Un grupo de investigadores se encuentra recluido en la Antártida y ha solicitado con urgencia ser evacuado. Se trata de un equipo de científicos sudafricanos trabajando en la base Sanae IV, que tiene una misión durante al menos 10 meses más.
En este contexto, uno de los investigadores envió un mensaje a un periódico de su país para afirmar que están viviendo con miedo.
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Hace algunos días, uno de los investigadores envió un correo electrónico preocupante —que publicó The Sunday Times, un medio local— en el que afirmaba que otro miembro del grupo lo había atacado y continuaba enviándoles más amenazas.
De acuerdo a lo que publicó The Mirror, el autor afirmó que un hombre los había atacado, que también fue acusado de agresión sexual y que los había amenazado de muerte. “Lamentablemente, su comportamiento ha escalado hasta un punto profundamente inquietante”, indicó en el mensaje.
“Específicamente, agredió físicamente a (El hombre dejó en anonimato los nombres de los implicados), lo que constituye una grave violación de la seguridad personal y las normas del lugar de trabajo.
“Además, amenazó con matar a otro, creando un ambiente de miedo e intimidación. Sigo profundamente preocupado por mi propia seguridad, preguntándome constantemente si podría convertirme en la próxima víctima”, contó.
El investigador continuó diciendo que el comportamiento del acusado se había vuelto “cada vez más atroz”, y agregó: “Es imperativo que se tomen medidas inmediatas para garantizar mi seguridad y la seguridad de todos los empleados”. Y agregó: “Tengo serias dificultades para sentirme seguro en su presencia”.
Tras la dura denuncia, el ministro de Medio Ambiente de Sudáfrica, Dion George, planea hablar personalmente con los investigadores. Según se informó, “hubo un altercado verbal entre el director del grupo y esta persona”, destaca The Mirror.
“Luego, la situación se intensificó y esa persona agredió físicamente al líder. Imagínense cómo es: es un espacio reducido y la gente se encierra. Puede ser muy desorientador”, agregó el funcionario.
El equipo vive en duras condiciones y rara vez abandona la base, por su propia seguridad, ante las temperaturas de -23 grados.
LP