Orgullo es una palabra difícil de defender, especialmente en culturas en las que la construcción social alrededor de ésta se relaciona, equivocadamente, con actitudes de soberbia, vanidad extrema o superioridad, como pudiera ser la nuestra. Pero ¿qué pasa cuando el origen del orgullo es exponer una causa por la que antes se te pedía avergonzarte, esconderte, y acomodarte a una vida que no era la tuya? De ahí parte el orgullo gay que celebramos cada mes de junio.
Hace unos días se estrenó la nueva serie de Ryan Murphy, “Hollywood”, la cual no sólo describe una historia alternativa a la del cine, sino que también invita a la reflexión acerca de cómo se habría transformado la sociedad desde mediados del siglo pasado, y de cuánto dolor se habría evitado, si desde entonces se hubiese reconfigurado el papel de las mujeres y la inclusión de la diversidad sexual en la cotidianeidad. Tal vez el tema de la equidad de género sería hoy una lejana anécdota, y probablemente el mundo hubiera respondido muy distinto a la aparición del SIDA en los años ochenta, acelerándose la respuesta y evitando la pérdida de una generación completa. Pero Hollywood, en la serie y en la vida real, es una fábrica de sueños, y habrían de pasar décadas enteras antes de transformar al mundo.
En más de una ocasión he sido consultado acerca de temas de inclusión y diversidad en las empresas. Lo primero que me gusta aclarar es que contrario a lo que algunas personas creen, estas palabras no significan lo mismo. De hecho, ni siquiera me parecen conceptos hermanos. Cuando colegas de otras empresas me comentan que están buscando implementar estrategias de diversidad suelo felicitarlos porque en realidad no tienen mucho por hacer, ya la naturaleza se les adelantó y se encargó, sin pedirles permiso, de hacer ese trabajo. Y es que todos los seres humanos somos diversos por definición. Tenemos diferentes formas de pensar, de solucionar problemas y de aprender; nuestras personalidades son distintas, así como las actitudes, los antecedentes culturales y educativos, las experiencias de vida, y las competencias y habilidades. También, demográficamente, nuestras compañías están integradas por una fuerza de trabajo naturalmente diversa, en edades, creencias, estados civiles, habilidades físicas, etnias, géneros y por supuesto, orientación sexual.
Entonces, atreverse a reconocer abiertamente que nuestra base de empleados es diversa es en realidad el inicio y lo que abre el camino a la inclusión, que es algo distinto y que sí requiere planeación porque implica garantizar que todas las personas en la organización tendrán exactamente las mismas oportunidades de carrera, desde la etapa de reclutamiento y selección, hasta la capacitación, evaluaciones de desempeño, promociones y terminaciones de contrato, ya sean voluntarias e involuntarias, entre muchas otras cosas. Ese es el verdadero trabajo. Ese es el reto.
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En la última década he tenido el privilegio constante de ser invitado a impartir algunas conferencias, participar en paneles de discusión, y escribir columnas como ésta. Debo confesar algo, siendo sincero este no es un rol que busqué desempeñar. Por el contrario, después de cierta experiencia de discriminación hace 15 años en una compañía global que prometía ofrecer políticas contra ella, me vi tentado a nunca volver a alzar la voz en estos temas para asegurarme una carrera profesional. Algo muy parecido a lo que en realidad sucedió con los personajes reales de Hollywood, y que de alguna forma Ryan Murphy expone como responsables no sólo de la lentitud para que el cine abordara los temas de equidad de género y diversidad sexual, sino también de haber retrasado la conversación mediática que hubiera transformado la experiencia de vida de millones de personas que ya perdimos. Cuando llegué a American Express, en 2007, hasta intenté por todos los medios mantenerme al margen del tema, incluso pese a que en la sala de espera para mi primera entrevista de trabajo figuraba ante mí un póster de una campaña interna de inclusión y diversidad. Pero pasaron apenas dos años, cuando ya estaba en una sala de juntas con otras dos personas (una de ellas abiertamente heterosexual, por cierto) discutiendo acerca de la creación de la red mexicana de empleados Amex para la comunidad LGBT+.
No fuimos la primera compañía en crear una red de empleados LGBT+, pero los cambios y la transformación social que resultaron de aquella primera junta detonaron un viaje real de transformación social. Me atrevo a decir que, a partir de esa reunión, la última década ha sido significativa y contundente para el avance de los temas de inclusión y diversidad. Y no hablo de cambios dentro de American Express porque la empresa ya estaba comprometida y hasta ofrecía beneficios a las parejas del mismo sexo antes de la fundación de nuestra red, sino del cambio radical que trajo la discusión mediática que sin proponernos protagonizamos en aquel entonces.
El Dato...Las compañías que abrazan la inclusión y la diversidad toman hasta casi 90% mejores decisiones que el resto.
Y es que cuando llegó el momento de presentar el caso de la creación de la red ante nuestro comité ejecutivo de esos años, no solo obtuvimos la aprobación absoluta, sino que salimos de ahí con el reto, propuesto por ellos mismos, de formar un contingente oficial de empleados para representar a la marca en la siguiente Marcha del Orgullo de la Ciudad de México; algo no sólo inédito, sino que confieso que hasta a nosotros nos pareció descabellado. Las compañías globales, principalmente, tenían también años trabajando con políticas internas de inclusión y diversidad, pero era algo de lo que no se hablaba externamente. Y participar oficialmente en la marcha era algo que ninguna empresa lo había hecho; era simplemente impensable, tanto que cuando llamamos al comité organizador para la inscripción de nuestro contingente fuimos cuestionados de forma incisiva y debimos hasta presentar una carta con sello oficial para obtener nuestro lugar. Creo que les era más fácil deducir que éramos un grupo de revoltosos que pretendíamos saltarnos la autorización de nuestra propia compañía que aceptar que era la misma American Express quien nos estaba pidiendo participar, con todo y logos en las camisetas y globos.
Lo anterior me lleva a reflexionar acerca de la responsabilidad y el cambio social que las empresas y los ejecutivos impulsamos con nuestras acciones. Es cierto, la inclusión y la diversidad también son un tema de negocio, llegando a estimarse que las compañías que abrazan la inclusión y la diversidad toman hasta casi 90% mejores decisiones que el resto, pero me parece que el beneficio e impacto en la sociedad es aún más relevante y transformador. En nuestro caso, estoy convencido de que haber sido la primera compañía que se atrevió a participar en la Marcha del Orgullo abrió la conversación en la ciudad de forma contundente, porque este pronunciamiento fue cubierto de manera positiva por los medios de información orientados al público en general, algo que hasta entonces sólo era abordado por las escasas publicaciones que se orientaban exclusivamente a la comunidad LGBT+. A una década de distancia parece hoy algo trivial que columnas como éstas sean publicadas, y que se incluyan artículos acerca de ejecutivos fuera del clóset mientras que las empresas se pronuncian constantemente a favor de la diversidad sexual y más de 120 participan en la Marcha del Orgullo LGBT de la Ciudad de México. Ese cambio que provocamos sí es motivo de orgullo.
En fin, son tantas las anécdotas y los detalles acerca de este viaje de 10 años que no me alcanzaría este espacio para describirlos. Lo importante es continuar el camino porque es bien sabido que los actos de discriminación y violencia contra la comunidad LGBT+ siguen siendo alarmantes, y existen países y regiones en las que la homosexualidad sigue siendo un delito. Además, tal como lo expone Ryan Murphy en su serie, cuando abres el paso para una minoría también trabajas para otras aún menos protegidas. Así, hasta que llegue el día en el que, efectivamente, estos temas de inclusión y diversidad sean lejanas anécdotas e historias del pasado que nos recuerde Hollywood.
srgs