Sin duda los teléfonos inteligentes llegaron para hacernos la vida mucho más fácil, pues a principio del 2000 tener un celular se iba haciendo más común, aunque en ese momento lo normal para organizar el día a día era traer la mochila o la bolsa llena de un sinfín de objetos como cuadernos, agendas, calculadoras, blocs de notas o fotografías.
Desde los noventa ya existían aparatos que servían como agendas electrónicas como los organizadores de la marca Sharp, los Palm o los muy conocidos BlackBerry, sin embargo, todo cambió con la llegada del iPhone en el 2007, pues en ese dispositivo teníamos todo lo que ya mencionamos.
Aunque no todo es bueno, un aspecto que podríamos considerar negativo de tener un smartphone, es que al facilitar tanto nuestra vida llegamos a depender de nuestros dispositivos al punto que dejamos de saber hacer algunas actividades como las que te mencionaremos a continuación.
Saber de memoria un número telefónico: A quién no le ha pasado que cuando debemos dar un número de teléfono no lo sabemos de memoria y lo buscamos en el celular. Nuestros abuelos se sabían todos los números de memoria, al derecho y al revés.
Leer el reloj de manecillas: Si eres muy joven es probable que veas un reloj de manecillas y no sepas qué hora es, ya que te acostumbraste a ver la hora exacta en los números de tu teléfono.
Saber llegar a algún lugar o conocer las calles: Cuando hay que llegar a algún sitio que no conozcamos lo común ahora es de inmediato activar la ubicación de nuestro teléfono y consultar la dirección con la ayuda de Google Maps. Cuenta la leyenda que antes las personas sabían transitar la ciudad solo guiándose por las calles.
Escribir a mano. Por increíble que parezca muchas personas perdieron la práctica de escribir a papel y pluma, pues cuando necesitan hacer algún apunte lo hacen directamente en una nota en el teléfono.
EGO