntad.
Con su compañía Soñando Mariposas, Jaubert contó entonces con el apoyo de la Secretaría de Cultura federal y del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, aunque refiere que su asociación civil trabaja sin apoyos monetarios directos de instituciones pese a ayudar en todos los estados.
“Las instituciones solo nos prestan espacios. No recibimos presupuesto estatal ni federal ni empresarial, todo lo hacemos a través del activismo porque entendemos que la red de pedofilia, de trata, está también en el Estado, que los responsables de que esto se mantenga son las secretarías de Educación Pública, de Salud, instituciones de justicia; que la polivictimización está dentro del propio Estado y las instituciones. Es ahí donde estamos generando un cobijo de denuncia social, preparamos a las víctimas con diferentes procesos terapéuticos y resilientes para que estén listas a enfrentarse a una denuncia penal que se vuelve un calvario”, agregó la activista y creadora escénica.
Las funciones del 13 al 16 de abril fueron a puerta cerrada, con taquilla restringida, en el Teatro Orientación Luisa Josefina Hernández para proteger la identidad de las menores, varias de ellas involucradas en juicios penales abiertos todavía contra quienes las obligaban a prostitución.
“Buscamos hacer coro ante los dolores que la infancia padece en México, que es número a escala mundial en delitos de abuso sexual infantil, trata de menores de edad, la creación y distribución de pornografía, que es nutrida por la red de pedofilia que cruza el país”, sostiene Jaubert.
Agrega que el abuso sexual infantil es un delito que se comete a puerta cerrada por personas en las que los niños confían, respetan y aman: padres, maestros, sacerdotes... además de que es transgeneracional, es decir, que en su asociación civil se han encontrado con madres que fueron también víctimas y que, además, tienen que cuidar a sus agresores debido a la cercanía familiar que mantienen con estos.
“Tenemos familias cómplices”, afirma Jaubert, ella misma sobreviviente al abuso infantil y consciente de que el primer paso es hablar sobre el tema y señalar siempre al pederasta.
“Diferentes albergues en los estados me llaman para trabajar con sus poblaciones, entre ellos El Pozo de Vida, organización con donataria en EU, de ahí que está libre de mancuernas corruptas con el Estado. Me llamaron en primera instancia para trabajar con niñas en casas de alta seguridad recién rescatadas de trata y protegidas como testigos. Trabajo con ellas con mi metodología basada en el teatro, la danza y la música para generar procesos resilientes. He tenido mucho éxito, las niñas han tenido procesos de recuperación óptimos”, afirmó Jaubert, que dice haber trabajado en ocho años con 36 menores sobrevivientes de prostitución, 600 menores víctimas de abuso y 800 adultos.
“Desde hace ocho años ALAS, AC/Soñando Mariposas usa el arte como pretexto para poner en voz y mirada de todos esta problemática y generar un espacio amable para poder ayudar a que las víctimas potencialicen su voz”, agrega.
Además, forma “niños activistas” y sale con ellos a marchar a las calles contra los pedófilos y las redes de pedofilia, que según ella están muy activas en el país buscando su reivindicación.
En ese sentido, indicó que por ello ALAS emprende cada año una semana de activismo contra los pedófilos, que en esta ocasión se llevará a cabo del 19 al 23 de junio y que justamente la instalación en el Museo del Carmen es un adelanto de los talleres y conferencias que su grupo de abogados, psicólogos, pedagogos y artistas llevan a cabo para contrarrestar a los agresores sexuales de los niños.
El 24 de marzo cierran su campaña anual con su Marcha de los Papalotes, que partirá del Centro Cultural ALAS, AC, en calle Sol 192, colonia Buenavista, alcaldía Cuauhtémoc.
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