Como desde hace 35 años, Jorge Luis Vargas, un floricultor de 53 años de edad, originario de la localidad Doxey, en Tlaxcoapan, comenzó en estas fechas la venta de flor, de cara a las celebraciones del Día de Muertos.
Con el optimismo que lo caracteriza el productor de flor para esta temporada confía en que en esta ocasión todo salga bien, “que vengan las personas y nos compren; siempre existe el miedo de que se nos quede, pero somos optimistas y creemos que todo va a salir bien, ya si se vende el 90 por ciento es bueno”.
En su caso este año sembró en media hectárea cempasúchil, girasoles, zinnias, crisalias y manita de león, las flores más solicitadas para adornar panteones y altares; toda una vida la ha dedicado al cultivo de estas especies, y sabe de sobra que estas se encuentran en el gusto de las personas, por lo que apostó por su producción.
Reconoce que algunos productores, particularmente en Tula de Allende, se desanimaron a causa de las bajas ventas que tuvieron el año pasado tras el anuncio del cierre de panteones para evitar contagios de covid-19.
Aunque esta baja en las ventas también afectó a los productores de Doxey, fue en menor medida, en comparación con Tula, pero destaca que se tiene que invertir, correr el riesgo, pues consideró que sí hay ganancias, especialmente si se planea debidamente.
Dice que desde hace algunos años él obtiene su propia semilla de las flores que cultiva, así vuelve rentable su actividad, pues admite que hay una constante alza en el precio de la semilla, lo que afecta las ganancias.
Él incluso generó su semillero y vendió planta de cempasúchil por metro cuadrado a otros floricultores, pues considera que la calidad de la variedad que maneja es óptima, resistente, y por eso es bien aceptada en las tierras de esta localidad.
Adversidades
Aunado al precio de la semilla y de producción enfrentaron este año adversidades como las intensas lluvias, pero señala que a pesar de ello se logró la producción y por ello desde hace varios días ya está vendiendo flores.
Los girasoles fueron los primeros que comenzó a vender este año. Hace cuatro años intentó producirlos, pero no obtuvo los resultados deseados y por ello investigó, se documentó, a fin de lograr la producción, y este año lo intentó de nuevo, con buenos resultados.
Por lo que respecta a las calabazas, producto que siembra desde hace siete años, reconoce que este año redujo la cantidad de ejemplares, debido a que las ventas en particular de estas han bajado, pues todavía no hay arraigo suficiente de los pobladores hacia este vegetal, típico en esta temporada de días de muertos.
Aun con esta baja, destaca que la venta de flores avanza, pues hay “personas que ya están comprando flor para sus altares o para llevar a sus lugares de origen, todavía es poco pero ya empezaron a comprar”.
Los productores, enfatiza, esperan con ansia a los visitantes y clientes, pues explica que la gente puede acudir a admirar los cultivos, a tomarse fotografías, a conocer el proceso de corte, o a adquirir su flor seleccionándola ellos mismos.
Por otra parte, refiere que “algunos mayoristas ya acudieron a la comunidad para preguntar precios de las diversas variedades de flor que se producen, aunque en especial buscan el cempasúchil, por lo que esperemos que con ellos haya buenas ventas este año”.
El floricultor solicita a las autoridades que se permita la operación de los cementerios en la región, con todas las medidas preventivas sugeridas, para que haya reactivación económica para todos los comercios relacionados con esta temporada, a fin de disminuir las afectaciones económicas que ha dejado la pandemia.
Subraya que hace un año se realizó la vendimia en Doxey con apego a todas las medidas sanitarias, contribuyendo así a evitar focos de contagio de covid-19, enfermedad que casi paralizó todas las actividades a nivel mundial.