Otra vez centenares de miles de personas portando pancartas hechas en casa, coreando consignas, reconociéndose como protagonistas de un enorme y fuerte movimiento social, de una transformación, de una revolución única en la historia.

Creyeron que esa rabia que les enferma se extendería incontenible por todo el país una vez que incendiaran Palacio Nacional. Bastaba, se dijeron, con que otros —los “desechables” para ellos— prendieran la chispa.

Pensaron que a quien no mataban con plomo podían silenciarlo o volverlo suyo con plata. Acostumbrados a mirarse en el espejo, se convencieron de que los ideales y las convicciones quedarían sepultados bajo años de calumnias y mentiras.

Cuarenta millones de mexicanas y mexicanos o de origen mexicano que viven y trabajan al norte del río Bravo; mil 520 kilómetros de una frontera porosa en ambos sentidos —más que un puente entre dos naciones, una herida abierta

"Sheinbaum expresaba un deseo que ojalá tuviéramos otro Benito Juárez presidiendo la Suprema Corte": Epigmenio Ibarra, colaborador de Milenio.

El productor aseguró que no sólo quedó maravillado por la región, sino por los trabajadores de la construcción mexicana.

Rodeado de lectores y amigos como Epigmenio Ibarra y Álvaro Cueva, el columnista de MILENIO presentó su nuevo proyecto editorial.

El periodista decidió detener su avance y sentarse en el suelo para recuperar sus energías.

Según López Obrador, el trabajo de Ibarra fue una donación y aportación para el pueblo, sin embargo, Epigmenio Ibarra sostiene su agradecimiento por que lo hayan contratado.

En entrevista para MILENIO resaltó que el órgano electoral "actuó parcialmente, descalificando la consulta sin promoverla y luego organizándola de manera tan deficiente”.