Matrimonios se desploman 21%, divorcios se disparan 65%

Mientras las uniones conyugales tocan su piso histórico, las separaciones rebasan su tope. En la última década, la falta de acuerdos y el individualismo aceleraron esta situación.

(Especial)
Abigail Mancilla Gómez
Ciudad de México /

La crisis del amor tocó fondo. Mientras los matrimonios surcan su piso histórico –menos de 500 mil en los últimos dos años–, los divorcios merodean un techo de 150 mil separaciones anuales desde hace un lustro. Los especialistas aseguran que la falta de acuerdos en la pareja y el individualismo han acelerado las rupturas en la última década.

Después de nueve años de noviazgo, Alejandra y Roberto decidieron formalizar su relación ante la ley, pero la pandemia se interpuso. Tuvieron que modificar la fecha de su boda en tres ocasiones hasta que por fin pudieron casarse en abril de este año.

Entre su círculo de amigos y conocidos ellos son la excepción y no la regla. “Muchas amigas estaban emocionadas con nuestra boda porque decían que probablemente sería la única boda entre nuestro grupo”.

Y es que los matrimonios en México se han reducido en un 20.6 por ciento en los últimos diez años, pues pasaron de 571 mil bodas en 2011 a 453 mil durante 2021, es decir, 118 mil uniones menos en una década, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

En contraste, los divorcios se dispararon 64.8 por ciento en ese mismo periodo, al saltar de 91 mil a 150 mil, según datos oficiales.

Tal es el caso de Gabriela y Luis, quienes, tras cuatro años de matrimonio, un hijo en común y muchas sesiones de terapia pusieron fin a su relación. “Hice todo lo que pude, agoté todos los recursos, pero tuve que aceptar que no había solución. Vi las señales y las ignoré, pensé que podía cambiarlo. Me casé por todas las razones equivocadas. No lo vi como un matrimonio, lo vi como un proyecto y me salió mal”.

Bodas en declive

Si bien las cifras de uniones conyugales aumentaron y descendieron entre 2011 y 2013, las bodas declinaron de manera progresiva desde 2014, con un promedio de entre 15 y 30 mil uniones menos por año, con excepción del periodo más duro de la pandemia, cuando se registraron 169 mil matrimonios menos con respecto al año anterior.

De acuerdo con dichas cifras, en 2014 hubo 578 mil matrimonios, 558 mil en 2015, 544 mil en 2016, 529 mil en 2017, 501 mil en 2018, 505 mil en 2019 y, en 2020, apenas 336 mil.

(Jorge Carballo / Milenio Digital)

Por otro lado, se observa que los matrimonios son más comunes (más de 70 por cada 10 mil habitantes) en estados del norte, como Sinaloa, Sonora, Chihuahua o Durango.

Las entidades con menor número de bodas (menos de 40 por cada 10 mil habitantes) son localidades consideradas como modernas y/o urbanizadas, tales como la Ciudad de México, el Estado de México, Puebla, Tlaxcala e Hidalgo.

Para los especialistas, las razones por las que en México la gente decide ya no casarse pueden ser variadas, aunque una de las principales es el cambio en la posición social de la mujer, explica Carlos Welti, sociólogo especialista en la familia.

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“En el pasado la mujer jugaba un solo rol, el de ser mamá y esposa. En este sentido, el matrimonio les daba la posibilidad de salir de sus casas y tener bienestar económico, pero al empezar a tener acceso a la educación esto cambió radicalmente. La mujer pudo salir a trabajar y generar sus propios recursos y ya no tenían que casarse para poder tener un bienestar económico”.

De acuerdo con cifras del Inegi, en 2000 la edad promedio para contraer matrimonio era de 26 años para los hombres y 23 para las mujeres, mientras que en 2021 dicha edad es de 32 años para los hombres y 31 para las mujeres, lo cual representa un aumento de 6 años para los hombres 8 años para las mujeres.

Divorcios por las nubes

El año con más cantidad de divorcios fue 2019, cuando se llevaron a cabo un total de 160 mil. La cifra se redujo drásticamente durante 2020 (año de la pandemia), periodo en el que se registraron tan solo 93 mil separaciones; sin embargo, tan sólo un año después, la cifra volvió a elevarse de manera considerable llegando a los 150 mil.

De acuerdo con las cifras del Inegi, en 2011, por cada 100 matrimonios hubo 16 divorcios, en 2015 esta cifra se elevó a más de 20 separaciones y en 2019, por cada 100 matrimonios se registraron 32 divorcios. En 2020 la cifra disminuyó a 28 debido a la pandemia; sin embargo, en 2021 se incrementaron de nuevo pasando a 32 por cada 100 matrimonios.

(Milenio Digital)

Se estima que 31 por ciento de las parejas duraron 20 años o más de casados, y que la edad promedio de divorcios es de 40 años para mujeres y 42 para los hombres.

Pero ¿qué es lo que motiva a las parejas a tomar caminos separados? Para la terapeuta de pareja Harumi Chong, los problemas de las parejas es que pocos saben negociar o que piensan que los acuerdos del principio de su relación siguen siendo válidos incluso años después.

“Las parejas no son entes estáticos y las reglas, normas y acuerdos se tienen que ir actualizando, las parejas no pueden usar por siempre los mismos acuerdos de cuando se casaron. Los matrimonios o uniones conyugales con más problemas suelen añorar los primeros años de relación, los de la etapa de enamoramiento”.

Chong explica que los cónyuges suelen confundir este desajuste con características negativas de la pareja. A veces llegan y señalan “es que nunca me ayudó”, pero muchas veces es porque nunca se habló sobre la repartición de labores domésticas o de crianza. “Si la persona no dio lo que esperábamos pensamos que el negativo es el otro, aunque muchas veces no es la persona sino los malos acuerdos que hacemos”, comenta.

(Especial)
“Lo que tratamos de hacer en terapia es que recuerden y rescaten qué era lo valioso de la relación al inicio y cómo eso se puede insertar en la vida que llevan actualmente; sin embargo, muchas veces es difícil cuando hay viejos resentimientos que no permiten a las parejas renegociar”.

Por otro lado, la especialista observa en las parejas actuales un incremento del individualismo en las personas. “Muchas veces los deseos personales interfieren en la dinámica de pareja. Si bien cada uno tiene sus sueños y anhelos personales estos deben coincidir con el proyecto de pareja para que pueda funcionar. Cuando hay demasiado individuo y poca pareja es cuando empiezan los problemas ya que comienzan a enfocarse en sus sueños individuales y descuidan el proyecto en común”.

Memoria de los fracasos

El sociólogo Carlos Welti explica que la inseguridad ante el futuro es otro de los principales motivos por los que los jóvenes suelen evitar el compromiso. “La vida conyugal o el contrato del matrimonio se ha visto afectado debido a la dificultad que tienen los jóvenes para definir su proyecto de vida ante la inseguridad económica que se vive. Ante este panorama, muchos no se atreven a afrontar el compromiso de una unión conyugal”.

Welti señala que las nuevas generaciones tienen memoria de los fracasos matrimoniales de las generaciones pasadas, como sus padres o abuelos, y por lo tanto ven poco atractivo un contrato social en el que, de acuerdo a sus experiencias, puede diluirse fácilmente.

La psicóloga Harumi Chong asegura que la inclinación por no contraer matrimonio tiene que ver con lo que se ha vuelto importante para las personas y con lo que es importante para sus familias.

“Las personas pueden sentirse más motivadas o presionadas para casarse cuando este acto es muy importante para sus familias de origen, ya que de esta decisión depende tu pertenencia a ese núcleo familiar, pero cada vez es menos trascendental para las familias que sus miembros estén casados”, comenta.

Además de este factor, la terapeuta explica que el incremento en el peso de la individualidad de las personas también ha permeado en la decisión de las parejas de no casarse. “Actualmente tenemos mucho enfoque en el desarrollo personal, es decir, todo lo referente al proyecto de vida individual. En este sentido, las personas buscan la libertad de poder irse cuando ese proyecto personal deje de coincidir con la pareja”.

En este caso, señala la especialista, otra razón importante para no contraer matrimonio en las parejas actuales es la falsa idea de que romper el vínculo es más sencillo cuando no hay un matrimonio legal de por medio.

“En terapia me doy cuenta de que muchas parejas tienen la falsa creencia de que si no se casan y en el futuro la relación no funciona es mucho más fácil separarse si no no están casados; sin embargo, aunque no exista un documento legal que lo avale, los vínculos emocionales son igual de difíciles de romper si te casas que si no lo haces”, asegura la terapeuta.

Matrimonio sin papel

A pesar de declararse abiertamente feminista y aunque la institución del matrimonio puede ser considerada por un gran sector de la sociedad como un contrato conservador, para la abogada Irene Faugier, especialista en derecho familiar, la decisión de la gente de no casarse por lo legal responde a un gran desconocimiento sobre lo que realmente es el matrimonio.

“El matrimonio es la única institución que te otorga certeza jurídica, es decir, te exhorta a cumplir ciertas obligaciones pero también te brinda un gran número de derechos que no se obtienen de ninguna otra manera”, explica.

(Milenio Digital)

La doctora en derecho comenta que las relaciones sin contrato han llegado a sustituir la figura del matrimonio, bajo la idea de que otorga los mismos derechos, pero aunque en la ley puede ser así, en lo real el concubinato es difícil de probar en un juicio de separación.

“Muchos creen que el concubinato es un matrimonio sin papel pero no lo es. El matrimonio es un acto jurídico que otorga un documento legal que avala que viviste en pareja con esa persona y que señala la fecha de inicio y término de dicha relación”.

Mercado matrimonial

Otro factor que está influyendo en que cada vez haya menos matrimonios es la dificultad para encontrar pareja, sobre todo en el caso de la mujer.

“Una vez que la mujer está lista para buscar pareja la oferta se reduce debido a que buscan una pareja con niveles educativos y sociales similares a los de ella. Esto reduce las parejas disponibles en el llamado mercado matrimonial debido a que las mujeres suelen tener mayor nivel educativo y ser mayoría en los contextos universitarios”, explica Carlos Welti.

Por el contrario, los hombres que desean formar familias suelen buscar mujeres de edades menores, además de estar más abiertos a encontrar parejas de niveles tanto educativos como sociales inferiores.

De acuerdo con Welti, esta puede ser la razón de que los matrimonios suelen ser menos numerosos en estados donde la mujer tiene mayores niveles educativos, tal como comprueban las cifras del INEGI, las cuales revelan una menor cantidad de matrimonios en estados mayormente urbanos, como la Ciudad de México o el Estado de México,

Alejandra y Roberto podrían confirmar la hipótesis: son católicos, de familias tradicionales y apostaron por una figura legal que está en desuso entre sus conocidos. “No creemos en que por el simple hecho de habernos casado significa que durará para siempre, trabajamos todo los días para que así sea con la voluntad de construir un proyecto de vida juntos”.

Juzgados: el ring de los matrimonios fallidos

La abogada Irene Faugier, especialista en derecho familiar, tiene una frase que siempre usa para describir el divorcio: “sabes con quién te casas, pero nunca sabes de quién te divorcias”. Y es que de acuerdo con su amplia experiencia, “el divorcio es un tema complejo donde el principal conflicto siempre es la repartición de los bienes, pues lo que más le importa a la gente es el dinero”.

De acuerdo con lo que esta abogada ha observado en los juzgados, en los juicios de divorcio todo depende del estado emocional de quienes se están divorciando pero, “en general llegan con mucho resentimiento, en un estado emocional donde se odian y ya sea uno o ambos usan el divorcio para lastimar al otro”.

Y añade: “Las parejas siempre tienen esta sensación de que uno dio más que el otro y buscan cobrarse esa deuda por medio del dinero y también de los hijos”.

La especialista sabe que es por estas historias que ya muchas personas optan por no casarse; sin embargo, en su experiencia, toda vida conyugal al finalizar atraviesa por procesos legales que suelen ser complicados.

Faugier asegura que es preferible el matrimonio, pero no desde una perspectiva romántica, sino desde la óptica de protección legal para ambas partes.

“Eso sí, siempre recomiendo casarse bajo el régimen Sociedad Conyugal y establecer desde antes los bienes de cada quién y cómo serán repartidos, porque el otro régimen es el de Sociedad Legal, y ese siempre causa más conflictos. Tristemente pocas personas conocen el régimen de Sociedad Conyugal y en los registros civiles no los asesoran bien”, asegura.

El aspecto social

Además de lo psicológico y lo legal, también existe una perspectiva social del divorcio de la que no muchos hablan. Al respecto, el sociólogo Carlos Welti, señala que el divorcio inició por una razón muy puntual: el aumento en la esperanza de vida de las personas.

“Los grupos más conservadores ponen el grito en el cielo porque lo ven como la manifestación de una crisis moral, pero no hay tal, los divorcios se incrementan porque los últimos 50 años la esperanza de vida aumentó, antes las parejas no tenían tiempo de divorciarse, durante muchísimos años los matrimonios solían terminar por la muerte de alguno de los cónyuges, principalmente los hombres”, comenta.

Sin embargo, además de este fenómeno, lo que convirtió al divorcio en una realidad cada vez más latente, fue el incremento en la capacidad de la mujer de sostenerse económicamente y no depender de su cónyuge.

“En el pasado el divorcio era una realidad impensable para las mujeres porque dependían económicamente de sus maridos, pero al aumentar el porcentaje de mujeres que trabajan aumentaron también las separaciones, es por ello que los divorcios son más comunes en estados con altos niveles educativos donde las mujeres son más independientes”.

Por su parte, el especialista señala que el principal motivo de los hombres para pensar en separarse era querer estar con otra persona, pero que en el pasado no era necesario divorciarse para hacerlo. “Estaba muy normalizado que los hombres tuvieran a sus esposas y otras parejas e incluso otras familias sin que la esposa pudiera hacer nada al respecto”.

Como muchas otras personas, ahora Gabriela se encuentra en una batalla legal por la custodia de su hijo y la repartición de bienes. Si hay algo que se reprocha es haberse dejado cegar por la idea del amor romántico.

Para la terapeuta Harumi Chong este es el error más común en las parejas. “La mayoría piensa que el amor es que fulanito y sutanito se conocieron, se juntaron y ya, pero cada uno de ellos trae una cantidad de creencias, experiencias, legados familiares que van a entrar en juego a la hora que se reúnan y mucha gente olvida esto”.

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