“Siento que me muero. Cuando estaba saliendo todavía le pedí llorando que se quedara y él solo se burló de mí. No sé qué hacer, estoy desesperada y me siento frustrada y mal conmigo porque no entiendo qué hice mal… yo di todo… no merecía esto…”, señala una mujer con los ojos hinchados y a punto del llanto otra vez. Hablar sobre temas tan personales a veces resulta más fácil con desconocidos porque no se burlan y no te juzgan, dice al reportero.
El boletín científico del Instituto de Ciencias de la Salud Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo publicó un estudio hace meses denominado “Ruptura amorosa, proceso del duelo y aspectos académicos en estudiantes universitarios”, en el que asegura que “la relación de pareja es fundamental para el ser humano y la ruptura de esta puede ser un suceso que desencadene un duelo con efectos en la salud física y mental de la persona”.
En el estudio se detallan las etapas de este proceso de acuerdo con la visión de varios especialistas e investigadores: “negación”, se rechaza la pérdida como mecanismo de protección para sobrevivir; “ira”, hacia la ex pareja o hacia sí mismo; “negociación”, se busca alguna explicación y se reflexiona acerca del futuro con sentimientos de culpa; “depresión”, se experimentan sentimientos de tristeza, y “aceptación” de la pérdida.
El documento confirma además que en la ruptura de una relación amorosa el duelo implica un desequilibrio emocional acompañado de sentimientos como enojo, tristeza, confusión, y también consecuencias en la salud física.
Las explicaciones, razones y argumentos científicos son contundentes en la teoría, pero en la práctica, sensaciones y reacciones van mucho más allá.
Lloro todos los días
“Manuel” tiene bien presente aún la reciente ruptura de su relación de casi tres años: “de la noche a la mañana cambió. De repente le sobraron pretextos y en los últimos meses ya no había intimidad, si no le dolía la cabeza, estaba muy cansada o estaba molesta por algo. Dudé y empecé a investigar y seguirla. Se veía con otro. Una vez se lo dije. Se hizo la ofendida y me dejó. Yo la amaba, hice de todo por ella…”.
La historia de Karen es difícil. Ella inició una relación a distancia con un hombre hetero de Argentina. Gracias a la “buena química” se enamoraron y empezaron a hacer planes, pero había un problema porque él rechaza todo lo relacionado con las personas LGBT y ella es una chica transgénero. Luego de un año de relación decidió terminarlo, sin darle explicaciones, y él la tachó de inmadura y temerosa de mantener una relación seria.
“Traté de seguir adelante con mi vida, aunque era imposible porque cuando dejas algo sin terminar, sin dar la oportunidad de escuchar a la otra persona, cuál hubiera sido su opinión… yo se la negué… siempre me culpaba y decía porque no se lo dije quizás lo habría entendido o quizás no... no lo sé”.
Él tuvo otras relaciones pero mantuvo el contacto con ella y le insistió durante año y medio para retomar hasta que ella se decidió a intentarlo pero esta vez sin secretos, así que se lo confesó esperando una reacción positiva. El 31 de diciembre confesó lo que pasaba, que era una mujer transgénero y él la rechazó, le dijo que solo podría haber una relación de amistad y la calificó de anormal: “el amor que me tenía no existió en sus palabras ni en su trato; me dolió porque es como si nunca me hubiera querido… sé que hice mal… quizás me merezco este dolor... luché mucho para ser quien soy ahora… nunca más me llamó, ya pasó un mes y medio… trato de seguir adelante pero no es fácil… lloro todos los días…”.
La visión de una especialista
Liliana es psicóloga especialista en relaciones de pareja y tanatóloga. En entrevista subraya la importancia que representa para quienes enfrentan una separación acudir con un especialista porque sin duda es útil acudir a terapia: “la salud mental está en riesgo después de un duelo de perdida de pareja”.
La ruptura entre parejas, a juicio de nuestra entrevistada, surge cuando no se le da mantenimiento a la relación, cuyo primer atractivo es la novedad, y dejan de intentar mejorarla por pereza y costumbre, aunque también comenta algo que es revelador: “mis pacientes dicen algo muy inquietante, mencionan que dejan de tener admiración por la persona con la que están. ¿Será que la admiración y esa capacidad de sorpresa son más fuertes que el amor mismo?”.
Liliana recuerda que solo el año pasado atendió 16 casos en los que las esposas dieron por terminada la relación debido a mensajes que encontraron en el teléfono celular de sus entonces parejas.
Pero, ¿sufren por igual hombres y mujeres ante una situación de ruptura? Para ella la diferencia no es significativa “pero indudablemente es un duelo para ambos, aunque se vive desde diferente marco de apreciación, historia, aprendizaje, sesgo generacional y vida de la relación, entre otros fgactores”.
Le preguntamos cómo debe actuar una persona que enfrenta una separación, qué debe hacer, y dice que lo ideal es “retirarse con amor, gratitud y dignidad, si es posible ayudado de un especialista en psicología y sobre todo tanatología”.
Una nueva variable
La académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, Melissa García Meraz, señaló hace días que para no separarse es fundamental dar mantenimiento a la relación: “comunicarse, planear juntos, hablar de los sentimientos y emociones, tener tiempo libre para los dos. De esta manera, es probable preservarla”.
La especialista considera que hay una tendencia de los individuos a buscar información acerca de la pareja; se recibe demasiada información de su perfil, se puede conocer a su círculo de amistades, incluso favorecen la intimidad inmediata. En contraparte, “quienes pasan más tiempo en las redes desarrollan situaciones ansiosas frente a la pareja, pues pueden conflictuarse si la otra persona está en línea y no se comunica con ella”.
Quien vigila a la pareja se puede volver obsesivo y ejercer un proceso de intrusión, incluso de violencia, que no respeta la privacidad, señala la especialista, “aquellos que desarrollan apego y ansiedad hacia el otro, tienden a no emplear las redes sociales de manera positiva.
El fin de una relación, expone, comienza a verse no como un fracaso, sino como una experiencia que muestra la fortaleza de los individuos.