A 84 años de su muerte, el fervor al Niño Fidencio se mantiene “más vivo que nunca”, en el poblado de Espinazo, Nuevo León. Por lo que en las fiestas patronales de este año, que se realizan a 27 kilómetros al poniente del entronque a Espinazo, en la carretera Monterrey-Monclova, en el municipio de Mina, asistieron miles de personas buscando ayuda, sanación o simplemente para dar las gracias.
El motivo de esta afluencia, reiteró Magdalena Ibarra de la Fuente, dueña de la casa donde se lleva a cabo la velación del Niño y otros ritos, es que la fe en Fidencio da resultados.
“Aún sigue la tradición desde que falleció, y más viva que nunca, mi abuelita, la señora Consuelo Villarreal, quien empezó a organizar este evento en memoria del Niño Fidencio.
“Y la gente sigue viniendo, simplemente porque hay resultados, por la fe que tienen y la respuesta que hay en la creencia del Niño Fidencio, si no diera resultados, no vendría la gente”, compartió.
Las fiestas patronales, explicó, duran seis o siete días, sin embargo, este año empezaron desde el jueves (13 de octubre) para celebrar el nacimiento espiritual de Fidencio el 17 de octubre de 1926 y su muerte el 19 de octubre de 1938.
Se cuenta que Fidencio cayó desmayado y en un trance recibió el mensaje de Dios y sus dones curativos, por ello se le considera el día de su nacimiento espiritual.
Ahora la fiesta está rodeada de vendimia, con puestos que venden desde calzones o juguetes para niños, hasta las imágenes del niño y comida, mucha comida y de todo tipo.
“Ahora en esta ocasión yo vi muchísima más gente que otros años, miles. No podías caminar, las casas, los solares llenos, los camiones de todo tipo, es más, había caos vial de personas y de vehículos”, destacó.
Tras señalar que en el lugar hay diferentes corrientes de pensamiento, algunas más enfocadas al negocio, Ibarra de la Fuente agregó que asiste al sitio la gente que tiene un problema físico, de salud, emocional, legal o de algún familiar, y buscan una respuesta a nivel “milagro”.
Y por ello la gente se acerca para recibir la curación, ya sea en El Charquito, el cerro de la Campana o el columpio, donde están las materias (cajitas) para ser conducto en el proceso de sanación.
“Lo más valioso, los grandes conocimientos que nos ha dado a los que trabajamos para él, y la seguridad y la certeza de que va a seguir viniendo a ayudar a la gente”, mencionó una de las personas que laboran para el Niño.
Algunos de los fieles, como se constató en el recorrido realizado por la plataforma MILENIO-Multimedios, llevan su petición o manda o niveles altos de dolor, al subir por la pendiente que va de El Pirulito a El Charquito rodando su cuerpo sobre el asfalto.
“Entonces las materias entran en trance, baja el ser, se dice que el Niño Fidencio murió, pero materialmente fue al cielo y regresó para compartir curación a través de las materias que tienen el don o que él escoge”, precisó.
Dentro de las curiosidades de su casa abierta al público destaca un libro encuadernado llamado Vida y milagros del Niño Fidencio, en el cual hace una recopilación de testimonios y registro de niños que nacían en el poblado.