Perreo espiritual, "desculonización", activismo del placer y meditación desde la pelvis son algunas de las características del yoggatón, una combinación de yoga y perreo gracias al que, según su creadora, se puede combatir el pesimismo creado por la pandemia.
"El movimiento pélvico es tan poderoso e intenso que hace salir todos esos demonios que te están habitando y, ahora con la covid-19, tendemos a estar mucho en la cabeza y ver lo malo", explica a Efe la boliviana Maque Pereyra, que se reivindica como su creadora en Berlín.
A diferencia de la práctica del yoga ordinario, esta técnica ofrece, según Pereyra, un espacio donde la sanación está ligada a la diversión y al "perreo intenso". En las clases de yoggatón, los asanas -posturas- de yoga se combinan con la música de Bad Bunny y Maluma.
"Ese sudar, sentirse sensual, tocarse, exhalar fuerte, ir con el 'beat' del perreo y combinarlo al mismo tiempo con una meditación a través de la respiración bastante profunda, es lo que ofrece yoggatón a diferencia de las otras prácticas de yoga", señala Pereyra.
Comenta que, el reguetón, al nutrirse de las danzas tradicionales latinas -basadas en la repetición de movimientos que golpean el suelo con las piernas- ayuda a conectar con la tierra, con el ahora y "bajar" de lo mental.
Esto, sumado a las técnicas y movimientos del yoga tradicional -cuyos beneficios están avalados por instituciones como la Escuela de Medicina de Hardvard- puede contribuir a alejarnos de los pensamientos tóxicos provocados por la situación de la pandemia, asegura.
El yoggatón nació en el año 2016 en Berlín, capital de la diversidad, el techno y el ocio nocturno. La creadora explica que el nacimiento de esta disciplina ha sido "un continuo": la suma de sus conocimientos académicos junto con la experiencia de la cultura urbana en la que se mueve.
Cuenta que lo "descubrió" un día que volvía de fiesta y sentía que necesitaba estirar. "Dije, me pongo reguetón, porque tengo todavía el sentimiento de la fiesta dentro, pero necesito estirar sí o sí porque, si no, de esta no sobrevivo", comenta.
"Entonces me puse a hacer yoga y empecé a permitirme mover el culo y perrear mientras lo hacía. A partir de eso vi, guau, que esto tenía algo super hipnotizante", señala Pereyra, quien añade que no recuerda cuántas horas le dedicó esa primera vez.
"Solo sé que fueron horas que estuve diciendo 'qué rico se siente: perro bocabajo, volver, respirar, inhalar, saludo al sol, otra vez, perrear.' Ese fue el acercamiento y todo ese 'continuo' se condensó en ese momento", cuenta a Efe.
Pero en la construcción del yoggatón como fenómeno completo, influyeron también los conocimientos teóricos y académicos de su creadora.
Pereyra estudió danza clásica y ballet en Bolivia y, posteriormente, en 2016, se trasladó a Berlín -donde reside desde entonces- para estudiar un máster de danza en el Centro Interuniversitario de Danza de la Universidad de las Artes de Berlín (Universität der Künste).
Explica que, como parte de esta formación, estaba trabajando sobre estéticas queer, descoloniales, la no binariedad del pensamiento, la otredad y sobre ser migrante, por lo que todos esos conocimientos contribuyeron a crear la filosofía del yoggatón.
grb