Iván Manuel Rodríguez Velasco tiene 30 años, es abogado y estudia la maestría en juicios orales, es perito en grafoscopía y documentos gestionados, catedrático universitario y, además, todos los domingos practica artes marciales y enseña a jóvenes técnicas de defensa personal, de forma gratuita.
Es alto y robusto, pero muy ágil para la práctica de esta técnica y, en un espacio con césped que se ubica justo frente al Museo de Fotografía, en el centro histórico de Pachuca, da instrucciones de entrenamiento a un grupo de cinco jóvenes que mueven con energía sus cuerpos al practicar algunas técnicas.
Iván se mueve al ritmo de ellos, sin que lo limite la discapacidad motriz que tiene en su brazo derecho, por un accidente genético provocado por el desarrollo de su cuerpo dentro del vientre de su madre que era pequeño para el tamaño de él, pero esto no ha sido impedimento para alcanzar sus objetivos.
“A los siete años empecé a practicar artes marciales precisamente porque mis padres vieron en este deporte una forma de canalizar o de concentrar la deficiencia física que tenía en alguna situación y así, llevo practicándolo por 22 años, y se ha hecho una filosofía de vida, más que un deporte.
Ya dejé las competencias y ahora estos entrenamientos los hago por gusto porque, al final de cuentas, ya de joven demostré que sí podía y ahora tengo que continuar, pero ahora enseñando a otras personas a las que trato de mostrarles que la limitación no está en el cuerpo, está en la mente y un discapacitado no es quien no tiene una parte de su cuerpo, si no el que no quiere”, indica.
Iván ve en cada uno de los jóvenes la oportunidad de que se fomente la cultura del deporte en cada uno de ellos, así como de amistad porque, “si bien las artes marciales también ayudan a fomentar la autoconfianza porque muchas veces creen que no pueden hacerlas, pero eso es solo un límite mental, así que poco a poco se van dando cuenta de que pueden practicar las técnicas de defensa, ataques y paradas, aunque esto no con el objetivo de agredir ni molestar, sino que sea una herramienta para defenderse en caso de ser necesario.
“Por la pandemia se cerraron las escuelas, así que para no quedarnos en casa sin hacer nada, buscamos espacios abiertos con características como en donde actualmente practicamos, y participan hombres y mujeres, a ambos sexos les ayuda estar en forma, a mantenerse activos y a reforzar su autoconfianza”, señala.
Entre cada espacio en el que ofrece instrucciones a sus alumnos, sabe que la vida no es fácil para nadie, “porque todos tenemos problemas y dificultades, nos lo ha enseñado la vida y la pandemia, pero ahora es momento de encontrarle un sentido a la vida, metas a corto, mediano y largo plazo para entender que nosotros somos más fuertes que los problemas y que la vida te va a tumbar, sí, pero lo importante es que sepamos como pararnos, es la filosofía de la vida y con la que he navegado siempre en mi vida”.