Desde hace un par de años, la arena mágica se convirtió en uno de los juguetes favoritos por los más pequeños, aunque también es apreciada por los no tan niños que de vez en cuando se escapan de la tediosa vida adulta.
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La arena hidrófoba o arena kinética, nombres con los que también se le conoce a este juguete, es un escaparate para que los niños se olviden por un momento de la televisión, el celular y los videojuegos y redescubran que su imaginación y sus manos son capaces de crear cosas maravillosas y divertidas, pero ese material tiene usos que no resultan tan divertidos.
Este material se fabrica a niveles industriales para ser utilizado por empresas químicas, mecánicas, de productos de belleza y hasta para fines que apoyan a la medicina veterinaria.
El secreto de la arena mágica
Su textura es quizá lo más llamativo. Se siente húmeda, pero no deja rastros ni en la piel, ni en la ropa, ni en cualquier superficie que tenga contacto.
Cuando se presiona con fuerza, aparenta convertirse en un material compacto y duro capaz de ser materia prima para un castillo, pero basta tocarlo de nuevo para que regrese a esa consistencia suave que sirve incluso para desahogar el estrés.
El misterio para lograr todo esto se encuentra en una sustancia química: trimetilsilanol ((CH3)3SiOH), el cual es un compuesto de organosilicio y se considera un contaminante atmosférico que se produce cuando se degradan materiales de silicona.
El trimetilsilanol también está presente en el biogas y es común encontrarlo en los gases que exhalan los basureros; también es un compuesto químico que los organismos aeroespaciales conocen muy bien, ya que se concentra en las atmósferas de las naves especiales.
Aunque esto se lea como algo muy complejo y hasta peligroso, la realidad es que es un compuesto presente en artículos de uso diario, como el detergente y maquillaje.
Cuando la arena pasa por un tratamiento con el trimetilsilanol se obtiene la famosa arena mágica, ya que ese compuesto químico cubre cada granito y lo hace hidrófobo, es decir, repelente al agua.
Su uso como juguete se popularizó hace relativamente poco, pero a nivel industrial se utiliza desde hace muchos años para sellar juntas, cimientos, para filtrar cantidades pequeñas de líquido e incluso se vende como un producto veterinario, una arena para gatos que ayuda a concentrar la orina y permite analizarla clínicamente.
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La cantidad de trimetilsilanol que se utiliza para tratar la arena y convertirla en un juguete es mínima, por lo que no representa un riesgo para la salud.
Algunas recetas que circulan en internet para hacer arena mágica incluyen en sus ingredientes la fécula de maíz y jabón líquido, las cuales darán a la arena normal las propiedades de suavidad y el trimetilsilanol necesario, respectivamente, para funcionar.
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