Hacinados, sin asearse y con síntomas de deshidratación, así pasan la noche decenas de migrantes que permanecen varados en la Central de Autobuses de Monterrey.
El suelo es la cama de decenas de ciudadanos y el sueño vence a pocos. Algunos se despojan de sus prendas en un intento por mitigar el calor debido a que el aire acondicionado fue desconectado.
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Los niños no son ajenos a la realidad. Guadalupe cumplió 7 años el mes pasado cuando cruzaba la ruta de la muerte entre Colombia y Panamá.
Hoy, en Monterrey, narra entre lágrimas que, pidió como deseo de cumpleaños, descansar en una cama.
"A mí siempre me dicen feliz cumpleaños y este año solamente me felicitó mi mamá y mi papá, -¿cuál es tu deseo?- dormir en una cama".
Neni, como le dicen de cariño, se recuesta sobre una colcha delgada y pequeña que debe alcanzar para ella, sus dos hermanitos y sus padres.
-¿Y cómo puedes dormir si está muy duro este piso?- Hemos dormido en piedras, en carreteras, esto está muy bonito... sí... -¿cuál es el deseo de tu familia? -Ya llegar a Estados Unidos".
Génesis Luzardo, madre de Guadalupe, es enfermera y salió de Venezuela en búsqueda de mejores condiciones económicas, pero hoy vive en situación de calle.
"Lo que nunca imaginamos, situación de calle, ser mendigos, dormir a los niños debajo de un cartón, en el piso, comer comida que nos regalen o nos encontramos, ser mendigos, lo que nunca pensamos ser".
También es madre de Megan, de 3 años y Gael, de 4, quien sufrió deshidratación una noche anterior y los ahorros del pasaje terminaron en la farmacia.
Horas antes, los migrantes cerraron las avenidas Pino Suárez, Cuauhtémoc y Colón con el fin de obtener una respuesta y continuar con su viaje a la frontera. Para evitar un accidente, fueron resguardados por policías de Monterrey.